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EDITORIAL

Chipre, historia de un despropósito

La denominada 'troika' jamás debió permitir que se pusiera en duda la garantía estatal de los depósitos inferiores a 100.000 euros.

La nefasta gestión de la crisis chipriota llevada a cabo por las autoridades comunitarias y el propio Gobierno de la isla está generando un caos inédito en el seno de la Zona Euro. No en vano, por primera vez en la historia de la moneda única un Estado miembro se ha visto obligado a decretar un corralito para evitar la fuga masiva de depósitos y capitales de su sistema financiero. Tras una semana llena de contradicciones por parte de unos y otros, el futuro de Chipre sigue inmerso en la incertidumbre. La difícil situación que atraviesa hoy este pequeño país es, sin duda, un buen ejemplo de las graves deficiencias que presenta la arquitectura de la Unión Monetaria.

La denominada troika jamás debió permitir que se pusiera en duda la garantía estatal de los depósitos inferiores a 100.000 euros. En primer lugar, porque supone una violación explícita de los compromisos que han adquirido los Gobiernos de la Zona Euro con sus ciudadanos, lo que ha quebrado la confianza de éstos; y, en segundo término, porque sienta un peligroso precedente de consecuencias imprevisibles. Sin embargo, a sabiendas de los riesgos que tal decisión tendría, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo acordaron con Nicosia imponer una quita del 6,75% a los depósitos de menos de 100.000 euros, plegándose de forma incomprensible a la voluntad de los políticos chipriotas, volcados en proteger los intereses de sus socios rusos. Es cierto que el Eurogrupo trató de corregir su errónea decisión el lunes, insistiendo en que prefería imponer quitas tan sólo a los depósitos superiores a dicha cuantía, pero el mal ya estaba hecho y era demasiado tarde. Desde entonces, los chipriotas sufren un corralito cuyo fin no parece próximo.

La troika debió mantenerse firme desde un primer momento e imponer al Gobierno chipriota la necesaria conversión de parte de los depósitos en acciones de sus bancos insolventes, pero única y exclusivamente en la parte de los ahorros que no están garantizados por el Estado. De hecho, cabe recordar que el 42% de los depósitos chipriotas superan los 500.000 euros y pertenecen en su mayoría a los grandes magnates rusos. Con apenas una quita uniforme del 15% sobre las cuentas superiores a los 100.000 euros, a cambio de las correspondientes acciones bancarias, Chipre ya estaría salvada y su situación controlada desde el pasado fin de semana. Por desgracia, la incompetencia, dejadez y división que reinan en el seno del Eurogrupo han impedido o, como mínimo, retrasado la correcta resolución de la crisis, lo que ha generado un clima de incertidumbre y tensión que amenaza incluso con provocar la salida de Chipre del euro, con todo lo que ello conllevaría tanto para el país como para los demás miembros de la Unión.

Que una economía como la chipriota, cuyo tamaño apenas representa el 0,2% del PIB de la Zona Euro, ponga en peligro el futuro de la Unión Monetaria por culpa de los errores cometidos por los eurócratas es una muestra inequívoca de la incompetencia que existe en Bruselas y de la inviabilidad de la futura unión política, económica y fiscal que tanto insisten en pregonar algunos.

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