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Ideó la tejedora 'Rainbow Loom'

Cheong Choon, el malayo que se hizo rico gracias a las pulseras de goma

Arriesgó 10.000 euros de su bolsillo para sacar adelante el prototipo. A día de hoy, este empresario malayo vende 500.000 tejedoras al mes.

Arriesgó 10.000 euros de su bolsillo para sacar adelante el prototipo. A día de hoy, este empresario malayo vende 500.000 tejedoras al mes.
Cheong Choon junto a su esposa, Fen Chan | Facebook

"¿Me puedes conseguir el email del Príncipe Felipe? Acaban de decirme que usan mis pulseras, quiero mandarle una nota de agradecimiento". Así empezaba la entrevista con el diario El Mundo Cheong Choon Ng, un antiguo ingeniero de Nissan que se ha hecho millonario gracias a una maquinita para hacer pulseras de goma. En la entrevista, este empresario malayo de éxito cuenta su rica experiencia, que ha convencido tanto a los escolares que hasta el Príncipe lleva una por regalo de sus hijas.

Con una inversión de tan sólo 10.000 dólares, Choon ha facturado ya más de 100 millones en todo el orbe. La idea surgió como un juego para impresionar a sus hijas, explica el empresario. Choon, de 45 años de edad y afincado en Michigan, quería pasar más tiempo con sus hijas preadolescentes. Una tarde, las vio tejiendo pulseras con gomas de colores. El juego le trasladó a su infancia, cuando fabricaba juguetes caseros con elásticos que recogía de las basuras. "Intenté echar una mano a mis hijas, pero mis dedos eran demasiado gordos. Me dio vergüenza y se me ocurrió diseñar una maquinita para recuperar su admiración", cuenta.

Con un simple trozo de madera y unos alfileres ideó un bastidor que ayudaba a trenzar las gomas de forma mucho más fácil y rápida. Ahí nació el Rainbow Loom. Gracias al artilugio, Choon volvió a ser el héroe de sus hijas, pero lo que no esperaba es que también acabase siendo el de los amigos de sus hijas y los amigos de los amigos... "Todos decían lo mismo: ¡Quiero una, hazme una! Es ahí cuando me di cuenta de que tenía un buen producto en las manos". A día de hoy, este empresario ha vendido más de 10 millones de unidades, a un precio de 12 euros.

Pero no todo han sido buenos momentos en esta próspera aventura. Choon inició su proyecto con sus propios ahorros. En concreto, con los ahorros para la Universidad de las niñas. El empresario, seguro de sí mismo y de Rainbow Loom, cuenta al diario cómo tuvo que convencer a su escéptica esposa para arriesgar tan importante partida en el presupuesto familiar.

Choon ideó el prototipo final y encargó a una fábrica china 10.000 unidades. Recibió el pedido en el verano de 2011. Ensambló cada kit todos los días al volver de su jornada en la fábrica de Nissan. A finales de ese mismo año ya tenía todo preparado para el gran debut. El proyecto se pegó el primer traspiés. Ninguna cadena de juguetería quería la Rainbow Loom. Nadie sabía como utilizar tan, aparentemente, compleja tejedora. Choon, lejos de darse por vencido, contrató anuncios en Google, a la vez que publicó tutoriales de la máquina en el portal de YouTube.

Y llegó la chispa

En el verano de 2012, la cadena de jugueterías Learning Express compró dos docenas de Rainbow Loom; se agotaron en 24 horas. A partir de ahí las ventas crecieron vertiginosamente. En el siguiente pedido ya había recuperado su inversión inicial. "Fue el punto de inflexión. Ahora vendemos 500.000 unidades al mes. ¡Es una locura!", declara Choon a El Mundo.

No hay crío que se resista a esta nueva fiebre. Padres de cada rincón del planeta pasean las pulseras regaladas por sus hijos. David Beckham, Gwyneth Paltrow, hasta el Príncipe Felipe lleva una. Para este empresario la clave del éxito es sencilla: la artesanía hipnotiza.

"Son tan adictivas que varios colegios las han prohibido porque los niños se distraían", se regodea el empresario. Su intención es legar el proyecto a sus hijas, al igual que su abuelo cedió a su padre una plantación de caucho en su tierra natal. "Ni el mejor cheque puede igualar esa sensación", aseguró Choon con rotundidad.

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