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EDITORIAL

China, o lo que pasa cuando no se emprenden reformas estructurales

¿Y qué hay de España? Lo mejor que puede hacer el Gobierno en un contexto de volatilidad y dudas es comprometerse firmemente con las reformas.

Los bancos centrales respondieron al estallido de la Gran Recesión con un menú de plato único, consistente en estímulos monetarios que buscaron inundar de liquidez los mercados para suavizar el necesario proceso de ajuste. Las turbulencias que ahora sufren las bolsas de medio mundo dejan claro que la consecuencia de esa apuesta ha sido un aumento de la inestabilidad económica.

Si cada país hubiese respondido al estallido de la crisis aplicando reformas profundas capaces de mejorar la competitividad, las sacudidas en la economía china no generarían tanto nerviosismo entre los inversores. No obstante, las recetas monetarias aplicadas en los últimos años han pospuesto la aplicación de las reformas necesarias, por lo que la aparente calma de los mercados nunca ha llegado a tener bases sólidas.

China es un buen ejemplo de la aversión a las reformas estructurales de la mayoría de los gobernantes. El gigante asiático salió de la pobreza liberalizando algunos campos de actividad, pero renunció a abrir su economía a las fuerzas del mercado. El resultado fue una progresiva acumulación de desequilibrios que ahora precisan ser corregidos. Sin embargo, la respuesta de Pekín ha sido muy distinta. En vez de admitir que ha de hacer cambios, el régimen comunista sigue empeñado en mantener a flote una estructura económica agotada. Por eso, aunque China anuncie inyecciones monetarias, rescates bancarios o medidas de estímulo, los problemas de fondo seguirán ahí.

Para buena parte de las economías emergentes, las dudas sobre la economía china son una mala noticia que se une a los problemas que viene generando la caída de los precios de las materias primas. Con todo, se impone hacer distinciones y evitar generalizaciones injustas. En Iberoamérica, por ejemplo, el aguante demostrado por Colombia o Perú contrasta con el declive experimentado por Argentina o Brasil.

¿Y qué hay de España? Lo mejor que puede hacer el Gobierno en un contexto de volatilidad y dudas es comprometerse firmemente con las reformas. Al fin y al cabo, los países que mejor capean los vaivenes de la economía global no son aquellos que disparan el gasto público en cuanto mejoran las cosas…

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