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Los diez 'agujeros negros' de las memorias de De Guindos

España amenazada, el libro del responsable de Economía, se presenta este miércoles en Madrid. No hay muchas sorpresas, aunque sí algunos agujeros.

España amenazada, el libro del responsable de Economía, se presenta este miércoles en Madrid. No hay muchas sorpresas, aunque sí algunos agujeros.

Luis de Guindos es el hombre de la semana. Probablemente no se lo esperaba. Tras casi un año de Gobierno en funciones, con la economía creciendo y relativa tranquilidad en los mercados y el sector financiero, la agenda del ministro debería ser relativamente tranquila.

Por eso, quizás, escogió este miércoles para presentar su libro, España amenazada, en la Fundación Rafael del Pino de Madrid. Y también influiría esa presunta calma para que invitase al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a que pronunciara el discurso de clausura del acto.

Pero como el hombre propone y Dios dispone, los planes no le han acabado de salir a De Guindos. El caso Soria le ha explotado en las manos apenas unos días antes de la publicación y ahora quien más quien menos lee el volumen con todo lo que se ha hablado y comentado en la cabeza: que si el ministro se estaba postulando para suceder a Rajoy en un hipotético Gobierno tras la abstención del PSOE, que se la han jugado desde Moncloa como pago de anteriores movimientos y enfrentamientos con otros miembros del Gabinete, o que supone la muerte política de quien tantas veces había amagado con retirarse sin decidirse nunca a cumplir con ese impulso.

En realidad, el libro no nos habla demasiado de José Manuel Soria ni del Gobierno (aunque sí desliza 2-3 apuntes interesantes sobre las luchas entre los diferentes sectores que buscan congraciarse con Rajoy). Es un relato no especialmente novedoso de la crisis que sufrió España en los seis primeros meses de 2012, cuando el desplome de la actividad, las dudas sobre el sistema financiero y los incumplimientos con las cuentas públicas estuvieron a punto de empujar a nuestro país al precipicio de la quiebra.

No hay muchas sorpresas en lo que cuenta De Guindos. Alguna confidencia sobre lo que le dijeron Wolfgang Schauble o Mario Draghi en las tensas reuniones de aquel verano de 2012 y poco más. Quizás lo más relevante sea su explicación del rescate a las cajas de ahorro, la defensa que hace de las razones por las que el Gobierno actuó como lo hizo y sus comentarios sobre las consecuencias de no haberlo hecho.

Pero lo más interesante no está en lo que dice, sino en lo que no dice. O en lo que sólo insinúa. De Guindos omite, ignora o maquilla cuestiones fundamentales de su acción como ministro, de su pasado profesional anterior a la entrada en el Gobierno y de lo que dijeron, prometieron e incumplieron él mismo y sus colegas en el Consejo de Ministros. Como en todas las memorias de un político en activo, el libro parece más una reivindicación que un relato completo. Las siguientes son sólo diez claves que De Guindos parece haber olvidado:

1. Ya lo decía yo…

En noviembre de 2011, un mes antes de las elecciones pidió verme el jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en España, James Daniel (…) Le dije que el déficit público no iba a ser el 6% como aseguraba la entonces vicepresidenta y ministra de Economía, Elena Salgado; que iba a ser bastante superior. (páginas 17 y 18)

Lo que se le olvida a De Guindos es explicar por qué, si es verdad que sabía todo esto, no avisó al candidato a presidente del Gobierno para así evitar que hiciera promesas en campaña de bajadas de impuestos que luego no iba a poder cumplir. La excusa que utilizó el Gobierno en el famoso Consejo de Ministros de 30 de diciembre de 2011 es que se habían encontrado un agujero inesperado de más de 20.000 millones de euros y que ese déficit oculto que el PSOE les había dejado les obligaba a romper con todas sus promesas electorales. Pues tenían que haberle preguntado a su flamante nuevo ministro de Economía. Al parecer, él ya sabía que ese agujero estaba ahí, pero no se lo dijo a nadie. Tampoco lo escribió en los artículos de prensa que firmaba en el otoño de 2011. Eso sí, se lo dijo al FMI.

2. Los primeros avisos, en 2003, con Rato. Y De Guindos ¿dónde estaba?

Los primeros avisos de burbuja inmobiliaria habían llegado del propio Banco de España, con Jaime Caruana como gobernador, durante los últimos meses del Gobierno del PP, con Rodrigo Rato como vicepresidente y ministro de Economía. (páginas 23-24)

Sí, la frase acaba aquí. Es curioso, porque en esa fecha Luis de Guindos era secretario de Estado de Economía (número 2 de Rato) pero no le parece relevante comentarlo. Otro olvido. Tampoco recuerda en este capítulo que en ese mismo año 2003 afirmaba en una entrevista en ABC: "No hay burbuja inmobiliaria, sino una evolución de precios al alza que se va a ir moderando con más viviendas en alquiler y más transparencia en los procedimientos de urbanismo".

3. Las buenas medidas del PSOE… que el PP no apoyó

Elena Salgado estuvo durante toda la segunda parte de la legislatura intentando convencer a la opinión pública y a los inversores de que España había hecho los deberes. Con la asistencia del Banco Central Europeo (BCE) y las medidas muy a la desesperada del Gobierno de Zapatero un año antes, se podían corregir los errores acumulados durante casi dos Legislaturas. (página 31)

No es la única vez que De Guindos comenta las medidas que el Ejecutivo del PSOE tuvo que poner en marcha en mayo de 2010 como reacción a la crisis de deuda soberana que se cernía sobre la Eurozona. La crítica que se intuye en el relato es que Zapatero y Salgado fueron unos irresponsables negando la crisis y retrasando al máximo la adopción de medidas necesarias, pero que llegaron muy tarde. Lo que no explica (otro olvido) es por qué entonces el PP votó en contra en aquel momento, en un debate (el del 12 de mayo de 2010) que el propio De Guindos ayudó a preparar a Mariano Rajoy.

4. "Obligados" a subir impuestos

La rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros fue gélida. (…) Acabábamos de ganar las elecciones con la bajada de impuestos como medida estrella de nuestro programa y nos veíamos obligados a subirlos en la primera de las decisiones importantes del nuevo Gobierno. (página 37)

Esta parte es interesante. De Guindos explica que su propuesta fue subir el IVA, pero que se impuso el criterio "político" de Montoro, que apostaba por centrar el palo en el IRPF. Pero lo que no aclara el ministro de Economía es por qué el Gobierno estaba "obligado" a subir impuestos. Por qué no se podía recortar el gasto. O por qué ésta fue la primera alternativa que se planteó, sin intentar ninguna otra opción. Más aún cuando, como hemos visto antes, asegura que él ya sabía desde varios meses atrás la que se nos venía encima con el déficit. Otra pregunta para la que no hay respuesta.

5. Las 'pérdidas' de la banca del PSOE. ¿Y las del PP?

El mapa de la reestructuración del sistema financiero en la etapa socialista era un laberinto. Fueron además ayudas no recuperables, aportadas a fondo perdido en su totalidad, a diferencia de la reestructuración financiera llevada a cabo después. (…) [En febrero de 2012, en el primer intento de reforma del sector financiero] Ninguna otra ayuda pública para este proceso de saneamiento. Lo aseguré tajante… es verdad que luego no fue posible. (páginas 42 y 51)

De Guindos diferencia en todo momento la actitud del PSOE y del PP en lo que hace referencia al rescate del sector financiero. Es verdad, como dice, que las ayudas del PSOE fueron a fondo perdido y que su Gobierno intentó esquemas que permitieran recuperar al menos algo de lo invertido. Se le olvidan algunos datos, sin embargo, que habría sido bueno aclarar al lector: 1. Aunque esa fuera la intención, lo cierto es que no se consiguió y a lo largo de 2012 se dieron ayudas a las cajas que luego se han perdido; y 2. Además, fue el propio De Guindos el que aseguró al poco de llegar al cargo que el rescate a las cajas no iba a costar "ni un euro" al contribuyente. Es razonable pensar que las condiciones en 2012 eran muy complicadas y que fue más o menos lógico que tanto el punto 1 como el 2 se incumplieran. Pero no habría estado de más una pequeña explicación o petición de disculpas sobre aquellas declaraciones. Incluso un pequeño cuadro para aclarar al contribuyente a cuánto asciende la factura (algo parecido a lo que el Banco de España publicó hace unos días). Pues no, otro olvido.

6. Las nóminas de las cajas, ¿y la suya?

Aprobamos un sueldo máximo para las entidades intervenidas (…) Había que explicar esto muy bien, teniendo en cuenta la situación de partida de las nóminas (de escándalo en muchos casos) que se estilaban en las entidades. (página 53)

A lo largo de varios pasajes del libro, Luis de Guindos critica con contundencia el sistema de las cajas de ahorro, la politización de sus órganos de dirección y las remuneraciones de sus directivos. Estos sueldos, aunque no tuvieron un efecto directo en las quiebras (aunque eran salarios millonarios, eran cantidades pequeñas en relación con los agujeros en los balances), han acaparado buena parte de las críticas. Bonus, sueldos superiores a los del sector privado, beneficios, tarjetas de representación, planes de pensiones, indemnizaciones millonarias en entidades rescatadas… Lo que ocurrió en la mayoría de las cajas es un escándalo y De Guindos lo critica.

Sólo un pero, de nuevo relacionado con un olvido significativo. Luis de Guindos fue consejero independiente de Banco Mare Nostrum (en el que formó parte de la Comisión de Auditoría), una de las entidades que tuvieron que ser nacionalizadas. Nada de eso aparece en el libro, en el que tampoco detalla cuáles fueron sus nóminas, ni sus funciones ni su remuneración total durante su permanencia en la entidad.

7. El rescate de las CCAA

A cambio [de la ayuda financiera, las comunidades autónomas] debían presentar planes de ajuste para cumplir los objetivos de estabilidad presupuestaria, es decir, para reducir el desfase entre ingresos y gastos. (página 69)

De Guindos explica a lo largo del cuarto capítulo del libro cómo el Gobierno metió en cintura a las regiones, cómo rescató a varias (Valencia y Cataluña, en especial) para evitar que su quiebra se llevara por delante al conjunto del país. Eso sí, tampoco aquí se acuerda de explicar que, a pesar de todos estos esfuerzos (si es que así se puede calificar), los gobiernos autonómicos han incumplido el déficit en todos los años de la legislatura.

8. El no rescate

Mi preocupación era dejar bien claro que no era un rescate completo a España, al estilo de Grecia, Irlanda o Portugal, sino un ‘programa de asistencia financiera, destinado exclusivamente a los bancos. (página 109)

Es evidente que el rescate a España no es equiparable al que soportaron griegos o lusos. Pero a pesar de que De Guindos maquille la cuestión, sí hubo condiciones macro. En el libro, se reconoce que el MoU incluía la siguiente disposición: "El progreso en estas áreas, reducción del déficit público y corrección de los desequilibrios macroeconómicos". Al ministro se le han olvidado los puntos 29-31 del MoU (ver aquí) y todas las condiciones asociadas al mismo.

9. La lección

La primera lección de esta crisis es que hay que tener la honestidad de hablar claro. Se suele hablar de los ajustes, [pero] había que reconducir el déficit y cualquier Gobierno responsable habría hecho más o menos lo mismo. La transparencia es el mejor de los antídotos. (páginas 150-1)

"Hablar caro", "transparencia"… no parece una mala receta. Pero por eso mismo y ya que estamos hablando del déficit y del cumplimiento de las cuentas públicas, podría haber recordado De Guindos que España ha incumplido con sus compromisos con la UE en todos los años desde 2012. Como él ha sido el encargado de negociar con Bruselas, no habría extrañado una explicación en este libro. También se le ha olvidado.

10. Matar al padre

Llamé a Rodrigo Rato en 2011 y le dije, ‘Rodrigo, esto no me gusta nada’. Él no parecía tan preocupado. (…) Rato no es economista, ha sido sobre todo un político. Su salida del FMI un año y medio antes de cumplir su mandato fue muy decepcionante. Las razones verdaderas creo que sólo las sabe él, yo no voy a contribuir a la extensa rumorología. Pero sí parece que a partir de ahí su brillante trayectoria se tuerce (página 21)

Quizás la parte que más comentarios generará, aunque desde el punto de vista económico es la menos importante. De Guindos dedica varios párrafos a Rodrigo Rato y no son precisamente positivos. Esto puede tener sentido en la parte dedicada a Bankia (al fin y al cabo fue ahí donde chocaron los antiguos amigos), pero sorprenden algunas de las frases del capítulo primero, en el que De Guindos explica lo que ocurrió en el año 2011 y cómo comentaba con Rato la crisis que se nos venía encima. Lo cierto es que deja en muy mal lugar a su exjefe (¿también ha olvidado quién le metió en la política de primer nivel?), con algunos comentarios muy duros. Por ejemplo, lo de "Rato no es economista"… el ministro de Economía ajusta cuentas con el que fue su padre político y lo hace sin miramientos.

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