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Emilio J. González

Ence, en la pista de salida

El Gobierno tiene previsto concluir el martes 12 de junio la primera fase de la privatización de Ence, esto es, la adjudicación del 24% del capital de la empresa fabricante de celulosa a uno de los tres consorcios que optan a convertirse en el accionista de referencia, o núcleo duro, de la compañía.

El proceso no ha estado exento de polémicas, aunque nunca han alcanzado los niveles de las que rodearon a la salida a Bolsa de Iberia. Pero las ha habido y, como no podía ser menos tratándose de una empresa pública, el presidente de la Sepi, Pedro Ferreras, ha estado involucrado en alguna de ellas. Más concretamente, Ferreras dijo que habría acción de oro --la capacidad del Gobierno para vetar ciertos acuerdos de la empresa-- en Ence, cuando el Ministerio de Hacienda ha descartado inicialmente esa posibilidad. Después, Ferreras volvió a la carga con la cuestión de los socios y rechazó públicamente que se descartase a Portucel, una empresa pública lusa, cuando la política del Ejecutivo en este sentido es clara: no se privatiza para entregar una compañía pública a otro Estado.

Por este motivo, diga lo que diga Ferreras, el fabricante portugués de celulosa tiene muy pocas posibilidades de convertirse en el accionista de referencia de Ence. Aún así, la solución del concurso no es sencilla. Quedan otros dos grupos en litigio. Pero uno de ellos, formado por Bankinter, Banco Zaragozano y Caixa Galicia no es muy bien visto por el Ministerio de Hacienda, que teme que lo que busque este consorcio sea una inversión financiera para deshacer posiciones y recoger plusvalías unos años después. La presencia de Caixa Galicia parece garantizar cierta permanencia temporal, puesto que Ence tiene muchos intereses en la comunidad gallega, pero el alcance de esa garantía no llega a los otros tres socios.

Luego está el tercer consorcio, con el Banco Pastor, la portuguesa Sonae y la Agrupación Forestal Gallega. Si este grupo es el ganador, se matarían varios pájaros de un tiro. Por un lado, habría más garantías de permanencia, con los productores de árboles dentro del capital. Por otro, se daría satisfacción a Portugal, al que no le ha sentado muy bien que Portucel no esté bien vista para convertirse en accionista de referencia. Sobre el papel, por tanto, y a falta de conocer las ofertas concretas de cada u no, éste es el grupo con más posibilidades. En poco tiempo saldremos de dudas.

Después viene la cuestión del precio. Los posibles candidatos a accionistas de referencia no parecen muy dispuestos a que les pase lo mismo que al núcleo duro de Iberia, esto es, a que el precio que paguen por entrar, incluyendo la prima por formar precisamente el núcleo duro, sea muy superior al que paguen después los inversores institucionales en la OPV que haga la Sepi. Y Ence es una compañía en estos momentos infravalorada en Bolsa debido a su escasa liquidez y a que es un valor cíclico y, por tanto, estos días cotiza a la baja, a pesar de que su rentabilidad está entre las tres más altas del paqué español.

La privatización de Ence, por tanto, es un proceso complejo. Afortunadamente, no exige ni las medidas de urgencia ni el encaje de bolillos que hubo que hacer con Iberia.

En Libre Mercado

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