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George Reisman

La OPEP financia el terrorismo

Las bases financieras del terrorismo árabe provienen de las ventas de petróleo de los miembros del cártel de la OPEP. En el caso de Irak y Libia, la conexión es directa: las ganancias petroleras van a gobiernos terroristas.

En otras partes, como Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos, la conexión es indirecta. Por ejemplo, la fortuna heredada por Osama ben Laden proviene de la empresa de construcción de su familia, la más grande en Arabia Saudita. Pero las actividades de su grupo terrorista también reciben contribuciones de otras familias que han hecho fortuna en las ricas naciones petroleras de la región.

Siendo el petróleo del Medio Oriente la principal fuente del dinero de estos terroristas, la clave para reducir el financiamiento de sus actividades es reducir lo más posible los fondos que van a manos del cártel petrolero.

La producción anual de la OPEP es de alrededor de 11 mil millones de barriles, por lo que cada dólar de reducción del precio del barril petrolero significa 11 mil millones de dólares menos que van a manos de los miembros del cártel.

Ya existen los medios para reducir en al menos 10 dólares el precio del petróleo y, quizá, hasta en 20 dólares. Lo que hace posible lograr tan grandes reducciones en el precio del petróleo en poco tiempo es la misma característica que hace que se disparen los precios cuando se reduce la producción en un pequeño porcentaje.

En los años 70, la reducción de la oferta en unos pocos puntos porcentuales hizo que se duplicara ampliamente el precio del petróleo. En los años 80, el precio cayó en dos terceras partes en respuesta a un modesto aumento de la oferta. Fue necesaria esa gran caída en los precios para que el mercado absorbiera la oferta adicional.

Hoy es posible lograr una dramática reducción del precio del petróleo, aún más grande que la de los años 80. Y eso se puede hacer de inmediato si el gobierno de Estados Unidos suspende las restricciones a la producción de energía nacional inspiradas y promovidas por el movimiento ambientalista.

Las nuevas fuentes en Estados Unidos aumentarían la oferta mundial de petróleo en los pocos puntos necesarios para que los precios caigan en picado, mientras que cualquier intento de la OPEP en mantener altos los precios aumentaría considerablemente las ganancias de la industria en Estados Unidos, permitiendo su rápida expansión.

La eliminación de las restricciones al carbón, a la producción de gas natural y a la energía nuclear multiplicaría el problema para la OPEP. Por lo tanto, darle libertad de acción a los productores de energía dentro de Estados Unidos destruiría la posibilidad que la OPEP mantuviera los precios del petróleo en los actuales niveles, a través de la reducción de la producción de sus países miembros.

Si Estados Unidos hubiese gozado de una política de libertad económica en el campo energético en los últimos 30 años, el cártel de la OPEP no hubiera funcionado ni se hubieran acumulado los inmensos recursos capaces de financiar el terrorismo.

Cada barril de petróleo que los verdes han logrado que no se produzca en Estados Unidos debido a las regulaciones impuestas por el gobierno, se ha traducido en enriquecimiento de quienes controlan la riqueza petrolera en los países de la OPEP y en mayores fondos para el financiamiento del terrorismo.

Después de la muerte de miles de personas inocentes y la destrucción de propiedades con valor tanto simbólico como económico, los ambientalistas tendrán que decidir lo que más aprecian: sus sueños de un planeta sin la huella del hombre o la vida, no sólo de las futuras víctimas del terrorismo, sino de los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas que tendrán que combatir el terrorismo.

© AIPE
George Reisman es profesor de economía de la Pepperdine University y autor de Capitalism: A Treatise on Economics.


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