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EDITORIAL

Tener hijos ya es “progre”

El PSOE de Zapatero se debate entre las propuestas de gobierno razonables y constructivas (aunque no suelen tener en cuenta su impacto fiscal y presupuestario) y entre el estilo clásico parlamentario del argumento chascarrillero ad hominem, en el que Guerra y González eran consumados maestros, pero en el que no destacan precisamente los integrantes de la llamada guardería. Es una lástima (para el PSOE) que el ex presidente del Gobierno no prodigue su brillante oratoria en el Congreso de los Diputados, del que forma parte y por el que apenas comparece, quizá por su agitada vida profesional.

Huérfano de los recursos dialécticos de un González —que fue capaz de organizar un referéndum anti-OTAN y después pedir, afortunadamente, el ‘Sí’ al ingreso en el tratado atlántico—, de los que el ex presidente del Gobierno hizo gala el miércoles y en directo para los informativos de Tele 5 —en defensa de su propia causa y en desahogo de su rencor contra Aznar a cuenta del asunto de la metedura de pata de Cabanillas en torno al tan traído y llevado viaje—, a Zapatero no le será fácil explicar con cierta coherencia la razón del brusco giro que intenta imprimir al PSOE en materia de política familiar si no es renunciando abiertamente a lo que los socialistas han venido defendiendo desde siempre.

No son tan lejanos los tiempos en que los socialistas rechazaban de plano las medidas tendentes a favorecer la natalidad con el pretexto de que se trataba una de las políticas más sobresalientes y publicitadas del régimen anterior. Era frecuente oír en boca de los líderes socialistas barbaridades como que los empresarios querían mano de obra barata y el Ejército "carne de cañón". El relativismo moral inoculado por los intelectuales orgánicos del socialismo en la sociedad española, unido a la denostación sistemática del papel de madre y ama de casa (la “maruja”) y de la paternidad responsable, la propaganda pro-abortista, y la nefasta política económica y educativa que el PSOE aplicó en los diez primeros años en el poder (prácticamente la mitad de los parados eran jóvenes menores de veinticinco años), son quizá las principales causas de que España tenga, junto con Grecia e Italia, una de las tasas de natalidad más bajas del mundo.

Con un debe tan abultado, y poniendo como ejemplo a Suecia (el referente político clásico de los socialistas españoles, que ya ha iniciado la “deconstrucción” de su omnímodo estado del bienestar), Zapatero propone favorecer con 3.000 euros a quienes traigan el segundo hijo al mundo, y con 6.000 para el tercero y sucesivos. En total, un gasto de 6.000 millones de euros en cinco años (1 billón de pesetas), en lo que el líder socialista califica como “el [plan] más revolucionario en política social desde la Transición”.

No deja de ser curioso que el Partido Socialista saque a la luz preocupaciones que tradicionalmente eran consideradas "de derechas", como la protección a la familia y la seguridad ciudadana; pero sea bienvenida en cualquier caso esta novedosa preocupación de los socialistas por la natalidad y la seguridad ciudadana. Por lo visto, tener hijos ya es “progre” —siempre fue progresista, puesto que sin población no hay progreso posible— así como también parece serlo el asociar libertad con seguridad.

Sin embargo, el líder del PSOE no ha explicado con qué nuevos impuestos se financiará esta reedición de los premios a la natalidad, ni sobre quiénes habrán de recaer. Al parecer, la responsabilidad presupuestaria y fiscal de los gobernantes todavía sigue siendo “de derechas”; y hurgar inmoderadamente en el bolsillo del contribuyente todavía sigue siendo de "izquierdas".

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