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EDITORIAL

PIB: Ligero contratiempo

La rebaja en las previsiones de crecimiento del PIB que hizo pública Rodrigo Rato el viernes obedece a la necesidad de reconocer que la crisis económica internacional y la fuerte depreciación de los valores bursátiles han afectado algo más de lo que se pensaba a la economía española. Nuestras exportaciones han perdido fuelle y la crisis bursátil ha incidido en la confianza de los consumidores, quienes al ver diezmadas sus inversiones optan por moderar sus gastos.

No obstante, crecer al 2,2% cuando la media de la zona euro apenas alcanza el 1,25% según datos de la OCDE, puede considerarse como un éxito relativo; sobre todo si tenemos en cuenta nuestra historia económica reciente. Por primera vez en muchos años, nuestro crecimiento en época de recesión es mayor que el de la media europea, y el umbral de creación de empleo, que a principios de los noventa se situaba en crecimientos del PIB en torno al 3,5%-4%, hoy está en torno al 2%, pues las previsiones de creación de empleo para 2002 rondan los 170.000 nuevos puestos de trabajo.

El equilibrio presupuestario y las tímidas reformas económicas y fiscales del Gobierno desde 1996 han surtido efectos positivos que hoy pueden verse en la serenidad con que la economía española afronta la desaceleración económica mundial, que ya no se manifiesta en nuestro país con destrucción masiva de empleo y de tejido industrial.

Con todo, hay que señalar que para seguir creciendo y creando empleo es preciso acometer una reforma en profundidad del nuestro sistema fiscal. La rebaja en tres puntos del IRPF, que situará el tipo marginal máximo en un todavía exorbitado 45%, con ser positiva, es a todas luces insuficiente, sobre todo si se tiene en cuenta que los tramos de la escala de gravamen no se van a revisar en función de la pérdida de poder adquisitivo.

Y, precisamente en función de los efectos de esta ligera rebaja impositiva (que no es tal si se tiene en cuenta el efecto de la inflación sobre los tramos del IRPF), además de en una favorable evolución de los precios del petróleo y de la recuperación de las bolsas, confía el Gobierno para presentar un cuadro macroeconómico en el que se alcanzarían el 3% de crecimiento del PIB y la creación de 280.000 nuevos empleos para el año 2003. No parecen previsiones descabelladas, habida cuenta de que, según la OCDE, la zona euro crecerá en 2003 al 2,9%.

Sin embargo, en lugar de confiar en los avatares del precio del barril de petróleo y en la recuperación del gigante norteamericano para garantizar el crecimiento y la creación de empleo, sería más sensato profundizar en el proceso liberalizador que la economía española viene experimentando desde 1993. Además de la vertiente fiscal, sería preciso incidir con más intensidad en las necesarias reformas del mercado de trabajo, así como también del sistema público de pensiones.

En Libre Mercado

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