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EDITORIAL

Intransigencia sindical

Una de las enseñanzas más evidentes de la economía es que tanto los empresarios como los trabajadores deben ponerse al servicio del consumidor si no quieren perder, respectivamente, su lugar en el mercado o su puesto de trabajo. Los empresarios, que arriesgan su capital o son responsables de los capitales que otros les ceden o prestan, tienen bien aprendida esta lección por imperativo de la cruda realidad: si el consumidor no compra lo que producen, deben rectificar si no quieren afrontar la quiebra. Y si lo que producen es insuficiente para la demanda, no tardarán en surgir otros empresarios competidores que les disputen su posición en el mercado para cubrir esa insuficiencia.

Sin embargo, esta parece ser una de las lecciones más difíciles de aprender para los líderes sindicales, que entienden la negociación y las relaciones laborales, no como un compromiso mutuamente beneficioso para empresarios y trabajadores en el marco de la adecuada satisfacción de las necesidades del consumidor, sino como una especie de lucha épica en la que, poco a poco, se van arrancando concesiones y prebendas al “empresario explotador”.

En medio de una recesión generalizada en el sector del automóvil, el modelo Ibiza, producido en exclusiva por la fábrica de SEAT en Martorell, ha sido el único que ha experimentado un fuerte crecimiento en su demanda. La empresa, que había pactado con los sindicatos un paro de la roducción ante la previsible caída de la demanda, se encontró con la favorable sorpresa de que la producción con el calendario laboral pactado sería insuficiente. Ante tal eventualidad, y como medida provisional mientras se negociaba otro calendario, los directivos de SEAT propusieron a los representantes sindicales trabajar diez días más lo que queda de año para poder atender la demanda. Sin embargo, su propuesta chocó frontalmente con la intransigencia de los representantes sindicales: CCOO sólo admitió el reclutamiento de voluntarios, UGT aceptó trabajar sólo cinco días más y por el doble del salario de un día festivo, y CGT únicamente admitió la celebración de un referéndum.

El grupo alemán propietario de la empresa, ante la falta de colaboración de los sindicatos, ha decidido fabricar las 50.000 unidades del Ibiza necesarias para cubrir el incremento de la demanda (un 10% de la producción) en Bratislava, privando así a SEAT de la exclusiva en la fabricación de este modelo, y ya ha anunciado que cuando sea necesario recortar la producción, los recortes los sufrirá SEAT y no Skoda. Es la consecuencia lógica del intento de imponer las condiciones de un monopolista cuando no se tiene el monopolio: la demanda –en este caso, la de servicios laborales– busca mejores condiciones en otros lugares. Y es también una muestra de lo que se puede esperar, en general, de los sindicatos españoles, más dispuestos a cerrar empresas y enviar trabajadores al paro que a ceder en sus pretensiones. Por eso, no es de extrañar que se opongan ferozmente a la reforma de las prestaciones por desempleo en lugar de colaborar con los empresarios y el Gobierno para seguir reduciendo la cifra de parados. La burocracia sindical, que vive del dinero público, en cualquier caso no dejará de cobrar su nómina a fin de mes.

En Libre Mercado

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