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Ricardo Medina Macías

Slim y el PRD

En el mundo hay decenas de empresarios o negociantes exitosos que apoyan proyectos y gobiernos de “izquierda”. Lo hacen porque es un buen negocio y porque el nacionalismo “progre” salvaguarda sus rentas.

Hace unos días un colaborador ocasional del periódico Reforma llamaba la atención sobre el hecho de que las propuestas actuales del PRD, respecto de la legislación que convendría para la industria de las telecomunicaciones coinciden puntualmente con las propuestas de la empresa de telefonía que lidera el mercado en México: Telmex.

Lo sorprendente es que hace menos de diez años el principal accionista de Telmex, el ingeniero Carlos Slim, era tachado por los caudillos del PRD, como Cuauhtémoc Cárdenas, de siniestro empresario neoliberal y de presunto socio clandestino del odiado presidente Carlos Salinas de Gortari.

Qué bueno que el tiempo haya permitido que la izquierda vernácula abriese los ojos y dejase atrás su afán de ver conspiraciones tras cada arbusto y de lanzar calumnias a diestra y siniestra.

Imagino que algunos despistados dirán que esta coincidencia entre la izquierda y quien controla la empresa privada más grande de México –y cuyo conjunto de empresas es el principal anunciante de los medios de comunicación mexicanos, por encima incluso del gobierno federal–, obedece a que la izquierda en México se ha modernizado y ha dejado atrás los tabúes y el esquematismo.

A mayor abundamiento, estos despistados dirán que hoy el PRD nada tiene que objetar al proceso mediante el cual se privatizó Telmex. Si mucho me apuran no faltará el “progre” que –con gran “apertura”–, mencione el caso como el de una privatización “buena”. Por si fuese poco, el conspicuo alcalde de Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, destacado líder del PRD –a quien más de uno le ve tamaños para ser una suerte de Lula mexicano en las elecciones presidenciales del 2006–, ha pactado con Slim un ambicioso proyecto de regeneración del muy deteriorado centro histórico de la Ciudad de México.

Pero estas interpretaciones son despistes ingenuos. Ni la izquierda en México se ha vuelto tan moderna como para abandonar sus dogmas queridos –basta leer y escuchar a sus representantes y voceros–, ni Slim ha sufrido un vuelco franciscano en su vida de hombre de negocios.

Al contrario, Slim hace lo que todo ser humano que busca utilidades –se supone que eso son los empresarios y los inversionistas– y aprovecha el mejor entorno para mantener boyantes sus negocios.

El mejor entorno para los negocios del señor Slim coincide con “valores” que la izquierda mexicana ha hecho suyos en su lucha frontal contra el libre mercado y la libre competencia.

Así de sencillo. Así de pragmático. El tiempo habrá de decirnos quién trabajó para quién. De lo que no cabe duda es que en estos encuentros de interés, los que nada ganan son los consumidores. Pero, ¿a quién le importan esos?

Ricardo Medina Macías es analista político mexicano.

© AIPE

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