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EDITORIAL

Una bajada de tipos inútil e inoportuna

La teoría económica y la experiencia demuestran que la política monetaria sólo es eficaz para combatir las crisis derivadas de la escasez o del exceso de liquidez en el marco de una economía saneada, con un presupuesto equilibrado y sin trabas administrativas que impidan su crecimiento. La manipulación de los tipos de interés o de los tipos de cambio en economías con problemas estructurales acaba por provocar inflación o estancamiento económico, y en última instancia, ambas cosas a la vez.

La prueba más elocuente es, quizá, la propia economía española; que antes de equilibrar las cuentas públicas, liberalizar algunos sectores y rebajar la presión fiscal, era incapaz de crear empleo con tasas de crecimiento por debajo del 4% sin que la tasa de inflación cruzara el umbral de los dos dígitos. Aunque insuficientes –quedan pendientes la del mercado de trabajo, abortada por el giro centrorreformista del PP, así como la del suelo, la de los precios de la energía y, sobre todo, la de la Seguridad Social–, las reformas acometidas permiten hoy a la economía española crear empleo con tasas de crecimiento inferiores al 2%, con el presupuesto equilibrado, con una inflación todavía moderada –una muestra de que aún quedan reformas pendientes– y en medio de una recesión mundial que ni siquiera respeta a EEUU.

En cambio, Francia y Alemania, paladines de la rectitud financiera y monetaria y baluartes de la economía europea cuando impulsaron el euro, no han transitado por el mismo camino que España o Irlanda. Y los resultados son unas raquíticas tasas de crecimiento, el incremento del desempleo y el descontrol del déficit público. Si España –partiendo de una situación inicial mucho más desfavorable– puede crecer y crear empleo en plena recesión mundial compartiendo moneda, política monetaria y área de libre cambio con Alemania y Francia, no parece que la causa del estancamiento de la locomotora francoalemana sea una política monetaria excesivamente restrictiva. Como tampoco lo es de la postración de Japón, que dura ya más de doce años aun a pesar de la política de tipos de interés cero y del generoso gasto público.

La bajada de medio punto en los tipos de interés de la eurozona –hasta el 2.75%–, acordada por el Consejo de Gobierno del BCE, no servirá para impulsar el crecimiento económico de Francia y Alemania –quizá todo lo contrario– si estos países no equilibran antes sus presupuestos y acometen un proceso de liberalizaciones y desregulaciones similar al español. Sin embargo, esa bajada puede hacer mucho daño a la economía española. Un crédito más barato dará nuevo impulso a la burbuja inmobiliaria, que ya empezaba a mostrar síntomas de agotamiento. Y aunque es cierto que la supresión del IAE para las PYMES puede contribuir a mitigar el incipiente brote inflacionista –así como también podría hacerlo una revisión de la regulación del comercio minorista en lo relativo a las grandes superficies y los horarios comerciales– no es menos cierto una tasa de interés del 2,75% con un presupuesto equilibrado apenas deja margen para la lucha contra la inflación en nuestro país.

Además, con una tasa de inflación cercana al 4%, el tipo de interés real para la economía española ya es nulo o negativo, lo que implica un incentivo al endeudamiento precisamente cuando convendría –como ha reconocido recientemente Rodrigo Rato– empezar a limitarlo. Sobre todo cuando la mayoría de las hipotecas (la principal fuente de endeudamiento de las familias españolas) se firman con tipos de interés variable

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