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Isabel Durán

La boda desde la cárcel

El ingreso en prisión de Manuel Prado cierra el círculo. Primero fue de la Rosa y luego Conde.
 
El ingreso en prisión de Manuel Prado y Colón de Carvajal cierra el círculo de la España del pelotazo, la España en la que uno podía hacerse rico más rápidamente, la España socialista de Felipe González donde la corrupción y el nepotismo camparon a sus anchas.
 
Primero fue de la Rosa , luego Conde y ahora Manoloprado. El embajador real –que no diplomático– que perdió el brazo izquierdo en un accidente, se sirvió hasta la saciedad de su amistad con el Monarca. Alardeaba de ayudarle en la administración de sus negocios, decía ser su confidente y cuando se refería a él, lo hacía campechanamente como “el patrón”. Presentó al Rey a Javier de la Rosa y les utilizó a ambos para montarse en el dólar. Cuando llegaron los problemas, el empresario catalán no dudó en acusar al manco, quien intentó parapetarse tras el real paraguas y estalló el lío.
 
La historia saltó a la opinión publica cuando José Díaz Herrera y quien suscribe este artículo publicamos el 9 de noviembre de 1995 en el ya desaparecido Diario 16 una información titulada Jaque al Rey. Aquello destapó la caja de los truenos. El especulador sin escrúpulos, otrora uno de los hombres más poderosos del país, Javier de la Rosa, había estado lanzando advertencias a todo aquel que quisiera oírle sobre los supuestos pagos de hasta 100 millones de dólares "al antiguo embajador por indicación y petición de una alta institución de España”.
 
Acusado ante la Corte Comercial de Londres por la nueva dirección de KIO de malversar 500 millones de dólares, el empresario catalán implicaba en su operación de chantaje a Mario Conde –quien siempre lo negó categóricamente–, a Manoloprado y de paso intentaba llevarse por delante al Rey en una huida hacia delante para salvar el pellejo.
 
Hoy puedo contarles que: primero, les ganamos sendas querellas criminales a Conde y de la Rosa a pesar de su ejército de abogados y nuestra humildad de medios. Segundo, uno de los factores clave fue el envío de una carta por parte del entonces jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa, a la Fiscalía General del Estado donde reconocía que los hechos que desvelábamos eran ciertos, es decir que el catalán había intentado chantajear a la Corona.
 
Tercero, al calor del debate de la guerra de Irak, ahora tan de actualidad, todavía quedan muchas incógnitas de la participación española en la anterior guerra por  esclarecer. Por ejemplo, el destino de los supuestos sobornos del hombre de KIO en España destinados a conseguir el apoyo del Gobierno de González. De la Rosa aseguraba que era dinero para la creación de un lobby institucional en los aledaños del Ejecutivo dedicado a captar todas las adhesiones posibles para liberar a la familia real kuwaití, propietaria de KIO, de la bota militar de Sadam Husein, tras la ocupación por parte del dictador iraquí en agosto de 1990. ¿Hubo más destinatarios del maná kuwaití en el entorno de González como asegura De la rosa o se repartieron los petrodólares entre él y Prado?
 
Y cuarto. Queda por establecer el papel jugado por el entonces director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Antonio Zabalza, y los acuerdos a los que llegó con los hombres de KIA en El Cairo para que se restituyeran los bienes robados por este par de delincuentes al Gobierno kuwaití. ¿Cuánto costó al erario público tapar el agujero dejado por el agiotista catalan en el imperio económico kuwaití?
 
Los antaño tres prohombres de los negocios de la España del pelotazo que cumplen hoy condena por delitos de guante blanco tienen un punto en común. Su acercamiento a la Familia Real para  utilizarlo como trampolín definitivo a la conquista del éxito social y económico. Un portavoz oficioso de la Zarzuela dijo tras la publicación del escándalo: "El grano que con bulos y mentiras se ha intentado crear en torno a la figura del Jefe del Estado ya ha reventado. A partir de ahora habrá que poner más cuidado en evitar que nadie utilice el nombre del Rey. Y la herida producida cicatrizará por sí sola en poco tiempo".
 
Que así sea. Casi una década después las cámaras de televisión no pudieron captar la imagen de Manuel Prado ingresando en la prisión de Sevilla 2. Al conocerse la noticia, quien seguramente pidió cava desde Alcalá Meco fue Javier de la Rosa. No descansaré hasta ver al ortopédico entre rejas para que vea lo bien que se pasa en la cárcel con una sola mano (sic).
 
Para justificar sus sucios negocios, Manuel Prado y Colón de Carvajal se jactaba de su íntima amistad con la familia real. "Con la de veces que he tenido yo al Príncipe y a las infantas en mi regazo". Tras sus fechorías, no sólo no será invitado a la boda del heredero de la Corona sino que tendrá que conformarse con verla desde la cárcel. Él, sólo él y nada más que él se lo ha buscado.

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