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Carlos Rodríguez Braun

Mercado en Europa

Le doy una razón objetiva e incuestionable por la cual debería usted y cualquier enemigo de la libertad precipitarse a votar sí en el referéndum: la expresión “propiedad privada” no aparece ¡ni una sola vez!

El catedrático José Vidal-Beneyto lamenta en El País “el primado de la condición comercial y financiera del Tratado con la consagración del mercado, citado 78 veces, y de la competencia, con 27 ocurrencias, como referentes máximos, y sobre todo, la cancelación de la política y la dilución de lo social”. Hay muchas razones para oponerse al Tratado constitucional europeo, pero es ridículo acusarlo de un liberalismo excesivo.
 
Si algo consagra el Tratado es precisamente lo que Vidal-Beneyto ansía: la política y lo “social”, que en absoluto han sido cancelados ni diluidos. Pero esta consagración de la política le parece al profesor muy insuficiente, porque él quiere un texto aún más antiliberal, donde no haya límites para la expansión de la política a través de la regla mayoritaria, y que sería la “Constitución política, social y ecológica que Europa reclama”.
 
No presumo yo de saber lo que Europa, nada menos, reclama, pero también sé contar, y por eso puedo tranquilizar al catedrático. Es verdad que la palabra “mercado” aparece muchas veces, pero en la mayoría de los casos es el mercado tal como lo entienden los políticos, es decir, un sitio donde intervienen. Resulta ilustrativo comprobar que el respeto que se pretende brindar a la propiedad no es mayor a escala europea que a escala nacional. El art. II-76 alude a la “libertad de empresa” pero en conformidad con las leyes nacionales, es decir, las leyes que la han quebrantado sin recato. El art. II-77 reconoce la propiedad pero limita ese derecho conforme a la “utilidad pública” y el “interés general”, igual que hace nuestra Constitución Española por mor de la “función social”. ¿Y esto es el apogeo del liberalismo desalmado y antisocial? Que no, don José, que no. Le doy una razón objetiva e incuestionable por la cual debería usted y cualquier enemigo de la libertad precipitarse a votar sí en el referéndum: la expresión “propiedad privada” no aparece ¡ni una sola vez!

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