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Ricardo Medina Macías

61 por ciento

61%. Si yo tuviera que explicar el problema francés con un solo número ése sería

No faltará quien piense que es maravilloso que en Francia el salario mínimo sea equivalente al 61% de la media de todos los salarios del país. Se equivoca. En realidad es una pesadilla que explica muchas cosas y, en parte, las protestas que hemos estado viendo en estos días en la televisión. Veamos por qué.
 
Johan Norberg, libertario sueco promotor y partidario de la globalización y del verdadero libre comercio despachó esta semana en su blog, en un párrafo magistral, una de las explicaciones más lúcidas que he leído sobre las causas detrás de las turbulentas jornadas de violencia social que vive Francia.
 
Escribe Norberg: "61%. Si yo tuviera que explicar el problema francés con un solo número ése sería". Y explica que el salario mínimo en Francia es 61% de la media de los salarios de ese país. Eso significa que si tu productividad es sólo 60% de la productividad media de quienes tienen trabajo en Francia –y lo es por tu falta de educación y escolaridad, por tu falta de experiencia o por tus insuficientes conocimientos del idioma francés– es prohibitivo contratarte para cualquier trabajo. Entonces, probablemente nunca tendrás la oportunidad de adquirir, mediante un empleo, las destrezas, los conocimientos y la experiencia que te hace falta. Y entonces, concluye, para siempre te quedarás fuera, en el desempleo permanente, muriéndote de frío.
 
Para comparar la cifra mágica de 61% en Francia, ese mismo indicador –relación entre el salario mínimo y la media de los salarios del país– es de 36% en Estados Unidos y de 43% en Canadá. Las cifras citadas por Norberg provienen de la investigadora Jennifer Buckingham del Centre for Independent Studies de Australia.
 
No dudo que algún promotor de la demagogia social-burócrata (elija usted a su favorito) nos diría que es maravilloso que Francia sea una sociedad tan igualitaria que el obrero más mal pagado en la economía formal apenas esté 39 puntos porcentuales por debajo de la media de los salarios nacionales.
 
Lo que no nos dirá el promotor de la demagogia es que gracias a esa "maravillosa conquista social" del salario mínimo elevado hay en Francia millones que mal subsisten en la economía "negra" o en la abierta delincuencia porque les resulta imposible encontrar un empleo e integrarse en la economía, en la convivencia social y en las leyes francesas.
 
Hay más, como por ejemplo la incapacidad de la hipertrofiada educación pública francesa para conectar con la productividad, así como el hipócrita racismo que se respira en la "tolerante" Francia, pero quedémonos por lo pronto con la cifra mágica de 61% y con la evidencia de que algunas "conquistas laborales y sociales" (como el salario mínimo) se vuelven armas letales contra los más pobres.
 
Hace mucho frío allá fuera y, en la desesperación, uno podría comprar cualquier veneno al primer agitador astuto que nos venda la revuelta social como solución instantánea.

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