Menú
Emilio J. González

ABN y el futuro de la Europa bancaria

El ABN Amro está considerado como el banco más representativo de la esencia financiera holandesa, por lo que en ámbitos políticos, financieros, empresariales y mediáticos empieza a ejercerse presión para que no se venda

La OPA sobre el banco holandés ABN Amro que acaba de presentar el consorcio formado por el Santander, Royal Bank of Scotland y Fortis va a marcar de forma importante la evolución del sector bancario europeo en los próximos años.

La entidad holandesa es objeto de deseo tanto por parte del británico Barclays Bank como del consorcio liderado por el Santander. Ambos han presentado sendas ofertas por el ABN, si bien la de la entidad cántabra y sus socios es, por ahora, mejor que la de los ingleses, aunque todavía no está dicha la última palabra al respecto ya que, en buena lógica, el Barclays intentará reaccionar. Lo que está en juego en esta operación es mucho. Quien finalmente consiga hacerse con el banco holandés habrá dado un paso de gigante para convertirse en uno de los principales líderes del sector a nivel europeo. Esa es, en parte, la pugna que mantienen Barclays y el consorcio encabezado por el Santander. Y, como derivada de ello, está también en juego el liderazgo de la banca británica. Si Barclays se queda con el ABN, habrá puesto mucho terreno de por medio respecto al Royal Bank, quien, al conocer las intenciones de su principal competidor en el Reino Unido, organizó el consorcio que le permitiera competir con el Barclays.

Además del liderazgo, hay en juego una segunda cosa más importante aún si cabe, esto es, el futuro del sector bancario a nivel europeo. La Comisión Europea está tratando de consolidar un auténtico mercado financiero y bancario en el seno de la Unión Europea, con medidas como la directiva sobre mercados e instrumentos financieros o la puesta en marcha del crédito o la cuenta bancaria europea única, además de presionar en la medida de lo posible para evitar que los distintos estados miembros levanten barreras a las operaciones de integración transnacionales para proteger a sus bancos. Estas prácticas, por desgracia, son demasiado habituales en el sector bancario europeo. Cuando el BBVA quiso adquirir la italiana Banca Nazionale del Lavoro, el Banco de Italia, siguiendo instrucciones del Gobierno del país transalpino, hizo todo lo posible para impedirlo, lo mismo que cuando el propio ABN quiso hacerse con la Banca Antonvenetta, si bien en este último caso el Ejecutivo italiano no logró salirse con la suya. La propia Alemania, sin ir más lejos, utiliza todos los mecanismos a su disposición para evitar que los bancos germanos caigan en manos del capital extranjero. Estos sucesos podrían repetirse ahora en Holanda.

El ABN Amro está considerado como el banco más representativo de la esencia financiera holandesa, por lo que en ámbitos políticos, financieros, empresariales y mediáticos empieza a ejercerse presión para que no se venda o, cuando menos, para que no se venda al consorcio liderado por el Santander. Si fuera al Barclays, la cosa sería muy distinta. Las plazas financieras de Londres y Ámsterdam han estado históricamente muy unidas. Fueron las dos primeras en integrarse como mercados financieros allá por el siglo XVIII, con intercambios constantes de información, establecimiento de sedes bancarias a uno y otro lado del Canal de La Mancha y fomentando las relaciones financieras entre ambos sobre la base de la protección de los derechos de los inversores. De hecho, tanto Inglaterra como Holanda fueron pioneros en el establecimiento de leyes destinadas a este fin. Por este motivo, para los holandeses resulta más natural y digerible que sea un banco británico quien se quede con el ABN si es que alguien tiene que hacerse con su control.

La aparición en escena de españoles (Santander) y belgas (Fortis), sin embargo, cambia radicalmente las cosas. Es una cuestión de sentimiento, no de precio porque, por ahora, el del consorcio liderado por el Santander es el mejor de cuantos se han ofertado y los accionistas del ABN parecen dispuestos a aceptarlo. Sin embargo, dentro de Holanda empiezan las presiones para que el banco no se venda al consorcio, acusando desde la prensa al presidente de la entidad, Rijkman Groenink, de haber puesto en peligro con su gestión la nacionalidad del primer banco holandés. De hecho, la dirección del ABN ha venido haciendo en las últimas semanas todo lo posible por entorpecer la oferta del consorcio liderado por el Santander, contando incluso con la colaboración del propio Banco de Holanda quien, lejos de la imparcialidad que debería caracterizarle en este asunto, expresó públicamente su disgusto acerca de la posibilidad de que el Santander y sus aliados triunfaran en su oferta.

Estas actitudes son contrarias a la lógica del mercado único bancario que la Unión Europea trata de consolidar. Teóricamente, en él las reglas del juego son las mismas para todos, sin discriminación en razón de la nacionalidad de cada entidad. Sin embargo, cuando llega la hora de la verdad, hay distintos raseros para medir las cosas. El Santander se enfrenta ahora a esta circunstancia. Si la Comisión Europea lo permite, entonces se habrá retrocedido considerablemente en un proceso que debería avanzar y que es necesario para la consolidación del proyecto europeo, para el buen funcionamiento de la Unión Económica y Monetaria y para que las entidades crediticias europeas estén realmente preparadas para todo lo que significa e implica la globalización.

En Libre Mercado

    0
    comentarios