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EDITORIAL

Zapatero ante los Presupuestos

Haga lo que haga Zapatero lo tiene complicado, y es que quien siembra vientos termina siempre recogiendo tempestades. Lo peor es que el refrán no se lo va a aplicar Zapatero, lo peor es que la cruda realidad nos lo va a aplicar a todos.

Desde que Zapatero llegó al poder todos los años suena la misma canción: su grupo parlamentario se las ve y se las desea para sacar adelante los presupuestos generales del Estado del año siguiente. En un país normal, cuando el Gobierno no cuenta en las cámaras con mayoría absoluta, busca acuerdos con la oposición que permitan mantener lo esencial de la política económica del Ejecutivo haciendo, eso sí, algunas concesiones puntuales. Con Zapatero, sin embargo, no es así. Tan enfeudado está a sus socios nacional-comunistas que una negativa de éstos tira por tierra los presupuestos y con ellos la estabilidad del gabinete y el buen gobierno de la economía. La negativa es más que presumible habida cuenta de la catadura política de semejantes compañeros de viaje.

Los comunistas de Llamazares piden gasto público a mansalva y más burocracia a todos los niveles. Los independentistas de ERC, por su parte, un paquete siempre creciente de concesiones y privilegios para Cataluña. Lo primero es poco menos que suicida en una coyuntura tan delicada como la que se encuentra ahora nuestra economía, recalentada al máximo y al borde de una recesión. Lo segundo no es ni del gusto del ministro ni demasiado vendible ante una opinión pública que empieza a estar bastante harta de las amenazas, las chulerías y los desplantes de la Esquerra.

Difícil papeleta para el Gobierno que, lo quiera o no, tiene que salir de esta lo mejor librado posible. La mejor opción sería convocar elecciones y dejar que sean los ciudadanos los que redibujen el mapa de poder nacional dejando con un palmo de narices a los diputados de la Esquerra catalana, que con 600.000 votos pretender gobernar un país de 44 millones de habitantes. Pero Zapatero es testarudo y desde su llegada a la Moncloa anda obsesionado con imitar a Aznar alargando la legislatura hasta su último día, y más ahora que la ETA se le ha revuelto rompiendo unilateralmente el proceso de rendición. Acceder a las exigencias de Esquerra parece poco factible, y prorrogar el presupuesto de 2007 no es una idea muy afortunada; sería algo así como condenar a España al desgobierno económico durante todo un año.

Haga lo que haga Zapatero lo tiene complicado, y es que quien siembra vientos termina siempre recogiendo tempestades. Lo peor es que el refrán no se lo va a aplicar Zapatero; la cruda realidad nos lo va a aplicar a todos.

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