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Carlos Rodríguez Braun

La guerra y los pobres

Este reiterado paternalismo es sólo análogo en su base ficticia al que sostiene que la causa del socialismo es la pobreza, cuando la verdad es más bien la opuesta.

Hablando de África, dijo el destacado economista Jeffrey Sachs en El País: "sin desarrollo no hay paz... Es mucho más probable que se desencadenen guerras en los países pobres que en los ricos".

Este fabuloso camelo es probablemente hijo del trauma que en los países desarrollados provocó la primera mitad del siglo XX. Nunca en la historia había habido matanzas tan monstruosas como las perpetradas en las dos guerras mundiales. Las cifras no admiten comparación con nada que haya sucedido antes, ni después. Y todo se debió a los gobiernos de los países más ricos y más adelantados de la Tierra.

A ver si nos queda claro: no fueron los negros pobres salvajes de África los que mataron a más gente sino los muy blancos ricos y civilizados de Europa, ayudados por otros blancos muy civilizados de Norteamérica y por otros más o menos blancos pero igualmente civilizados de Asia y Oceanía. Si hay alguna relación entre el riesgo de guerra y la pobreza, parece ser más bien la contraria de la que supone el profesor Sachs.

Este reiterado paternalismo es sólo análogo en su base ficticia al que sostiene que la causa del socialismo es la pobreza, cuando la verdad es más bien la opuesta. Pero una y otra vez se supone que los pobres son más propensos que los ricos a toda clase de barbaridades.

Ahora bien, sí que caben hipótesis económicas razonables sobre la guerra y la pobreza, aunque suelen ser las contrarias a las habitualmente esgrimidas. Por ejemplo, la guerra no es buena para impulsar la economía: lo que es bueno es la paz. He dicho paz, y no victoria, porque la paz benefició económicamente mucho a Alemania y Japón en el último medio siglo, y fueron los dos países derrotados en 1945. La afirmación de Sachs, "sin desarrollo no hay paz", es interesante porque, otra vez, parece que la verdad es justo la contraria.

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