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Emilio J. González

Mejorar la supervisión, cuestión de confianza

La unificación de la supervisión financiera que pretende llevar a cabo Solbes, y que en su momento intentó sacar adelante Rodrigo Rato pero no pudo debido a la oposición del Banco de España, va encaminada en la buena dirección

La reforma del modelo de supervisión del sistema financiero que pretende llevar a cabo Pedro Solbes constituye tanto una oportunidad como un riesgo para la economía española. Todo depende de cómo se hagan las cosas.

El vicepresidente económico pretende unificar la supervisión, haciendo que el Banco de España asuma las tareas en este sentido que tiene encomendadas actualmente la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Por tanto, el supervisor de los bancos y las cajas de ahorros asumiría también esa misma responsabilidad en las demás entidades financieras, incluidas las aseguradoras y las instituciones de inversión colectiva, o sea, los fondos de inversión y los fondos y planes de pensiones. Por su parte, la CNMV quedaría relegada a controlar el funcionamiento correcto de los mercados financieros y su transparencia, sobre todo en sus relaciones con los ahorradores, inversores, asegurados y, en general, todos los consumidores de servicios financieros. Por su parte, el papel de la Dirección General de Seguros, adscrita al Ministerio de Economía, quedaría reducido al de un mero regulador del sector.

La unificación de la supervisión financiera que pretende llevar a cabo Solbes, y que en su momento intentó sacar adelante Rodrigo Rato pero no pudo debido a la oposición del Banco de España, va encaminada en la buena dirección, por varias razones. En primer lugar, el momento elegido es el adecuado. Ahora que en todo el mundo reina la desconfianza en el sector financiero, como consecuencia de la crisis hipotecaria, lo que se necesita para superar la situación de escasez de crédito a que da lugar es que vuelva a reinar la confianza en el sistema financiero. En este sentido, la supervisión juega un papel importante. De hecho, una de las medidas que ha tomado la Administración Bush en Estados Unidos es ampliar los poderes en este sentido de la Reserva Federal para parecerse, y mucho, al Banco de España. Aquí, lo que pretende Solbes, además de modernizar el modelo de supervisión, es superar esa situación de desconfianza en una economía que necesita el ahorro internacional como el comer y que ve como muchas entidades tienen serias dificultades para captarlo. El momento elegido, por tanto, no podría ser mejor.

La idea de unificar toda la supervisión en una sola entidad es de por sí interesante y da respuesta a los cambios surgidos como consecuencia de la innovación financiera y de la liberalización del sector. Bancos, cajas y aseguradoras entrecruzan participaciones accionariales. Todas estas entidades tienen detrás de sí instrumentos de inversión colectiva, como fondos de inversión y planes de pensiones, que manejan a su antojo, no siempre con el interés del ahorrador como primer objetivo, sino con el suyo propio. Esos mismos fondos detentan participaciones importantes en bancos y aseguradoras y, con toda probabilidad, lo harán también cuando las cajas se animen verdaderamente a lanzar cuotas participativas. Todo ello obligaba a una supervisión unificada y en paralelo y Solbes ha decidido hacerlo ya, dejando todo en manos del Banco de España, el más experto en esta cuestión. Incluso las aseguradoras van a caer en su ámbito, cosa que, sin duda, debe ser bienvenida si se tiene en cuenta el tiempo que hace que no quiebra un banco o una caja de ahorros en España mientras las aseguradoras no hacen más que desaparecer.

Que la unificación pivote en torno al Banco de España también es acertado. Es la entidad supervisora con más prestigio que hay en España, con un prestigio internacional duramente ganado que esta misma semana ha reconocido hasta el influyente semanario The Economist. Y ese prestigio es importante para que el ahorro acuda a nuestro país. La única institución que podía aportarlo es el Banco de España, ya que la historia de la CNMV ha venido plagada de desprestigio. El supervisor de los mercados financieros rara vez se enteraba de lo que ocurría en los mercados, en tiempos de Pilar Valiente se comió el caso Gescartera y ya con Zapatero en el poder ha tenido una actuación parcial, sectaria, vergonzosa y supeditada a los intereses de Moncloa en el caso Endesa. Por no hablar de la continuidad de su vicepresidente en el cargo, ese Carlos Arenillas que administró una sociedad estando ya en el organigrama de la CNMV, que aceptó una cena opípara por parte de uno de los supervisados y ejerció de submarino de Moncloa en la Comisión para que ésa no pusiera traba alguna a los deseos del Ejecutivo respecto al futuro de Endesa. La CNMV, desde luego, tiene bien ganado su desprestigio y, por tanto, es lógico que pierda esas competencias.

Aquí, precisamente, es dónde surgen los interrogantes respecto de los planes de Solbes. El Banco de España, en general, ha actuado con imparcialidad en el terreno de la supervisión, pero la CNMV ha sido el campo más abonado para la intervención del Gobierno en los mercados financieros y en las empresas, sobre todo con Zapatero. La pregunta ahora es de qué forma se va a garantizar esa lejanía del Ejecutivo, ese no inmiscuirse por los intereses propios de Moncloa o de quien sea. De acuerdo con la Ley de Autonomía del Banco de España, éste depende de las directrices del Gobierno en materia de supervisión y tiene que dar parte al mismo a través del ministro de Economía. Pero, por lo demás, actúa con la independencia propia del caso. En cambio, en la CNMV las injerencias han sido constantes y la importancia de la cuestión es cómo garantizar que dichas injerencias, derivadas de intereses particulares, no van a producirse. En este caso, es mejor poner la venda antes de que se produzca la herida.

Por último está la cuestión del ahorro que no se canaliza a través de los intermediarios financieros habituales, sino de eso que se ha venido en denominar inversiones alternativas. Es cierto que ese subsector está desarrollándose en estos momentos y, en casi todos los casos carece de mercados organizados y transparentes. Pero no dejan de ser fórmulas de ahorro, en sellos, en árboles o en lo que sea, tan válidas como invertir en un piso, en acciones o en títulos de deuda pública. En Holanda, cuyo modelo de supervisión unificada parece querer replicar Solbes, el supervisor también tiene competencias en este ámbito. Aquí debería aprovecharse la ocasión para establecer las reglas del juego en ese sentido, y con el mismo espíritu, porque casos como el del Fórum Filatélico o Afinsa pueden reproducirse en el futuro y porque sectores como el forestal se ven muy beneficiados de la existencia de compañías que invierten en árboles y les aportan unos recursos financieros para desarrollar su actividad de los que de otra forma carecerían.

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