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Isabel Durán

El botox de Zeta huele a podrido

El Ejecutivo prepara subidas de impuestos mientras Solbes, Sebastián y el virrey Blanco pugnan por el suministro de las prebendas del dinero público como única solución a la recesión. Entre tanto, más botox.

El Gobierno ha pasado sin solución de continuidad de la negación más absoluta y contundente de la crisis a considerar que estamos ante "la crisis más compleja" de la historia reciente de España. Rodríguez Zapatero cumple los cien primeros días de mandato de su segunda legislatura desbordado por el desplome económico del país y en medio de un panorama desolador, provocado por su propio empeño en seguir tratando con botox y maquillajes artificiales y superfluos la deforme faz de una realidad brutal para la gran mayoría de los españoles.

Las técnicas de estética del presidente no son precisamente novedosas ni refinadas. Mientras trata de generar optimismo porque "el pesimismo no genera empleo" (sic) o, mejor dicho, no gana elecciones, Zeta pone paños calientes a una hinchazón cada día más grande que ha empezado ya reventar por los lugares críticos. El derrumbe del primer grupo promotor inmobiliario del país ha destapado la caja de los truenos dentro y fuera del Gobierno.

El botox de Zeta huele a podrido. Martinsa colaboró con Zapatero en falsear la realidad y acallar su propia ruina. Fernando Martín estuvo en La Moncloa en 2007, antes de las elecciones generales y obtuvo la promesa de una particular inyección de 150 millones de euros procedentes del ICO, lo que le valió alcanzar un acuerdo con las 45 entidades acreedoras para aplazar el pago de la deuda hasta 2011. Un Instituto de Crédito Oficial, por cierto, cuya política consiste en no informar de su actividad crediticia, a lo cual hay que añadir unas guerras intestinas en el seno del Gobierno que, por de pronto, nos van a salir muy caras.

El Ejecutivo prepara subidas de impuestos mientras Solbes, Sebastián y el virrey Blanco pugnan por el suministro de las prebendas del dinero público como única solución a la recesión. Entre tanto, más botox en forma de federalismo, pugnas por la financiación autonómica, aborto, eutanasia y laicismo, que cualquier cosa vale con tal de entretener al enfermo.

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