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José García Domínguez

El Gran Casero Piadoso

Ni siquiera hace falta tomarse muy en serio a la economía política como presunta "ciencia" para abjurar de ese plan quinquenal que acaba de aprobar el politburó de la Casa Blanca.

Quizá lo peor de que Estados Unidos se haya convertido en un régimen socialisto sea ese irritante tonillo paternalista que gastan los improvisados neobolcheviques hispanos con los disidentes frente a la alegre colectivización de los medios de producir basura crediticia. Y es que pretenden presentar los términos del debate como si se tratara de una polémica entre sensatos adultos, gentes razonables y pragmáticas que adaptan sus juicios a los severos condicionantes que impone la realidad, e ingenuos doctrinarios, dogmáticos de manual de primero de carrera y cándidos feligreses de una quimérica fe en el libre mercado. Nada más lejos de la verdad, sin embargo.

De hecho, ni siquiera hace falta tomarse muy en serio a la economía política como presunta "ciencia" para abjurar de ese plan quinquenal que acaba de aprobar el politburó de la Casa Blanca. Al cabo, que nadie haya oído hablar jamás, por ejemplo, de una escuela austriaca de física cuántica o de alguna heterodoxa doctrina de la Universidad de Chicago a propósito de las leyes que rigen la química inorgánica, indica por sí mismo que la economía anda más cerca de la astrología, el tarot francés o la alquimia que de cualquier otro saber medianamente riguroso.

Razón suficiente para que quepa criticar la NEP (Nueva Política Económica) de Bush desde el mismo prosaico empirismo que, sin ir más lejos, anima a los grumetes de ese reflotado acorazado Potemkin que fondea en el parking de la CEOE. Veamos. El Estado norteamericano va a convertirse en el mayor propietario inmobiliario del mundo. Y lo será gracias a que sus bancos y agencias de rating consiguieron engañar, entre otros, a los fondos de pensiones europeos con tal de que les pagasen varios millones de casas nuevas a varios millones de americanos insolventes que ansiaban poseer viviendas en propiedad.

Bien, pues a modo de premio a los estafadores y de escarnio a los membrillos foráneos pringados en el marrón, el Gobierno norteamericano compensará a los promotores locales del timo, pero no a los extranjeros que picaron el anzuelo de lassubprimeen el gigantesco tocomocho de los residuos tóxicos empaquetados en cajas de caramelos por los magos de la ingeniería financiera. Naturalmente, para poder hacerlo se verá forzado a emitir un océano de deuda pública. Algo que provocará la subida inmediata de los tipos de interés en América y, de rebote, en... Europa. Ergo, la broma también habrán de pagarla los titulares de hipotecas en Hospitalet o Vallecas vía incrementos deleuribor. Todo para que, al final, el Gran Casero Piadoso se comprometa con sus votantes a no dejarlos tirados en la calle renunciando generosamente a ejecutar la deuda. Y si no, al tiempo.

En Libre Mercado

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