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Emilio J. González

Washington no es Bretton Woods

Bush va a tener difícil defender sus planteamientos y ejercer el liderazgo necesario para que la cumbre sea un éxito. Es un presidente con los días contados y su sucesor, Obama, no es de su partido ni tiene por qué compartir sus ideas.

Quienes esperan, o desean, que de la Cumbre de Washington de este fin de semana vaya a salir la refundación del sistema financiero y monetario internacional, así como las soluciones que todos deseamos a la crisis mundial, posiblemente vayan a ver sus expectativas seriamente defraudadas. No se trata –como ha empezado a decir Solbes hace unos días para justificar la desproporción entre las actuaciones mendicantes de Zapatero para conseguir un asiento y los parcos que puede deparar la cita– de que no haya habido trabajos técnicos preparatorios, sino de que, tal y como se ha planteado dicha reunión, es difícil que vaya a salir algo concreto de ella.

Desde que en 1870 se estableció el patrón oro como referente para articular el sistema monetario internacional, se han producido multitudes de reuniones internacionales referentes a esta cuestión, y todas ellas se saldaron con sendos fracasos con la excepción de Bretton Woods, por rezones muy particulares. Los motives de tantos fracasos se repiten nuevamente en la Cumbre de Washington. En primer lugar, parte de los países que acuden a ella no lo hacen con la intención de arreglar los problemas, sino de defender esas posturas nacionales que siempre han impedido los acuerdos. Frente a un Japón que lleva en la carpeta una verdadera propuesta constructiva, que es la de aumentar los créditos a los países e instituciones en dificultades, otras naciones tienen en mente objetivos muy diferentes. Rusia, por ejemplo, quiere poner fin a la preponderancia del dólar en la economía internacional cuando eso es algo que no saldrá de una decisión política, por muy alto que sea el nivel al que se tome, sino de la propia dinámica de la economía mundial y sus flujos de comercio, de inversiones y financieros. Una de las rezones por las que Bretton Woods fue un éxito fue porque la entonces Unión Soviética de Stalin, viendo que se trataba de articular un sistema propio del capitalismo, con el dólar como eje central, declinó apuntarse al sistema y prohibió que los países del Telón de Acero se incorporasen a él, dejando a Occidente que hiciera lo que quisiera. Rusia, en cambio, tiene una actitud muy diferente y, en lugar de retirarse, quiere promover dentro de la conferencia cambios difíciles de lograr que solo responden a su interés nacional.

Nuestro país es otro de los que puede contribuir al fracaso de la cumbre si lo que quiere hacer realmente Zapatero, como ya se ha encargado Moncloa de filtrar convenientemente, es certificar la crisis del liberalismo económico para justificar sus políticas y su actitud de pasividad ante la crisis, porque de lo que se trata no es de discutir el modelo sino de resolver unos problemas con los que el mundo jamás se ha enfrentado. Bush ya ha dicho bien claro que no se trata de acabar con el capitalismo, que este modelo no se cuestiona, sino de arreglar lo que ha fallado. Y lo que ha fallado se encuentra en el lado de la socialdemocracia y la intervención del Estado. Recientemente, en su artículo Reunión de pastores, oveja muerta, Vicente Boceta explicaba perfectamente el origen intervencionista y socialdemócrata de la  crisis: las políticas sociales de los demócratas, que forzaron la concesión de las hipotecas de alto riesgo, el populismo de Bush en ese mismo sentido y una institución pública, la Reserva Federal, que no hizo sus deberes en materia de supervisión y que se equivocó de plano con su política de bajos tipos de interés. Sólo le falto agregar que la política de salvamento de entidades financieras que desplegó Clinton a raíz de la crisis mexicana de 1994, y repitió después en sucesivas ocasiones, dio lugar a esa situación en que los bancos asumen riesgos que, en otras circunstancias, nunca tomarían, porque sabían que, en caso de problemas, la Reserva Federal y el Tesoro iban a acudir a su rescate. Todo esto no son fallos del capitalismo, sino de la socialdemocracia y el estatismo que defiende Zapatero quien, para decir lo que parece que va a decir, mejor que se hubiera quedado en casa.

Bush, no obstante, va a tener difícil defender sus planteamientos y ejercer el liderazgo necesario para que la cumbre sea un éxito. Por un lado, es un presidente con los días contados y su sucesor, Obama, no es de su partido ni tiene por qué compartir sus ideas. Por otro, porque siendo Estados Unidos el origen de la crisis, su papel de líder mundial se ha visto seriamente perjudicado. Bretton Woods fue un éxito porque había ese liderazgo norteamericano y esa convergencia de intereses que no se produce de cara a la cita de Washington. Una reunión de la que no cabe esperar mucho, dadas las circunstancias.

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