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Héctor Ñaupari

Bastiat y la crisis del siglo XXI

El mercado libre es una fuente de armonía económica entre los individuos, siempre que el Estado se limite a proteger las vidas, libertades y propiedades de los ciudadanos frente al crimen, el robo, el fraude y el incumplimiento de los contratos.

Los que han provocado la crisis del siglo XXI nunca leyeron a Bastiat. La ley no puede proteger la vida, la libertad y la propiedad si el Estado promueve políticas socialistas e intervencionistas, por definición opuestas a estas categorías. Cuando eso sucede, sostiene Bastiat, la ley se corrompe y se vuelve contra aquello que debía defender. Al permitir el préstamo para todos, no se advirtió, como lo hizo Bastiat en su contexto, que las decisiones económicas no deben ser implementadas únicamente por sus consecuencias inmediatas, sino por su impacto en el largo plazo, del mismo modo que sólo se puede observar un lienzo de gran tamaño a determinada distancia.

Que la cura –más intervención– resulta peor que la enfermedad también fue demostrado por el economista francés. El control del Estado para enfrentar la crisis que él mismo creara ha resultado hasta el momento ineficiente, económicamente dañino y moralmente equivocado. Esa intervención, además, sólo ha beneficiado a los banqueros irresponsables –los fabricantes de velas de nuestro tiempo– rogando favores del Estado para lucrarse ellos perjudicando a todos los demás.

Es preciso entender que el mercado libre es una fuente de armonía económica entre los individuos, siempre que el Estado se limite a proteger las vidas, libertades y propiedades de los ciudadanos frente al crimen, el robo, el fraude y el incumplimiento de los contratos. Si el Estado no está limitado, pierde de vista su objetivo central: impartir justicia. De esta manera, terminamos con el peor de los males: el reino de la injusticia y del Estado excesivo e inútil.

Por eso es tan importante limitar el Gobierno, reducir el tamaño y la influencia del Estado, concentrando su tarea a defender los derechos legítimos de los ciudadanos. Así se debe combatir la crisis del siglo XXI: terminando con toda acción del Estado que no sea la de establecer la justicia y proteger la vida, la libertad y la propiedad. Sin esos proteccionismos, creados por el Estado para ocultar sus propios errores, se sientan las bases para concurrir a esa armonía universal tan querida por Bastiat.

En estos difíciles momentos, cuánta falta hace quien, como Bastiat, se dirija a todos los afectados por la crisis del siglo XXI, para señalarles que, desde la libertad, sus más altas aspiraciones no son opuestas sino armónicas; más aún, que sólo se pueden concretar por medio de la libertad. En los tiempos que vivimos, donde desconfiamos de todos, Bastiat nos muestra que en la libertad radica la armonía de los intereses, pues gracias a ella cada persona puede ver a su prójimo como un diligente compañero en la marcha hacia el progreso humano, no como una víctima de la explotación.

Cultivar esa armonía facilitará la recuperación de la confianza en el mercado libre, en la libertad como sustento de la hermandad entre los hombres, el sueño de un mundo unido y pacífico: ése es el único mundo posible. Ése es el sueño de Bastiat. Por eso invocamos su espíritu. Que la visión y el mensaje de Frédéric Bastiat nos ayuden a resolver la crisis del siglo XXI y renueven la idea de la libertad, ahora y siempre.

En Libre Mercado

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