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EDITORIAL

La bolsa huye espantada de Zapatero

Los inversores no estaban contra Zapatero el viernes y a favor suyo el lunes. Lo que ha cambiado es la garantía de esos títulos. Hace cuatro días sólo los respaldaba la pésima gestión económica de Zapatero, hoy los sostiene el gigante alemán.

La montaña rusa en la que se ha convertido la bolsa española durante las últimas semanas es la demostración palpable de que nadie confía en que el Gobierno de Zapatero pueda encauzar el torcido rumbo de la economía española. La semana pasada el IBEX se derrumbó en una semana catastrófica que puso al borde del abismo al parqué madrileño arrastrando en su caída a todas las bolsas europeas. La razón la tratamos ampliamente en esta misma tribuna el pasado jueves: el mercado internacional no se fía de nuestro presidente del Gobierno y, hasta el acuerdo del domingo, descontaba una más que posible suspensión de pagos estatal en fechas no muy lejanas.

Esta desoladora perspectiva sumada al precedente griego llevó a los tenedores de deuda española a deshacerse precipitadamente de ella. Al fin y al cabo, una bancarrota significa que quien la declara deja de atender a la totalidad de sus deudas. Por tenedores de deuda no hay que entender, –como propagaron Zapatero y sus satélites mediáticos la semana pasada–, a un grupo organizado de usureros que conspiran en la oscuridad contra un Gobierno de izquierdas, sino a miles de inversores desorganizados que buscan un legítimo beneficio comprando los títulos de deuda soberana que emite el Gobierno español, los mismos que Salgado vendía en Londres hace no mucho con el lema “In Spain we trust” como eslogan publicitario.

Si los compradores sospechan que el colateral de la deuda, es decir, la economía española en su conjunto, está muy deteriorado, o que el emisor no es de fiar, huyen despavoridos recuperando lo que puedan en el camino. Así actuaría cualquiera por mucho que Zapatero se empeñe en ver “criminales económicos” o malvados especuladores que aspiran a derribar su Gobierno. El mercado es tremendamente frío y racional. Ni quita ni pone, básicamente porque, dada su complejidad y lo descentralizado de sus decisiones, un cometido como ese se escapa a su radio de acción. En suma, los inversores quieren ganar dinero, no intervenir en la política española que es quien, todo sea dicho, ha recurrido a ellos para financiar sus cuantiosos gastos.

Este lunes las tornas han cambiado. Y no porque la economía española –el colateral de la deuda– haya mejorado o porque de repente los "criminales económicos" hayan pasado a confiar en Zapatero, sino porque unas horas antes de abrirse las bolsas, los líderes europeos acordaron garantizar la hipotética quiebra del Estado español. De esta manera, nuestra deuda está reasegurada, el que la tiene la conserva y el que no la tiene quiere adquirirla a los bajos precios que descontaban una posible suspensión de pagos. Resultado: los valores españoles (nuestra deuda y nuestras acciones) se disparan en señal. La deuda española pasa de este modo a formar parte del pasivo del Estado alemán y de la economía alemana, cuyo crédito en los mercados es muy superior al nuestro.

La gran farsa que Moncloa y sus medios adictos escenificaron la semana pasada ha quedado desmontada en una sola jornada bursátil. Los inversores no estaban contra Zapatero el viernes y a favor suyo el lunes. Nada de eso, estaban con el valor de sus títulos el viernes y siguen estándolo ahora. Lo que ha cambiado es la garantía de esos títulos. Hace cuatro días sólo los respaldaba la pésima gestión económica de Zapatero, hoy los sostiene el gigante alemán. Podría afirmarse en consecuencia que la bolsa ha subido a pesar de Zapatero o, mejor dicho, que la bolsa sube cuando Zapatero ve disminuida, aun temporalmente, su nefasta influencia sobre la economía española.

Los agentes que la han hecho subir siguen siendo eso mismo, inversores bursátiles sin más que persiguen tanto hoy como el martes pasado su beneficio o el de sus clientes, y no “especuladores” o criminales económicos, epítetos aplicados a toda prisa hace una semana a todo el que osase vender un bono español. En estas pequeñas alteraciones del lenguaje es donde el zapaterismo rampante muestra su verdadera cara. No importa la realidad, ni el sentido común, sólo importa el poder. Si las decisiones de esos agentes son propicias a Zapatero serán considerados honrados inversores, si no lo son, malvados especuladores. Nada nuevo bajo el sol.   

En Libre Mercado

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