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Pablo Molina

La ovrera

Lo lamentable es que esta erupción de indigencia intelectual sea la que va a decidir cuándo pueden dejar de deslomarse en su trabajo cotidiano los obreros auténticos, por cierto, los mismos que le pagan el sueldazo de diputada desde hace tres lustros.

La oronda diputada socialista que ha fijado la posición de su partido respecto al latrocinio de las pensiones públicas, con escasa brillantez dicho sea de paso, debería evitar escudarse en su falsa condición de "obrera" para hacerse perdonar el analfabetismo piafante de que hace gala cada vez que articula un sonido frente al micrófono.

¿Obrera una señora que lleva cuatro legislaturas en el Parlamento? Sí hombre, igualito que las mujeres del sureste que se levantan a las cuatro de la mañana para preparar la casa antes de irse a la conservera o a la empresa de manipulado de hortalizas, o las de cualquier otro rincón de España que se dejan la salud de sol a sol trabajando fuera y dentro de casa. Por cierto, mucho más educadas que la diputada López i Chamosa y, con toda seguridad, con una cultura léxica a años luz de la personaja.

Hay que ser muy progre para creer que todos los obreros tienen que ser tan ignorantes como la cuadrilla parlamentaria de la que esta señora es su principal exponente. En la España rural de los setenta, sin ir más lejos, los niños íbamos al colegio sabiendo leer, escribir y realizar las cuatro operaciones cardinales, que era, ay, lo único que nos podían enseñar en casa. Los padres volvían del campo al anochecer y siempre tenían un rato para enseñarnos a dividir por dos cifras con tan sólo cinco añitos, porque lo de la escritura y la lectura ya lo habíamos hecho con la madre. A sus más de setenta años en la actualidad, aquellos padres y madres no cometen ni una jodida falta de ortografía y, encima, tienen una letra redondilla que se te caen los pajines al suelo cuando les ves escribir.

No hay quien insulte más a los obreros que los altos cargos del PSOE, para los que pertenecer al sector del trabajo manual supone ser analfabeto y/o propenso al delito. Probablemente sea cierto en el círculo vital en que se mueven los que han medrado en "la PESOE", pero todo el que haya nacido en una familia trabajadora sabe que, de siempre, y a diferencia de la frecuentemente degenerada clase alta, ha habido una alta exigencia de honradez personal y esfuerzo en los estudios para prosperar en la vida sin deber nada a nadie. Y encima siempre muy limpios. Pobres pero limpios y oliendo a gloria.

Pero lo peor no es que la futura premio Príncipe de Asturias de las Humanidades insulte a los obreros de cuya decencia se apropia injustamente. Lo realmente lamentable es que esta erupción de indigencia intelectual sea la que va a decidir cuándo pueden dejar de deslomarse en su trabajo cotidiano los obreros auténticos, por cierto, los mismos que le pagan el sueldazo de diputada desde hace tres lustros. Todos obreros, sí, pero los demás no pueden jubilarse con la pensión máxima tras sólo siete años de siesta parlamentaria. López i Chamosa sí. Es lo que tiene el socialismo proletario.

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