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Juan Velarde

Homenaje a Jovellanos

Hay que retornar a las situaciones que se alteraron a lo largo de este siglo, y defender el mercado, la libre competencia.

Hay que retornar a las situaciones que se alteraron a lo largo de este siglo,  y defender el mercado, la libre competencia.

Parece casi evidente, y ahora que se conmemora el segundo centenario de su desaparición más aún, el iniciar esta andadura en Libre Mercado con un homenaje precisamente a Jovellanos. Porque este gran español, entre otras cosas fue un buen economista, que tras trabajar a Cantillon y a Verri entró en la órbita de Smith. Para siempre quedaron muy claro en él dos mensajes smithianos: que el impulso a la actividad productiva está ligado a una magnitud creciente del mercado, y por otro lado, a tener en cuenta el famoso "teorema de la mano invisible". Cito por la traducción de Rodríguez Braun de La riqueza de las naciones el texto que completa en el libro IV una primera declaración de Smith en el libro I de esta obra inmortal:

El hombre busca sólo su propio beneficio pero, en este caso como en otros, una mano invisible le conduce a promover un objetivo que no entraba en sus proposiciones. El que sea así no es necesariamente malo para la sociedad. Al perseguir su propio interés, frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si, de hecho, intentara fomentarlo. Nunca he visto muchas cosas buenas hechas por los que pretenden actuar en bien del pueblo.

Esto era, repito, un planteamiento revolucionario en aquellos momentos. Dejémonos, pues, de buscar medidas para alcanzar el bienestar del pueblo; en vez de ello, procuremos eliminar los factores que están impidiendo el que cada uno pueda buscar con libertad, incluso en pugna con otros, su propio provecho. Y eso, como base esencial del fundamento de su economía. Jovellanos nos lo va a manifestar de una manera perfecta. Incluso efectúa una comparación muy elegante con Newton: "Pero, ¿es posible –me decía yo– que no haya un impulso primitivo, que influya generalmente en la acción de todas estas causas y que produzca su movimiento, así como la atracción produce todos los movimientos necesarios en la naturaleza?". Ese principio o impulso primitivo es, señala Jovellanos, "aquella continua lucha de intereses que agita a los hombres entre sí, que establece, naturalmente, un equilibrio que jamás podrán alcanzar las leyes de los hombres". Ese equilibrio y ese desarrollo mediante esa lucha, ese buscar el interés personal para promover el general, es Smith clarísimo, a través del teorema de la mano invisible. Y caló a fondo en Jovellanos. Como nos recuerda Gracia Noriega en su aportación Jovellanos y el liberalismo, éste, en su carta VII a Ponz escribe: "La industria es natural al hombre, y apenas necesita otro estímulo de parte del Gobierno que la libertad de crecer y prosperar; déme usted esa libertad y crecerá la industria hasta lo posible". Ahí encontramos la segunda gran recepción del pensamiento smithiano en Jovellanos.

Por consiguiente, al volver atrás la vista, y al tratar de encontrar las raíces de un cambio antiintervencionista muy necesario, el mundo español se observa que tiene que hacerse caminando por el sendero señalado por Jovellanos. Esa actualidad portentosa de este economista está hoy todos los días en todos los textos, en todos los gobernantes, en todos los regímenes, en todas las situaciones. ¿No es admirable decir que España, desde el año 1959 y hasta ahora, ni en un solo momento es posible dejar de enlazar la buena marcha de la economía con el seguimiento de ese sendero? El pensamiento neoclásico, que es el heredero de ese pensamiento smithiano, ha estado detrás de las mejores decisiones de la política económica contemporánea nacional. Hay siempre tendencias a saltarse ese mandato, de eliminarlo, de olvidar el planteamiento básico de que tiene que ser el mercado el que ha de actuar de manera fundamental. Como es lógico, todo un conjunto de situaciones intervencionistas, acumulado desde al menos 1907, es el que ahora, de alguna manera, tiene que alterarse fundamentalmente y volver a ese mensaje primitivo que escuchó Jovellanos. En suma, hay que retornar a las situaciones que se alteraron a lo largo de este siglo, y defender el mercado, la libre competencia.

Este cambio fundamenta, es el que Jovellanos nos va a explicar indirectamente al decir, en el Informe hecho por esta Real Sociedad Económica al Real y Supremo Consejo de Castilla sobre la Ley Agraria:

Los celosos ministros que propusieron a Vuestra Alteza sus ideas y planes de reforma en el expediente de ley agraria han conocido también la influencia de las leyes en la agricultura, pero pudieron equivocarse en la aplicación de este principio. No hay alguno que no exija de Vuestra Alteza nuevas leyes para mejorar la agricultura, sin reflexionar que las causas de su atraso están, por la mayor parte, en las leyes mismas y que, por consiguiente, no se debería tratar de multiplicarlas sino de disminuirlas, no tanto de establecer leyes nuevas como de derogar las antiguas.

Esto, naturalmente, no significa que no tenga papel el Sector Público. Es más: obliga al Estado, no a inhibirse, sino a actuar en pro de la libertad. Por ejemplo, ¿por qué Jovellanos presiona a favor de las tesis de Campomanes, para eliminar los frenos puestos a que el mercado actuase en el factor tierra entonces, por estar ésta, en enormes proporciones, en poder de las manos muertas? Lo muestra palpablemente al exhibir lo que sucede en los Estados Unidos de América en una nota del Informe de la Ley Agraria: "Estados Unidos es un país exportador prodigioso de productos agrícolas. Envía, hasta incluso al mercado de Constantinopla , trigo, cebada, maíz, avena, habas, patatas, arroz, tabaco, bebidas destiladas de granos, harina, galleta...". Podría hacerlo porque disponía Norteamérica de una tierra libre. El papel del Estado en España era, cabalmente, forzar la aparición de esa libertad.

Ampliación sin trabas del mercado y libertad para factores y productos constituyen el mensaje de Jovellanos. ¿Qué diría hoy, al contemplar su ruptura en España, a través de 17 compartimientos casi estancos, con intervencionismos numerosos y dispares?.

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