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Pablo Molina

Rubalcapoulos

Alfredo y ZP hubieran actuado exactamente igual que Papandreu, faltaría más, y si España hubiera llegado a la situación griega aquí también se hubieran enrocado en la farfolla socialista justificadora de todos los trinques para mantenerse en el poder.

La catástrofe de las finanzas públicas griegas debería ser utilizada como ejemplo de gestión pública por los partidos socialistas europeos y, en el caso de Rubalcaba, además, como inspiración para su campaña electoral, porque la crisis de Grecia es precisamente la estación de término del socialismo cuando se pone a gobernar un país medianamente civilizado.

Los griegos se niegan a aceptar los "recortes sociales" que les impone su gobierno obligado por la UE. Quieren seguir disfrutando del paraíso artificial de subsidios, creado por el socialismo a base de pedir prestado al exterior, porque se han creído la matraca progre de que toda esa corrupción social creada por el estado es un derecho irrenunciable de los ciudadanos que "los mercados" pretenden eliminar.

El mensaje es conocido en estos pagos porque es el que los socialistas españoles, con Rubalcaba a la cabeza, utilizan como eje de su campaña electoral. Para que no quede ninguna duda de que el PSOE está a favor de la disciplina griega, al menos en lo que a las cuentas públicas se refiere, sus portavoces acusan a diario no menos de cinco veces al partido rival de estar planeando una pérfida reducción de esos "derechos sociales", que es como los socialistas de todas las latitudes llaman a los efectos más corruptos de su programa ideológico.

Los griegos no quieren "recortes sociales" y los votantes españoles de izquierdas mucho menos aún, sin importarles el carácter ficticio de un sistema sostenido solamente por la prodigalidad de la banca europea, ni que las consecuencias de su prolongación en el tiempo vayan a lastrar de forma irreversible el futuro de las dos siguientes generaciones. Son sus "derechos" y no quieren que nadie los toque aunque el país entero se vaya al carajo, actitud que a muchos en España también nos suena bastante.

Zapatero y Rubalcaba están absolutamente de acuerdo con ese planteamiento, por lo cual no resulta extraño que desde que estalló la crisis griega ninguno de los dos haya realizado ni la más leve crítica a sus colegas helenos. En realidad, de haber estado allí, Alfredo y ZP hubieran actuado exactamente igual que el ejecutivo de Papandreu, faltaría más, y si España hubiera llegado a la situación griega aquí también se hubieran enrocado en la farfolla socialista justificadora de todos los trinques para mantenerse en el poder. Nos salva el hecho de que España todavía no es Grecia, porque los socialistas, como se ve, son igual de dañinos en todos los sitios. Y que lo niegue si se atreve Rubalcapoulos.

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