En los últimos meses, los bancos y cajas españoles se han lanzado a la búsqueda de liquidez, ofreciendo pagarés con apetitosas rentabilidades sobre todo centrados en los inversores minoristas. El sector bancario español está inmerso en una batalla de colocación del pasivo.
Hace unos años, este tipo de productos sólo iba destinado a los inversores institucionales, pero desde que en el pasado mes de junio entrara en vigor la ley por la que se comenzaban a penalizar algunos depósitos, los bancos y cajas españoles han optado por el recurso de los pagarés para captar liquidez. Según esta ley, los depósitos que se remuneran en más de 100 puntos básicos por encima del euríbor medio a 12 meses serán penalizados. Esto quiere decir que, teniendo en cuenta que el euribor cerró el mes de octubre en el 2,11% cualquier depósito que ofrezca una rentabilidad del 3,11% sería penalizado con esta medida.
Esta polémica ley, que no afecta a los bancos extranjeros, ha llevado a la banca a intentar colocar pagarés por valor de 60.000 millones de euros. No obstante, el inversor ha de tener en cuenta que este producto no es igual que los depósitos. Los pagarés no están garantizados con el Fondo de Garantía de Depósitos sino sólo por el banco, por lo que lo importante para tomar la decisión de adquirir los pagarés es que el banco o caja sea solvente, pues es la única garantía que tiene el inversor. De hecho, muchas de las cajas que han necesitado la intervención del FROB, se han lanzado también al mercado del pasivo y en la mayoría de los casos ofrecen unas rentabilidades cercanas o superiores al 4%.
Los pagarés de los bancos ofrecen, en media, una rentabilidad del 3,5% TAE con mucha variedad en cuanto a los plazos de duración de los mismos que van desde tres meses a dos años. La inversión mínima requerida de los pagarés suele ser superior a la de los depósitos. Muchos de los pagarés ofrecidos por los bancos van destinados a un mayor inversor y llegan a los 100.000 euros.