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La España vacía... y sin niños: con 2,1 hijos por mujer, todas las provincias compensarían su 'emigración'

En 18 de las 50 provincias españolas, la población ha descendido en este medio siglo. Zamora y Orense encabezan este triste ranking.

En 18 de las 50 provincias españolas, la población ha descendido en este medio siglo. Zamora y Orense encabezan este triste ranking.
Una calle de Calatañazor, municipio de la provincia de Soria. | Flickr/CC/canduela

España no perderá población en el futuro porque todos nos vayamos a vivir a Francia, Alemania o Italia. Lo hará, salvo un aporte migratorio en cifras de millones de nuevos residentes, porque no tenemos niños suficientes como para reemplazar a los actuales adultos. Desde hace años, nuestra tasa de fecundidad (el número de hijos, en promedio, que se pronostica tendrá una mujer durante su edad reproductiva) está muy por debajo de los 2,1 hijos que se estiman como tasa de reemplazo. Por ejemplo, en la última década, según las cifras del INE, nunca hemos llegado al 1,4 hijos por mujer y el último año, con la pandemia de Covid, la cosa fue incluso a peor, con una tasa de 1,18, el dato más bajo de la serie histórica.

Y la España vacía (o vaciada o como demos en llamar a esas provincias que pierden población a marchas forzadas) no se vaciará porque sus habitantes se marchen a vivir a Madrid, Barcelona o Málaga. O, al menos, ésa no será la única explicación. Porque sí, es verdad que el atractivo de las grandes ciudades, con sus oportunidades laborales, alternativas de ocio y mejores servicios, tiene algo que ver. Pero nos equivocaríamos si mirásemos sólo a la emigración interior como culpable de la pérdida de población. Un dato: con una tasa de fecundidad de 2,1 hijos por mujer, ninguna provincia española habría perdido población por la emigración en 2019, incluso aquellas en las que fue más intensa.

Nota del redactor. Para todas las cifras, tablas y datos de este artículo hemos utilizado dos fuentes: las estadísticas del INE sobre demografía y la recopilación, clasificación y organización que hace de las mismas la Fundación Renacimiento Demográfico que dirige Alejandro Macarrón y que desde hace años es la organización más activa en nuestro país en la búsqueda de soluciones para este tema (sus tablas pueden encontrarse tanto en su web como en su cuenta de Twitter).

Comenzaremos con una mirada a largo plazo: cómo ha evolucionado la población de España, por provincias, en el último medio siglo. Puede verse en las siguientes tablas.

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Tomamos el 1 de enero de 1971 y 2020, para que no nos afecten los posibles efectos de la pandemia. En 18 de las 50 provincias españolas (no incluimos Ceuta y Melilla porque su pequeño tamaño podría distorsionar la comparación), la población ha descendido en este medio siglo. Zamora y Orense encabezan este triste ranking, con caídas de más del 30% en el número de habitantes desde 1971.

Una mirada a tan largo plazo puede generar distorsiones y podemos perdernos detalles interesantes. Por ejemplo, Asturias vio cómo su población se incrementaba entre 1971 y 1991 (de 1,05 a 1,09 millones de habitantes). Y es en las últimas décadas en las que esa tendencia ha cambiado de dirección y ahora mismo es una de las provincias en las que el envejecimiento y la caída de población son un problema más acusado.

En general, podemos decir que en el conjunto del país hemos visto cuatro grandes etapas: de 1971 a mediados de los ochenta, la población crecía con fuerza, apoyada en el baby-boom de las décadas previas y las ganancias en esperanza de vida. En esa década de los ochenta comienzan a sentirse los efectos de la caída de la natalidad y nos estancamos en los 39-40 millones de habitantes. Con el cambio de siglo, llega la inmigración que dispara la población (e impulsa también, algo, la natalidad) y nos vamos a los 46-47 millones. A partir de 2009-2010, el crecimiento del número de residentes se modera: para que nos hagamos una idea, de 2000 a 2010 pasamos de 40,5 a 46,5 millones de habitantes; mientras que de 2010 a 2020 el incremento fue de menos de un millón de habitantes, hasta los 47,3 millones.

El problema es que hay zonas en las que, incluso en esas etapas de mayor crecimiento, la población seguía descendiendo. De ahí nace el debate sobre la España vacía y las causas de ese proceso: ¿emigración de los jóvenes a Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia o Málaga en busca de oportunidades laborales? ¿Desplome de la natalidad? Hay un poco de todo, pero algunas cifras muy llamativas no sólo afectan a esas provincias en las que siempre ponemos la lupa y nos equivocaríamos si pensáramos que la solución es sólo económica o se alcanzará llevando la fibra a todas las comarcas de nuestro país.

Traemos aquí cuatro tablas, dos de elaboración propia con datos del INE y dos de Renacimiento Demográfico, con muchísimos datos interesantes para este debate:

1 – Los jóvenes, 2002-2020

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Como vemos, en las últimas dos décadas, el número de personas de entre 20 y 39 años ha descendido en ¡¡todas!! las provincias españolas excepto Guadalajara y Baleares. Y no hablamos de caídas pequeñas: por ejemplo, en Asturias roza el 40%. Dejemos de pensar por un momento en las pensiones y démosle una vuelta a qué futuro económico le espera a una región sin el empuje, el dinamismo, el atrevimiento o el impulso de sus jóvenes. Los que fundan empresas, arriesgan su posición, innovan, se compran casas... son jóvenes. Si no hay treintañeros, no habrá muchas de esas cosas que son tan necesarias para el desarrollo económico de cualquier país.

Además, este desplome en el número de jóvenes (sobre todo españoles) seguirá en los próximos años. Eso ya lo sabemos: hay muchas más personas en el grupo de edad 35-39 años que en el de 15-19 años. De hecho, según el INE, a 1 de enero de 2020, había 3.325.066 de habitantes de 35 a 39 años, pero sólo 2.399.993 de 15 a 19 años. Lo que quiere decir es que en nuestro país no hay relevo. Es cierto que la inmigración revertirá algo esta tendencia: al final, un porcentaje elevado de inmigrantes suelen ser veinteañeros (o adolescentes) en busca de una oportunidad laboral. Pero esto no responde a todas las preguntas: ¿son esos inmigrantes sustitutos de esos españoles que ya no hay? ¿Qué formación tienen? ¿Qué huecos pueden cubrir en el mercado laboral?

2 – Los jóvenes españoles

Ya decíamos que la inmigración ha paliado en algo esta tendencia. Pero ha actuado más como una tirita, que apenas tapona la herida, que como solución.

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Esta segunda tabla muestra el número de residentes en cada provincia de entre 20 y 39 años nacidos en España. De 2002 a 2020, todas las provincias han perdido más del 14% de población en este grupo demográfico. Con una decena larga por encima del 40% de caída (Vizcaya y Asturias cerca del 50%): estas provincias tienen la mitad de jóvenes nacidos en España ahora que en 2002. No hablamos de tanto tiempo, son apenas dos décadas. Pero el cambio demográfico es brutal. Pocas veces se habrá visto algo así en la historia de un país. Y sí, era algo que podía anticiparse viendo las cifras de natalidad de la década de los 80 y los 90, pero incluso así llama la atención. Con un añadido: la tabla no la encabezan las provincias de la llamada "España vacía", sino otras en las que no siempre nos fijamos cuando vemos las tendencias demográficas (Vizcaya, Asturias, Guipúzcoa o Valladolid).

3 - El peso de la natalidad

Más cifras en las que no pensamos. ¿Por qué pierden población algunas provincias? Y siempre, la respuesta para el corto plazo es la misma: el éxodo rural, los jóvenes que se marchan a vivir a otras regiones en busca de empleo. En parte es cierto... y en parte no.

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En esta tabla de Renacimiento Demográfico, nos hacen un apunte interesante: provincias españolas en las que ha habido emigración neta de personas nacidas en España en 2019 (por cierto, la primera es Barcelona).

Pues bien, en todos los casos, si el número de nacimientos hubiera sido ese 2,1 hijos por mujer en edad fértil que nos dicen que es la tasa de sustitución a medio plazo, ese extra de nuevos niños habría compensado a los que se han marchado. No en todas crecería la población, porque en algunas provincias el envejecimiento ha hecho que el número de defunciones sea muy elevado. Pero si sólo miramos el factor migratorio (los que se van a otras provincias), sí se equilibraría con más nacimientos. Esto quiere decir que la emigración a otras provincias o al extranjero es sin duda un elemento importante y debemos preguntarnos qué lleva a un joven a abandonar su ciudad; pero también quiere decir que la natalidad es al menos igual de relevante. Con tasas de fecundidad más normales (y asumimos que este término puede ser polémico) habría un futuro demográfico mucho más esperanzador para estas regiones.

4 - El drama de la despoblación

Por último, un ejemplo particular que sirve como caso ilustrativo de una tendencia más general. Es una tabla con los municipios de la provincia de Orense que han perdido más del 40% de su población en los últimos 25 años.

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Casi siempre que hablamos de demografía acabamos discutiendo de pensiones, servicios públicos o impuestos. Pero el principal problema no está ahí. Eso es simplemente una derivada. De lo que nos habla una estadística como ésta es de casas abandonadas, comercios cerrados, pueblos fantasma... ¿Qué futuro económico puede esperar a una comarca que ha perdido a la mitad de su población en apenas dos décadas? ¿Cómo luchar contra la sensación de abandono y pauperización que eso genera?

La inercia

En este punto, la pregunta es ¿qué se puede hacer? Y, aparentemente, la respuesta es que poco. Para empezar, porque estas tendencias demográficas no son exclusivas de España. En casi todos los países desarrollados vemos una evolución similar.

En las últimas semanas, Jesús Fernández-Villaverde ha publicado una magnífica serie de tres artículos sobre esta cuestión: el futuro demográfico de la humanidad. En el primero de ellos aplicaba la que llama "regla del 85": si quiere saber cuál es la población tendencial en un país a largo plazo, sin el efecto inmigración, sólo tiene que multiplicar su número de nacimientos por la esperanza de vida (unos 85 años actualmente). En España, en 2020, hubo 339.206 nacimientos (262.982 de madre española; unos 244.000 de madre nacida en España). Si multiplicamos 339.206*85, nos sale un resultado de 28.832.510 habitantes: ¡¡veinte millones menos que en la actualidad!!

Y no, la razón no es el paro o el mercado laboral (de hecho, las cifras en las ciudades con mejores y peores datos de desempleo son muy similares), ni la crisis ni la pandemia. La tendencia descendente en el número de nacimientos es algo que se observa desde hace décadas y con diferentes coyunturas económicas. En 2010, por ejemplo, nacieron 486.575 niños en España, casi 150.000 más que en 2020.

Lo normal es que este proceso se acentúe en los próximos años. Por un lado, porque los motivos por los que no tenemos hijos (y que son, sobre todo, por un cambio cultural: damos prioridad a otras cosas frente a la construcción de una familia) seguirán ahí.

Por otro, porque estas tendencias son muy poderosas. Se puede (y se debe) intentar, pero no es fácil conseguir cambios ni ver resultados a corto plazo. ¿Quiénes deberían tener hijos en la década de los 20? Pues las mujeres nacidas entre 1985 y 2000. ¿Y cuántas mujeres nacieron en España en esos años? Muy pocas, porque ya entonces la natalidad llevaba tiempo en caída libre. Es decir, incluso aunque los jóvenes españoles quieran tener más hijos que sus padres o hermanos mayores (y está por ver que eso sea así), no podrán cambiar las cifras demasiado a corto plazo porque no son muchos jóvenes los que entrarán en la veintena o treintena en los próximos años. Sería un alivio ver que suben las tasas de natalidad, pero ese cambio tardaría tiempo en coger tracción, revertir la tendencia y ser significativo desde un punto de vista estadístico.

¿España vacía? Ahora mismo es una denominación geográfica-electoral sobre un grupo de provincias con una evolución demográfica preocupante. En unos años, podría ser simplemente la definición de un país.

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