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Domingo Soriano

Están atrapados en su propia trampa, pero lo pagaremos nosotros

No hay ninguna palabra que el ministro de Seguridad Social haya repetido más en los últimos meses que "certidumbre" y "seguridad".

No hay ninguna palabra que el ministro de Seguridad Social haya repetido más en los últimos meses que "certidumbre" y "seguridad".
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en la sesión de control celebrada este miércoles en el Congreso de los Diputados. | EFE

No hay inversiones sin riesgo. Es la pregunta más recurrente que nos hacen cada semana. ¿Quiénes? Todos. Los oyentes de Tu Dinero Nunca Duerme o los alumnos del curso de El Despertador de Tu Dinero. Nuestros amigos que nos piden consejo y los compañeros del periódico que no saben qué hacer con sus ahorrillos. Su situación puede ser muy diferente. Pero todos terminan igual: "Quiero algo que sea seguro, aunque me proporcione menos rentabilidad". El problema es que seguro en la vida no hay nada... salvo, como diría aquel, "la muerte y los impuestos".

¿Y qué tiene esto que ver con el título de esta columna: con el Gobierno y las trampas que éste se ha tendido a sí mismo? Pues más de lo que parece.

Porque no hay ninguna palabra que el ministro de Seguridad Social haya repetido más en los últimos meses que "certidumbre" y "seguridad". Ésa es la clave de su reforma. Volvemos al IPC; a revalorizar las pensiones con los precios; a terminar con los cambios que aprobó el PP en 2013 que, es cierto, incluían un nuevo método que no sólo tenía en cuenta la evolución de los precios, sino también los ingresos y gastos del sistema. Ya no caben dudas, nos asegura José Luis Escrivá, de que los pensionistas el año que viene verán cómo su prestación se revaloriza con el IPC.

El problema es que sí hay dudas. El otro día, a cuenta de esta noticia de mi compañera Beatriz García sobre el coste que esta medida tendría para la Seguridad Social si el IPC se mantiene rozando el 10%, hice una mini-encuesta entre algunos amigos (economistas la mayoría, algunos periodistas y otros no, pero todos con cierto conocimiento técnico de la materia). Y había más escépticos que creyentes. El sentir generalizado era que ignorarán su promesa, que no tendrán dinero, que Bruselas no nos dejará, que un 10% es demasiado y que ni siquiera este Gobierno se atrevería a tanto.

Yo no lo tengo tan claro. De hecho, si tuviera que apostar, diría que sí lo harán, incluso aunque la inflación siga por las nubes. Para empezar porque la recaudación ayudará: es lo que tiene no ajustar los impuestos a esos precios, que el primer sacrificado de la inflación es el contribuyente y el primer beneficiado el Estado. Pero, además, creo que para 2023 mantendrán la revalorización de las pensiones con el IPC porque no pueden no hacerlo: lo han apostado todo a eso con los pensionistas, lo han repetido demasiadas veces, hay demasiados vídeos...

Sé que este Gobierno ha incumplido su palabra en tantas ocasiones que sería una ingenuidad pensar que no pueden hacerlo una vez más. ¿Pueden? Sí. ¿Les veríamos defender la medida, diciendo que es inevitable, con la misma tranquilidad que han asegurado que su reforma implicaba "certidumbre"? También. ¿Creo que lo harán? Mi apuesta es que será inevitable en el próximo lustro, pero todavía no. A finales de 2022 aún quedará algo de dinero en la caja.

Pero hoy no iba a eso, sino a lo del riesgo y la "certidumbre" de Escrivá y Sánchez. Que los pensionistas actuales no tienen esa certidumbre es una obviedad. Incluso aunque estén equivocados, muchos de ellos tienen miedo.

Que es lógico que lo tengan, pues también. Lo peor del técnico Escrivá es que debería saber que el mensaje del político Escrivá no tiene ningún sentido. Puede repetir mil veces esa idea que dice algo así: "Como la ley dice que las pensiones seguirán ligadas al IPC no hay nada que deba preocupar a los pensionistas a futuro". Pero eso es como un comercial de un banco que le asegura a su cliente que el depósito está garantizado y a salvo de cualquier posible pérdida.

Volvemos al principio. No hay NADA seguro. ¿Un depósito garantizado a qué? Porque incluso el producto con el nombre más conservador tiene al menos dos riesgos: que la entidad depositaria quiebre y que la inflación se dispare comiéndose el capital. ¿Y si lo referenciamos a la inflación? Pues el riesgo de quiebra sigue ahí y también habrá que ver entonces la rentabilidad que ofrece, que será muy baja o incluso negativa. ¿Un fondo de bolsa de gestión pasiva a largo plazo? Incluso uno referenciado a un índice puede ser una mala inversión si lo compraste en el peor momento o si la economía mundial se embarca en una década de estancamiento. ¿Dinero en la cuenta? Pues tres cuartos de lo que decíamos para el depósito: tener el dinero parado puede ser igual a perder un 10% cada año si los precios siguen al alza. ¿Algo 100% seguro? No existe.

Con las pensiones pasa lo mismo. Lo hemos dicho muchas veces, pero hay que repetirlo porque la falacia sigue siendo recurrente: ninguna ley les decía a los jubilados griegos que verían un recorte de sus prestaciones del 30-40% en cinco años. De hecho, sus políticos les aseguraron que nunca pasaría. Hasta que pasó. Lo único que traería certidumbre a un sistema de pensiones serían unas cuentas públicas saneadas. Tampoco tendríamos una seguridad absoluta, pero al menos sería lo más cercano que podríamos llegar a mirar al futuro con cierto sosiego.

Si España tiene que hacer recortes sustanciales del gasto público, afectarán a las pensiones. De hecho, incluso sin que lleguen esos recortes, con la inflación en los niveles actuales y los sacrificios que se están pidiendo a unos y otros, sería lógico plantear un pequeño ajuste para el próximo año. El otro día Sánchez pedía un "pacto de rentas". ¿Y va a dejar fuera al colectivo más numeroso del país que, además, fue el que salió más fortalecido de la anterior crisis? Si no hubieran utilizado tanto la demagogia en los últimos años, esa retórica en la que no existe una restricción presupuestaria y culpa de cualquier decisión de reducción del gasto a la malicia del rival político, le sería más fácil plantearlo ahora. De hecho, la explicación debería ir también por ahí, por reducir los riesgos: "Para tener más seguridad en el futuro a medio plazo, debemos tomar medidas impopulares ahora, pero que generan confianza en nuestras cuentas públicas".

El problema es que están atrapados en su propia trampa, en el lenguaje de esa falsa seguridad que aporta una ley, un índice, un acuerdo del Pacto de Toledo. Son rehenes de esos mensajes en los que señalan al contrario y aseguran que ellos sí cuidan de los pensionistas. Por eso creo que incluso este año intentarán mantener la promesa. Lo veremos en diciembre (a ver dónde está entonces la inflación). Por supuesto, me parece una locura, una muestra más de irresponsabilidad y falta de sentido de Estado. Pero no tienen otro remedio: o incumplen su promesa más querida o nos empujan un poco más hacia el precipicio de la insostenibilidad financiera. ¿Decíamos que están "atrapados"? Sí, pero no nos engañemos, el peaje para salir lo pagaremos nosotros.

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