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Sánchez hace caja fiscal con las franjas horarias de luz: promocionó la noche y es ahora el momento más caro

Después de meses promocionando el horario nocturno, el Gobierno calla ahora que el esquema horario se ha dado la vuelta.

Después de meses promocionando el horario nocturno, el Gobierno calla ahora que el esquema horario se ha dado la vuelta.
Torres eléctricas. | Cordon Press

La inmensa mayoría de consumidores sigue pensando que las horas nocturnas son las más baratas en el pago de la luz. Y lo piensan porque el Gobierno publicitó ampliamente este mensaje no hace demasiados meses con motivo de una de sus reformas energéticas fallidas. Fue la época —hace menos de un año— en la que se repetía que había que planchar, poner el lavaplatos y la lavadora a la una o las dos de la madrugada. Pues bien, el esquema horario se ha dado la vuelta por completo. Pero el Gobierno no ha avisado de la inversión de las franjas horarias producida por puros motivos de mercado. Resultado: muchos de los días, esas son, justo, las franjas más caras de luz. Pero el Gobierno hace caja fiscal gracias a ello: al subir ese coste de la luz, los impuestos que el Gobierno cobra en cada recibo suben proporcionalmente.

Tres días muy concretos y cercanos: el 28 de agosto, el 29 y el 30. Y sus precios de la luz: el pasado día 28, el precio mínimo se marcó entre las once y las doce horas. ¿De la noche? No, de la mañana, con un precio de 0,2924 €/KWh. Y el máximo se registró entre las seis y las siete. ¿De la tarde? No, de la mañana.

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Al día siguiente, 29 de agosto, se repitió, más o menos, la misma escena: precio mínimo, de 0,3830 €/KWh, entre las tres y las cuatro del mediodía. Y el máximo, con 0,6442 €/KWh, entre las nueve y las diez de la noche.

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Y el día 30 se volvía a revivir la escena de forma muy parecida: precio mínimo entre las tres y las cuatro del mediodía, con un coste de 0,4332 €/KWh. Y precio máximo, de 0,7126 €/KWh, entre las cuatro y las cinco de la madrugada.

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Se trata simplemente de algunos ejemplos repetidos de forma totalmente habitual. Ejemplos que, sin embargo, la gente desconoce tras mil cambios normativos y una fuerte campaña de publicidad y propaganda en la que, allá por octubre del año pasado, el Gobierno repitió hasta la saciedad que lo que tenían que hacer los consumidores era convertirse en animales nocturnos para consumir más luz a altas horas de la noche y de la madrugada. Porque, según la versión oficial, gracias a ello, iban a ahorrar de forma notable. Pues bien, todo aquello acabó, otras reformas han entrado en vigor, el esquema de franjas horarias es totalmente distinto, pero nadie ha hecho nada desde el Gobierno para explicar a la población que, lejos de ahorrar, esos madrugones y desvelos no sólo no sirven para ahorrar, sino todo lo contrario: pueden servir para pagar más.

Y ese pago de más acaba en dos destinos. El primero en abonar una luz que vale más por puro criterio de mercado. Es decir, en ese concreto momento, por ley de oferta y demanda y coste de las materias primas empleadas, el KW sale más caro, y la eléctrica lo cobra, por lo tanto, más caro. Pero el segundo destino no tiene nada que ver con la ley del mercado: tiene que ver con Hacienda. Porque a mayor precio, mayor base imponible de los impuestos, y, a mayor base imponible, mayor recaudación para Hacienda. Es decir, que el segundo de los destinos de ese pago en exceso son los impuestos.

El Gobierno no ha dado publicidad a esta realidad: que los desvelos energéticos, además de insanos, pueden salir enormemente caros. Y la consecuencia directa es un elevado grupo de consumidores que pagan de más, entre otros, al Fisco.

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