El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado este martes el dato final del Índice de Precios de Consumo (IPC), que en agosto fue de un 10,5%, por lo que se mantiene en niveles que no se veían en España desde hace 30 años.
Esto significa que la tensión alcista de los precios se mantiene a un ritmo alto, pese a las subidas de tipos de interés que, en el arranque de este mes de septiembre, ha sido de 0,75%, la subida puntual más alta de la historia del BCE.
Pese al mal dato, desde el Gobierno se vende la idea de que lo que hace la inflación es moderarse ya que el dato de julio fue del 10,8%. Sin embargo, al ser interanuales, si en 2021 la inflación se hubiera mantenido invariable en julio y agosto, el dato del mes de agosto de 2022 hubiera sido del 10,9%, es decir, que seguimos en tendencia alcista.
Es más, el INE ha elevado así el dato que avanzó a finales del mes pasado, cuando estimó un IPC del 10,4%. Además, también ha elevado dos décimas el aumento mensual adelantado, desde el 0,1% al 0,3%.
Pero ese incremento del 0,3% intermensual del mes de agosto se calcula en base cero. Si tomamos como referencia el dato de julio, cuando en términos intermensuales la inflación cayó 3 décimas, en realidad, la subida desde julio es de 6 décimas.
Los alimentos y la subyacente, disparadas
En agosto subieron con mucha fuerza los precios de la electricidad y de los alimentos. Estos últimos registraron en agosto una subida interanual del 13,8%, tasa tres décimas superior a la de julio y la más alta desde el comienzo de la serie, en enero de 1994. Destaca, especialmente, el encarecimiento de la carne, el pan y los cereales y la leche, el queso y los huevos. Curiosamente, de todos estos productos, la famosa cesta básica de Carrefour sólo incluye los cereales.
Además, la inflación subyacente –el índice que se calcula sin incluir los alimentos no elaborados ni los productos energéticos– aumentó en agosto tres décimas, hasta el 6,4%, su valor más alto desde enero de 1993.