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La inflación que no vemos: la tormenta de precios ya golpea a la calidad de los productos

La cheapflación es un fenómeno inflacionario menos conocido​​​​​​. "El jersey que antes era 100% algodón, ahora solo tiene el 70%" avisan.

La cheapflación es un fenómeno inflacionario menos conocido​​​​​​. "El jersey que antes era 100% algodón, ahora solo tiene el 70%" avisan.
Europa Press

10,4% de inflación. Eso es lo que subieron los precios de los bienes y servicios que adquirieron los consumidores españoles el pasado mes de agosto en comparación con el mismo mes de 2021. En los próximos días, esta desorbitada cifra va a llenar los telediarios y las páginas de la prensa, centrará el debate económico y servirá de referencia para una larga lista de actualizaciones. Hasta aquí llegan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), sin embargo, la inflación no tiene solo una consecuencia cuantificable en el bolsillo del ciudadano. Hay más.

Uno de los fenómenos inflacionarios menos conocidos es el de la cheapflación. Se trata de un efecto que se da cuando el fabricante sustituye los materiales o los ingredientes que conforman el producto que comercializa por otros de menor coste, lo que supone una disminución de su calidad.

"Quizá el consumidor no lo haya notado, pero ya está pasando que el jersey que antes compraban de 100% algodón, ahora solo tiene el 70% o que los zapatos de su marca habitual están sustituyendo la piel por otro material artificial" explica el Profesor de OBS Business School, Eduardo Irastorza, a Libre Mercado.

En plena tormenta de precios, en el sector de la alimentación la cheapflación también está siendo frecuente. "Lo vemos en los cocktails de encurtidos, que vienen con menos aceitunas y más cebolletas que antes porque son más baratas. También ocurre con las ensaladas preparadas, que traen más lechuga y menos atún, o en la pizza, que viene con un jamón más barato. En los productos de higiene más de lo mismo: el jabón huele diferente que antes porque es peor" asegura Irastorza.

El profesor tiene claro que este fenómeno está siendo generalizado en España, "por eso, recomiendo a los clientes que se fijen mucho en las etiquetas y a las marcas que sean trasparentes e informen mejor de los cambios que hacen, porque el golpe reputacional puede ser muy grande si decepcionan al cliente".

Hay que tener en cuenta que la cheapflación es una estrategia de supervivencia empresarial, ya que las compañías son las primeras que están sufriendo la asfixia de precios en España, como vemos en índices como el IPRI. En muchos casos, incrementar el precio de sus productos en la misma proporción que su coste supondría una merma de sus ventas, por lo que las compañías optan por bajar su calidad o por reducir su tamaño, el fenómeno de la shrinkflation o también llamado reduflación, un efecto más conocido y que es más fácil de percibir por el cliente.

El espejismo estadístico de la inflación

Con una inflación del 10,4%, estamos ante un nivel de encarecimiento desorbitado y nunca visto en los últimos 30 años. Pero la erosión del poder adquisitivo de los ciudadanos mes a mes se lleva prolongando tanto en el tiempo, que ya en agosto del año pasado, el IPC se disparaba un 3,3% internanual, la tasa más alta de la última década. Era la antesala de la tormenta inflacionista que azota el país.

Y aunque el dato de agosto que ha publicado este martes el Instituto Nacional de Estadística (INE) está ligeramente por debajo del pico alcanzado el pasado mes de julio -cuando el IPC se situó en el 10,8%- no hay nada que celebrar. Que la inflación continúe por encima de los dos dígitos resulta alarmante, sobre todo, teniendo en cuenta que ya comenzaba a estar alta en agosto de 2021 -el periodo con el que se compara-. Por tanto, la comparación de estas dos magnitudes ya está generando en estos momentos un importante espejismo estadístico en el IPC que se va prolongar en los próximos meses y del que el Gobierno se aprovechará para presumir de moderación de precios, como ya anticipó Libre Mercado.

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La subyacente se multiplica por 9

Además, como se observa en el gráfico, el incremento de la inflación va más allá de los precios de la energía, como el Ejecutivo acostumbra a señalar. La prueba está en el dato de inflación subyacente, que es la variable que excluye a los alimentos no elaborados y la parte energética. Es decir, el componente más volátil del IPC.

Así, el dato de la subyacente confirma el incremento generalizado de los precios en todas las actividades de la economía y la cronificación de la inflación. En agosto, la subyacente alcanzó la friolera del 6,4%, lo que supone multiplicar por 9 el dato del año pasado. Y desde abril de 2021 no ha dejado de subir sistemáticamente.

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