En pleno debate sobre la conveniencia o no de limitar el precio de los alimentos básicos, Carrefour quiso subirse al carro del Gobierno y fue la primera cadena de supermercados en anunciar una supuesta cesta básica de 30 productos a 30 euros. Sin embargo, su particular campaña de marketing no ha salido como esperaba y el resultado es, por el momento, el contrario del que pretendía: ventas más que limitadas y clientes enfadados con un comercio que, según denuncian, no parece entender cuáles son realmente las necesidades de los ciudadanos en tiempos de crisis.
"Esto no vale para nada. Para nada. Son cosas que saca el Gobierno. ¿Y qué quiere? ¿Que estemos como en Cuba?", se preguntaba este lunes el dueño de un restaurante, indignado con que Carrefour le hubiera comprado el discurso a Yolanda Díaz. "Cada vez nos parecemos más a Cuba y Venezuela", gritaba a lo lejos otro señor que también salía de hacer la compra en uno de los muchos establecimientos con los que esta conocida cadena de alimentación cuenta en Madrid.
Lo que falta y lo que sobra
Los que, por el contrario, celebraban la noticia, tampoco se mostraban satisfechos y la razón saltaba a primera vista. "Esto no es una cesta básica, porque falta lo básico -denunciaba una clienta-. Falta verdura, leche…". "Y legumbres, no hay legumbres -apostillaba el siguiente-. No hay garbanzos, no hay lentejas…". La sorpresa de los compradores al comprobar el engaño de Carrefour era máxima: "Echo en falta productos básicos como leche, huevos que no veo, carne, pescado, yogures...".
"Es que eso es lo primordial -se quejaba otro comprador-. Al fin y al cabo, tú puedes pasar sin chocolate, puedes pasar sin café, sin té al limón…". Se refería así a esos otros productos que, para sorpresa de los clientes, sí se habían incluido en la cesta en detrimento de aquellos que realmente son imprescindibles para cualquier familia y entre los que incluso hay pan de hamburguesa o albóndigas de lata para evitar poner carne fresca.
"A mí no me convence. La cesta que llevas tú no me convence -sentenciaba una señora al mirar el carro en el que habíamos metido todos los productos del 30x30- El pan de hamburguesa, ¿para qué?". Esta ama de casa no daba crédito a la mala elección del supermercado: "Lo lógico es que pongan barras de pan, que son más saludables y no importa si las congelas". Aunque el pan no era lo único que la sorprendía. "Esto no es básico -apuntaba casi enfadada mientras cogía en la mano una tableta de chocolate- Y, además, chocolate blanco, que tiene una cantidad de grasa impresionante".
"¡Es que ni razonamiento de guerra, sinceramente! No lo entiendo" -se indignaba un joven a las puertas del supermercado-. Y estos eran los productos básicos, ¿no? Pues yo, por lo menos, de aquí no compraría ni la mitad". Tras él, un matrimonio ojea nuestro carro. "Yo le diría a Carrefour que pusiera más productos frescos, de supervivencia", sentenciaba el marido. "Huevos, ¿no hay huevos?", preguntaba ojiplática su mujer. Cuando le confirmamos que no, su respuesta no deja lugar a dudas: "Pues mal asunto".
Las trampas de Carrefour
Ni ellos ni ningún otro cliente de cuantos nos cruzamos a lo largo de la mañana le ha comprado a Carrefour su campaña de marketing. "¿Y encima tienes que ir buscando los productos de uno e uno? -se quejaba un hombre que pensaba encontrarse la cesta ya hecha o, al menos, una estantería con los productos seleccionados– Pues a ver quién los busca… Porque vas a buscar el caldo o la Coca Cola esa por ahí y no lo encuentras, y al final te pasa como a mí, que te gastas 100 euros".
A su particular denuncia, se suma la de otro cliente que sospecha de las triquiñuelas del supermercado. "He oído que hace dos o tres días han subido los precios de los productos que iban a ir en la compra". Una práctica a la que, desgraciadamente, los consumidores ya están más que acostumbrados. Y no sólo por Carrefour, sino por tantos otros comercios que acostumbran a promocionar grandes descuentos tras haber subido los precios previamente. "En la época en la que vivimos hay un 50% de engaño y un 50% de sinrazón", concluye resignado el último cliente con el que nos cruzamos.
Lo que está claro es que si lo que nos encontramos a las puertas de este establecimiento es similar a lo ocurrido en el resto, el fracaso de la campaña es evidente: los clientes no sólo no compran a Carrefour su cesta estrella, sino que, además, dudan de su criterio y, lo que es peor, de su buena fe.