La semana pasada Suiza anunció cuál era la zona elegida para construir su futuro Almacén Geológico Profundo para enterrar para siempre los residuos nucleares procedentes de sus cuatro centrales. Tras catorce años de de búsqueda, la Oficina Federal de la Energía suiza anunció que el territorio elegido sería la cara norte del cerro Lägern, junto a la frontera alemana.
Aún faltan muchos años para que el almacén empiece a ser una realidad pero la noticia ya ha encontrado un considerable eco en Alemania, un país que decidió abandonar la energía nuclear primero a iniciativa de los socialdemócratas y después de los democristianos y cuyos tres últimas centrales tenían previsto echar el cierre definitivo en diciembre, aunque finalmente dos de ellas quedarán en la reserva unos meses más ante la perspectiva de un invierno sin gas ruso.
El futuro almacén nuclear, la solución definitiva propuesta por Suiza para sus residuos a imagen de otros países como Finlandia, estará operativo a mediados de siglo, aunque aún tendrá que ser sometido referéndum. Costará 20.700 millones de euros. Los residuos se almacenarán en bidones a 800 metros de profundidad en una zona de arcillas opalinas que los expertos consideran que funcionará como barrera geológica natural. El objetivo es que permanezcan allí para siempre, sin necesidad de vigilancia alguna.
La localidad más cercana al futuro almacén es Hohentengen, en Baden-Württemberg, donde según la prensa local la noticia ha provocado inquietud entre unos vecinos que se preguntan por qué el almacén tiene que estar tan cerca de territorio alemán, a sólo dos kilómetros de la frontera. Activistas, vecinos y el propio alcalde han empezado a denostar el proyecto, del que temen sobre todo, dicen, su posible efecto en aguas subterráneas. Los expertos, mientras, aseguran que el territorio escogido es el idóneo porque no ha experimentado cambios en 175 millones de años y este tipo de arcilla impediría hipotéticas filtraciones. "La geología ha hablado", defienden en el consorcio creado en Suiza para encontrar el emplazamiento perfecto.
Desde el Gobierno alemán, han prometido conversaciones con Suiza sobre posibles pagos compensatorios y recuerdan que ha habido contactos y reuniones con las autoridades locales durante los años en que este y otros emplazamientos estaban sobre la mesa. También han descartado que Alemania vaya a aprovechar esta construcción para almacenar sus propios residuos nucleares. El país tiene pendiente decidir qué hará con los suyos a largo plazo y espera alcanzar una decisión en 2031.
Suiza ha optado por esta decisión tras décadas de estudios. Tras mandar durante años sus residuos a Francia y Reino Unido, construyó en 1993 un depósito en Würelingen como paso previo a la construcción de un Almacén Geológico Profundo. En principio, este es el camino que también se ha propuesto España, pero en el caso de nuestro país, el proyecto para el paso intermedio, el denominado Almacén Temporal Centralizado (ATC), está parado y los residuos se están almacenando de forma individualizada en cada central.
Pese a que se llegó a encontrar una ubicación para el ATC, la localidad de Villar de Cañas, los últimos permisos, ya bajo el gobierno Sánchez, no llegaron a concederse. El mandato que en su día dio el Congreso fue tenerlo en marcha en 2010. El AGP, la próxima ‘patata caliente’, debería estar construido en 2073, según el borrador del séptimo plan de residuos radiactivos.