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Diego Barceló Larran

¿Por qué en Suiza la inflación es del 3,3%? Seis lecciones que la zona euro debería aprender

Los "estímulos" keynesianos distorsionan la economía, la hacen más volátil y no impulsan el crecimiento.

Los "estímulos" keynesianos distorsionan la economía, la hacen más volátil y no impulsan el crecimiento.
Bandera suiza frente a la famosa torre del reloj en Berna. | Alamy

Empecemos por lo obvio: Suiza está en Europa y sufre, exactamente igual que sus vecinos, el aumento de los precios del petróleo y el gas, los cuellos de botella en las cadenas de producción internacionales y la incertidumbre por la guerra en Ucrania. Sin embargo, hay un dato que está pasando inadvertido: mientas en la Eurozona la inflación interanual a septiembre es del 10%, en Suiza es apenas del 3,3%.

La inflación es un fenómeno monetario. Cuando hay diferencias tan sustanciales en la inflación, lo primero que hay que mirar es la emisión monetaria. Entre 2018 y agosto último, los activos del Banco Nacional Suizo (el banco central helvético) aumentaron un 18%, lo que conlleva una emisión media anual del 4,5% (muy cerca del 4% que proponía Milton Friedman como regla de emisión permanente). Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo aumentó su balance un 89%, del que surge un ritmo medio de emisión del 18,5% anual. Un ritmo razonable si lo que quieres es tener una inflación del 12% o 15%, pero no una del 2%.

1- La culpa de la inflación europea es del BCE

Suiza demuestra que se puede tener una inflación bajo control con una política monetaria responsable. La emisión descontrolada del BCE no solo nos empobrece porque carcome el poder de compra del euro. También nos empobrece frente al resto del mundo: ahora, una misma cantidad de euros sirve para comprar un 15% menos de dólares que en 2018. En cambio, el valor del franco suizo frente al dólar es ahora igual que entonces.

2- La depreciación del euro provocada por el BCE no nos hace más "competitivos", sino que nos hace más pobres

Entre 2015 y 2019, Suiza tuvo superávit fiscal, por un total acumulado equivalente al 4,4% de su PIB. En cambio, el conjunto de la Eurozona tiene déficit fiscal, al menos, desde 1995. En 2020, en plena pandemia, Suiza tuvo un déficit fiscal de 3,2% del PIB, que rápidamente corrigió en 2021, con un desequilibrio de apenas 0,7%. En la Eurozona, el déficit fiscal fue 7,1% y 5,1%, respectivamente, en 2020 y 2021.

3- Un gobierno responsable no necesita suspender las reglas fiscales

Suiza no es un país que sablee a sus ciudadanos: el IVA es 7,7% (21% en España), su tipo máximo de IRPF es 40% (54% en nuestro país), el tipo de Sociedades es del 15% (25% en la tierra de Pedro Sánchez) y las cotizaciones sociales (sumando las partes correspondientes al empleado y al empleador) se llevan el 12,8% del salario (36% en España, a lo que hay que añadir la cotización por accidentes de trabajo y el 0,6% extra que, desde 2023, se cobrará gracias al ministro Escrivá).

4- Es falso que en España haya déficit porque los impuestos son "bajos"

Lo habrá y lo seguirá habiendo mientras el gobierno esté ocupado por demagogos manirrotos. Pese a la ausencia de "estímulos" monetarios y de "planes de recuperación", Suiza acumula un crecimiento del PIB del 7% entre 2017 y 2022, prácticamente lo mismo que la media de la Eurozona, que creció 8%.

5- Los "estímulos" keynesianos distorsionan la economía, la hacen más volátil y no impulsan el crecimiento

Como resultado de una economía bien gestionada, Suiza tiene una tasa de paro de 4,3% (prácticamente pleno empleo), mientras que la media de la Eurozona es de 6,6%.

6- La prudencia fiscal y monetaria y los bajos impuestos favorecen a los más humildes

Frente a esta evidencia abrumadora, es difícil que los socialistas de todos los partidos reconozcan el daño que provoca el intervencionismo que defienden; preferirán retener el poder que les da un creciente gasto público, aunque a la larga resulte empobrecedor. En cambio, a la cúpula del BCE se la supone más "técnica". Por eso, como mínimo, deberían pedir perdón. Y si tuvieran algo de vergüenza, dimitir.

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados(@diebarcelo)

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