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Diego Barceló Larran

La "trampa de pequeñez" de las empresas españolas

Hay una forma de solucionar todos los problemas de la economía española la vez. Parece magia, pero no lo es: fomentar el crecimiento empresarial.

Hay una forma de solucionar todos los problemas de la economía española la vez. Parece magia, pero no lo es: fomentar el crecimiento empresarial.
Europa Press

Como sabemos, la economía española tiene muchos problemas. Una deuda pública enorme y creciente, la tasa de paro más alta de Europa y la productividad estancada en niveles de hace más de diez años, son solo algunos de los más importantes.

Lo que normalmente se desconoce es que hay una forma de, si no solucionar, al menos atenuar de manera significativa todos los problemas de la economía española al mismo tiempo. Parece magia, pero no lo es. Se trata de fomentar el crecimiento empresarial.

El tamaño medio de la empresa española es de los más pequeños de Europa. El 99,8% de nuestras empresas son pymes, con una media de poco más de 3 ocupados cada una. Aun añadiendo las 5.500 grandes empresas, la media apenas supera los 5 ocupados por empresa. Por caso, la empresa española media tiene ventas que equivalen a menos de una tercera parte de las de Irlanda y Alemania y menos de la mitad que las ventas promedio de las empresas danesas y austríacas.

El tamaño reducido de nuestras empresas supone un cúmulo de problemas. El principal, la relativamente baja productividad, cosa que a su vez es una traba para el aumento de los salarios. Además, las empresas más pequeñas tienen más dificultades para financiarse, innovar, exportar y ofrecer a su personal oportunidades de conciliación y capacitación. Todo eso confluye en el hecho de que las empresas más pequeñas son más vulnerables en contextos económicos adversos, lo que deriva en una inestabilidad en el empleo.

¿Por qué las empresas son más pequeñas en España? Simplemente, porque no les dejan crecer. Las regulaciones que desalientan el crecimiento se cuentan por decenas. Daré tres ejemplos. Las cotizaciones sociales españolas son las terceras más elevadas de la UE, haciendo que el coste laboral no salarial sea muy superior a la media europea. Agravando lo anterior, el salario mínimo español es el más gravoso, pues es el único de la UE que equivale al 60% del salario medio. La realidad es aún peor: como el salario medio es diferente en las distintas provincias (porque las hay ricas y pobres), hay 21 provincias en donde el salario mínimo supera el 65% del salario medio (Teruel, Soria, Cuenca, Zamora, León, Badajoz, Ávila, etc.). Si restringimos el análisis a las empresas pequeñas de esas provincias (que pagan salarios medios más bajos por su menor productividad), encontramos que el SMI equivale a más del 75% de su remuneración promedio.

El tercer ejemplo es la burocracia enorme y creciente. En 2022, el BOE y los boletines oficiales autonómicos editaron, considerados conjuntamente, más de 1,3 millones de páginas. Eso equivale a unas 5.300 páginas por día laborable. Una marea normativa cae cada día sobre el sector privado.

Todas las trabas al crecimiento convergen para hacer de la pyme española una de las menos rentables de la UE. La reinversión de beneficios es la forma más barata e inmediata de financiar el crecimiento, pero como nuestras pymes son menos rentables su capacidad de crecimiento se debilita. El círculo vicioso se cierra porque la misma baja rentabilidad impide acceder al crédito bancario en buenas condiciones. Una verdadera "trampa de pequeñez".

Hoy, cuando una empresa contrata a su empleado número 50, se dispara un cúmulo de regulaciones, la más conocida de las cuales es la obligación de constituir un comité de empresa. Lógicamente, las empresas evitan alcanzar ese umbral. Hay casos en que se separan los negocios montando una nueva empresa, para no alcanzar nunca ese nivel. Una forma de alentar el crecimiento sería que todos los umbrales regulatorios se dispararan después de cuatro años de cumplimiento efectivo de los mismos.

Si nuestras empresas tuvieran el mismo tamaño medio que las de la UE, el PIB crecería 5%, la relación entre la deuda pública y el PIB caería en mas de 4 puntos porcentuales, el déficit fiscal bajaría en al menos 2 puntos del PIB sin aumentar la presión tributaria y la tasa de paro sería recortada en unos 5 puntos porcentuales de manera permanente, por la creación de, al menos, 1,2 millones de empleos. Millones de empleos que nos dice que, además de económica, la cuestión del crecimiento empresarial es eminentemente social.

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