El nuevo impuesto de solidaridad sobre las grandes fortunas que está planteando el Gobierno está impulsando a los bastos patrimonios españoles a mirar al sector del arte para refugiarse de este nuevo acoso fiscal.
Lo cierto es que el impuesto es, por el momento, una incógnita y una mera intención sobre el papel. Se desconocen los detalles técnicos y su entrada en vigor, que se pretendía para antes de finales de este año, pero que parece que no será posible. Aun así, lo único que ha esbozado el Ejecutivo es que se tratará de una treta para que las Comunidades Autónomas no puedan bonificar al 100% el Impuesto sobre el Patrimonio, como hace Madrid.
Con todo ello, y por prevenir antes de curar, las grandes fortunas están mirando ya a las obras de arte para refugiarse de esta nueva figura fiscal. De hecho, se está apreciando un aumento de la demanda de este tipo de obras. El motivo no es otro que estos bienes cuentan con exenciones que permiten reducir la base imponible de las grandes fortunas. Un ahorro que supone miles de euros para los propietarios.
Y es que, según la legislación española, hay una serie de bienes que cuentan con exenciones fiscales notorias. Por ejemplo, aquellas obras de arte – entendiéndose como pinturas, esculturas, dibujos, grabados, litografías – que sean originales y que tengan más de 100 años de antigüedad cuentan con ventajas fiscales. Bien es cierto que existen excepciones en cuanto al valor de la obra y a la antigüedad de la misma.
Al mismo tiempo, la cesión de las obras de arte a fundaciones y museos también tienen una bonificación fiscal siempre y cuando se den ciertos requisitos, como que sea durante un periodo de tres años. Esta es una manera de que se tribute menos en el temido Impuesto de Patrimonio, que solamente existe en España.
A pesar de que los grandes patrimonios estén ya mirando a las obras de arte para reducir su factura fiscal, habrá que ver qué características tendrá el nuevo tributo del Gobierno.