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EDITORIAL

La argentinización de España

Sánchez parece decidido, más que nunca, a lograr que los ciudadanos se sientan cada vez más dependientes del Estado. O mejor dicho, de su gobierno.

En las antípodas de aquella advertencia de Alexis de Tocqueville que decía que "la mayor preocupación de un gobierno debería ser acostumbrar poco a poco a los pueblos a prescindir de él", el gobierno social-comunista de Sánchez parece decidido, más que nunca, a lograr que los ciudadanos se sientan cada vez más dependientes del Estado. O mejor dicho, de su gobierno. Buen ejemplo de ello lo constituye ese PPP ("paquete de prebendas y paguitas") que constituye el sexto "paquete de medidas anticrisis" anunciado este martes por el gobierno: lejos de potenciar el crecimiento económico y la creación de empleo productivo por la vía de la liberalización de los mercados y la reducción de la presión fiscal y el gasto público, dicho paquete parece destinado a la compra de votos con medidas propias de una república bananera como son la entrega de cheques-comida de un importe de 200 euros o la congelación de los alquileres durante un periodo de seis meses. Poco importa a Sánchez que estas medidas populistas —propias de la Argentina peronista— sólo se traducirán en un aun mayor déficit y endeudamiento públicos y en una mayor inseguridad jurídica en lo que a los contratos de alquiler se refiere. A Sánchez lo único que le interesa es aparecer ante la opinión pública como el socorrista ante el naufragio, naufragio que, en realidad, se debe fundamentalmente a su nefasta política económica.

Incluso una medida bien orientada como es, en principio, cualquier rebaja de la presión fiscal, Sánchez la convierte en una engañosa estafa. Así, después de haberse opuesto durante meses a cualquier rebaja del IVA, Sánchez nos anuncia una ridícula y tardía rebaja del tipo superreducido para los alimentos de "primera necesidad" del que, sin embargo, quedan excluidos alimentos como la carne y el pescado.

Ni que decir tiene que esa ridícula rebaja fiscal no compensará el incremento de ese impuesto oculto que constituye la inflación y del que tanto provecho están haciendo los gobiernos manirrotos como el nuestro.

Bien es cierto que buena culpa de todo esto lo tiene también la Unión Europea y el BCE que, lejos de imponer una auténtica disciplina a los gobiernos manirrotos, les sigue dando barra libre a través de la monetización de la deuda, factor decisivo para explicar esa subida generalizada de precios que es la inflación.

Lo que es innegable es que, con este tipo de políticas, España se aleja cada vez más del modelo económico y jurídico que caracteriza a las economías de mercado y a las democracias liberales para adentrarse en la senda del estatismo populista que ha arruinado a países en su día prósperos como Argentina o Venezuela. Así, a los que decían que eso no podía pasar en España, habrá que decirles que ya está pasando.

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