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La UE diseña su revolución "ecoagrícola": nuevo año y nuevos costes para agricultores y ganaderos

La UE se propone todo un listado de exigencias de cara a 2030 y 2050 que anticipan unas décadas muy duras para la competitividad del campo.

La UE se propone todo un listado de exigencias de cara a 2030 y 2050 que anticipan unas décadas muy duras para la competitividad del campo.
Paisaje en la Ribera del Duero. | C.Jordá

Pedro Sánchez se ha empeñado en forzar al campo a tener que asumir innumerables cambios y costes en materia de fertilizantes, alimentación y cuidado de los animales, exigencias sobre los cultivos, vigilancia de los animales, uso de maquinaria, trato de lechos y suelos, distancias entre plantaciones, etc. Pero no es el único que ha diseñado toda una revolución ‘urbanita’ y ecologista ultra para el campo. La UE avanza en la misma dirección y ahora se propone todo un listado de exigencias de cara a 2030 y 2050 que anticipan unas décadas muy duras para la competitividad del campo.

La UE se ha plagado de documentación e iniciativas para imponer exigencias al campo, sin tener nada claro el margen de rentabilidad de agricultores y ganaderos. "El acuerdo sobre biodiversidad de Kunming-Montreal incluye objetivos mundiales clave" para el futuro de la UE, recuerda Bruselas en una de sus últimas comunicaciones sobre esta materia.

La Comisión Europea ha hecho una enumeración de los cambios a la vista. Y efectivamente, se les viene encima a todos los operadores económicos y hogares una auténtica revolución ecologista ultra plagada de costes, al menos, de adaptación. Entre esos objetivos ya introducidos en el calendario oficial figura el de "restaurar el 30 % de los ecosistemas degradados a nivel mundial (en tierra y mar) para 2030". El de "conservar y gestionar un 30 % de áreas (terrestres, interiores, costeras y marinas) para 2030". Y el de "detener la extinción de especies conocidas y, para 2050, reducir diez veces el riesgo y la tasa de extinción de todas las especies (incluidas las desconocidas)".

No se trata de los únicos objetivos obligatorios: "Reducir el riesgo de pesticidas en al menos un 50 % para 2030; reducir los nutrientes perdidos para el medio ambiente en al menos un 50 % para 2030; reducir los riesgos de contaminación y los impactos negativos de la contaminación de todas las fuentes para 2030 a niveles que no sean perjudiciales para la biodiversidad y las funciones del ecosistema; y reducir la huella mundial del consumo para 2030, incluso reduciendo significativamente el consumo excesivo y la generación de residuos y reduciendo a la mitad el desperdicio de alimentos". Todos esos objetivos también se incluyen en un eterno listado de deberes de año nuevo -y años nuevos-.

Los deberes siguen: "Gestionar de forma sostenible las áreas bajo la agricultura, la acuicultura, la pesca y la silvicultura y aumentar sustancialmente la agroecología y otras prácticas favorables a la biodiversidad. Abordar el cambio climático a través de soluciones basadas en la naturaleza. Reducir la tasa de introducción y establecimiento de especies exóticas invasoras en al menos un 50 % para 2030. Asegurar el uso y el comercio seguros, legales y sostenibles de especies silvestres para 2030. Y convertir en verdes los espacios urbanos".

Y, según la UE, la orden es movilizar los fondos que sean necesarios para imponer todo ese listado de obligaciones verdes. Un dinero que, obviamente, si de veras se pone en la mesa, se pondrá con cargo a impuestos, única vía real y significativa de obtención de fondos del aparato público.

Un apartado denominado "movilizar las finanzas y permitir que las empresas asuman la responsabilidad de la biodiversidad", detalla la parte financiera. Allí se señala que "el acuerdo aumentará significativamente la movilización de fondos para la biodiversidad de todas las fuentes, nacionales e internacionales, tanto públicas como privadas, movilizando al menos 200.000 millones de dólares al año para 2030. Creará incentivos para fuentes nacionales e internacionales, incluida la inversión empresarial".

La UE "también aborda los subsidios perjudiciales para la biodiversidad, con el compromiso de identificar para 2025 y eliminar para 2030 un total de al menos 500.000 millones de dólares al año". Y Bruselas recuerda que "como parte del acuerdo, la UE suscribió un paquete de solidaridad internacional, en particular para los países más vulnerables y los más biodiversos. El nuevo Fondo Marco Mundial para la Biodiversidad establecido en el marco del Fondo para el Medio Ambiente Mundial estará abierto a financiación de todas las fuentes".

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