Kosmos, la empresa presidida por el ex futbolista Gerard Piqué, ha decidido rescindir su contrato para la explotación de las finales de la Copa Davis. Aunque el acuerdo anunciado con la Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en inglés) contemplaba una duración de veinticinco años, el proyecto llega a su fin de manera abrupta, después de que apenas se hayan celebrado tres ediciones (2019, 2021 y 2022), todas ellas en suelo español (las dos primeras en Madrid y la tercera, en Málaga).
Cuando Kosmos anunció su alianza con la ITF, comunicó que invertiría hasta 3.000 millones de dólares durante el siguiente cuarto de siglo. El nuevo modelo planteado por Piqué y sus socios inversores giraba en torno a una semana de intensa competición concentrada en una única sede. Esta decisión generó críticas de los más tradicionalistas. No es para menos. La Copa Davis cumplía en 2018 su 118 aniversario y, hasta entonces, las eliminatorias se habían celebrado siempre repartidas por el globo, con el aliciente de que el factor cancha entraba en juego, por suerte para los equipos locales y por desgracia para los visitantes.
El problema del viejo formato era que la dispersión geográfica atomizaba el impacto económico del torneo y su planteamiento escalonado en el calendario reducía el atractivo mediático. De modo que la apuesta por una semana en la que se concentrase una fase de grupos, los cuartos de final, las semifinales y la final terminó seduciendo al 71% de los miembros de la ITF, que respaldaron la propuesta de Piqué en una asamblea celebrada en Orlando, en agosto de 2018.
Como explica 2P, la empresa de Piqué tiró la casa por la ventana y asumió unos desembolsos muy elevados para hacerse con la Copa Davis. En 2019 pagó 40,3 millones de euros en concepto de canon de gestión. En 2021 abonó 19,7 millones, a los que habría que sumar un desembolso de 10,2 millones en 2020, año en el que no se llegó a celebrar el torneo por las restricciones sanitarias adoptadas durante la pandemia del coronavirus. Este 2022 se produjo un pago cercano a los 32 millones, mientras que en 2023 estaba previsto un desembolso de 36 millones y en 2024 se esperaba que Kosmos pusiese 44 millones encima de la mesa.
El abultado canon que exigía la ITF invitó a la empresa de Piqué a potenciar la fase de grupos. En 2022, tales eliminatorias se repartieron por Bolonia, Valencia, Hamburgo y Glasgow. Después llegarían los últimos días de la competición, que se libraron en Málaga. De esta forma, Kosmos logró embolsarse importantes patrocinios abonados por las Administraciones Públicas de las distintas sedes. En 2022, por ejemplo, la Junta de Andalucía puso 6 millones encima de la mesa, mientras que la Diputación de Málaga aportó 2,5 millones y el Ayuntamiento de la capital de la Costa del Sol puso 1,5 millones más encima de la mesa. Por su parte, la Generalidad valenciana inyectó 2,5 millones para acoger los partidos que se disputaron en su comunidad. Algo similar sucedió en Madrid, donde la Comunidad y el Ayuntamiento aportaron 24 millones de forma conjunta para la edición de 2019 y 7 millones para la de 2021. Sin dinero público, el sueño de Piqué habría sido imposible. Sumando las ediciones de 2019, 2021 y 2022, la inyección de recursos obtenidos por esta vía fue de 41 millones.
No todo salió mal. De hecho, siendo justos, hubo muchas cosas que salieron bien. Es importante decir que los niveles de asistencia fueron satisfactorios. Por ejemplo, Madrid reunió a 133.000 asistentes en la edición de 2019 y Málaga congregó a 63.000 espectadores en la competición de 2022. Tampoco hubo problemas a la hora de conseguir patrocinios y, de hecho, el número de marcas asociado a la competición, destacando el alto perfil de muchas de las compañías anunciantes. Los datos de audiencia fueron buenos, hasta el punto de que el canal #Vamos de la plataforma Movistar+ batió récords de audiencia. Las ciudades organizadoras también se beneficiaron y, en el caso de Madrid, se estima que la competición generó cerca de 50 millones para la economía de la Villa y Corte y se cree que la huella que dejó el ciclo en Málaga ascendió a 40 millones.
Kosmos no solo asumía un canon enormemente costoso, sino que también tenía que repartir una bolsa de premios valorada entre 10 millones de euros, amén de otros 5 millones que se reparten entre las federaciones. No hay que olvidar, además, que organizar un torneo de estas características requiere un desembolso de aproximadamente 5 millones.
Pero los gastos que Piqué se había comprometido a cubrir eran tan abultados que se comían la facturación del evento. El ex futbolista quiso renegociar a la baja el canon de gestión, ampliar la duración del torneo a diez días, cambiar los horarios del torneo e incluso mover la fase final del torneo a Estados Unidos, donde se planteó la posibilidad de organizar la competición en el Tennis Garden de Indian Wells o en el Complejo Mubadala de Abu Dhabi.
El primero de estos dos planos descarriló a raíz de la pandemia, mientras que el segundo incluía una aportación anual de 35 millones de euros pero no llegó a cuajar pese al intenso apetito de los "petrodólares" por el mundo del deporte occidental. Piqué se quedó sin "plan B". Y así, un ambicioso acuerdo que se anunció a bombo y platillo y que generó ilusión entre los aficionados a la raqueta ha terminado llegando a su fin, ante la certeza de que el acuerdo original planteaba unos costes que Kosmos nunca iba a poder remontar.