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Pintar chabolas de colores: la dantesca solución argentina para las "villas miseria" de Buenos Aires

Las autoridades porteñas siempre tienen planes, pero nunca soluciones reales, para los asentamientos ilegales como Villa 31.

Las autoridades porteñas siempre tienen planes, pero nunca soluciones reales, para los asentamientos ilegales como Villa 31.
Villa 31, en Buenos Aires. | Alamy

En pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires se ubica el asentamiento irregular más reconocible de Argentina: Villa 31. Se trata de una de las conocidas como "villas miseria" del país, similares a las favelas brasileñas o a las zonas de chabolas en España.

La particularidad de este distrito es que se sitúa en una ubicación estratégica, cercana al puerto de Buenos Aires, junto a importantes conexiones ferroviarias, atravesada por autopistas, y a apenas unos metros de distancia de la zona más adinerada de la capital argentina. Junto a los rascacielos, contrastan las paupérrimas e inestables edificaciones de Villa 31, mientras que sus sinuosas calles se convierten en el escenario idóneo para las mafias, la droga y el crimen.

Su origen se remonta a la crisis de 1929, tras la cual miles de inmigrantes europeos quedaron desempleados. El asentamiento fue tomando diversos nombres a lo largo de los años y fue desmantelado en algunas ocasiones, pero siempre acababa reapareciendo.

Durante los años 60 y 70, Villa 31 y otros asentamientos a lo largo y ancho de la ciudad cobraron una importancia creciente. Se organizaron en federaciones asociadas al peronismo y a movimientos cristianos de corte izquierdista. Uno de los iconos de este movimiento fue el Padre Carlos Mugica, simpatizante del peronismo, fundador de la parroquia Cristo Obrero y firme opositor de la erradicación de las villas.

Ya en 1976, la dictadura cívico-militar tomó medidas dirigidas a desmantelar la Villa, pero con la vuelta de la democracia en 1983 los asentamientos volvieron a poblarse. Los planes de erradicación o realojo continuarían sucediéndose, pero con limitado éxito.

Por ejemplo, durante el gobierno municipal de Jorge Domínguez, algunas voces contrarias al desmantelamiento de la Villa 31 entorpecieron los realojos. Entre estas, destaca la figura de Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco. Relata el exconcejal Humberto Bonanata en un medio local cómo el entonces obispo auxiliar de Buenos Aires habría sido uno de los culpables de la suspensión del desalojo. "Como sucedió en nuestra Argentina a lo largo de su reciente historia, el pobrismo derrotó a los pobres y el populismo secular conservó los viejos males", sentencia Bonanata.

Planes de "urbanización"

Con la entrada del nuevo siglo, las autoridades dieron por imposible la erradicación de las villas. En su lugar, han venido apostando por medidas enfocadas a mejorar las paupérrimas condiciones de los residentes. Así, en 2009, las entidades locales emprendieron acciones legislativas con el fin de llevar a cabo la urbanización de Villa 31, comenzando al fin este proceso a partir del año 2016. Desde entonces, el asentamiento empezó a considerarse como un barrio más de la ciudad, lo que ha comportado la realización de algunas actuaciones de mejora en materia de infraestructuras públicas, seguridad ciudadana o saneamientos.

Pero el problema de fondo sigue ahí, con gran parte de las viviendas en serio riesgo de derrumbe, mientras el hacinamiento es la norma. En este sentido, destaca el sonado derrumbe producido a principios de este año en Villa 31: una vivienda que estaba siendo demolida por situarse bajo la autopista se terminó viviendo abajo de manera descontrolada, afectando a las casas adyacentes y provocando un incendio. Como resultado, más de 30 familias se quedaron en la calle.

La implicación de las autoridades porteñas y nacionales en el problema de la Villa linda entre la dejación de funciones y la burla. Uno tras otro, se suceden los planes de mejora. Planes que no llegan a ejecutarse o cuyo impacto es irrisorio.

En este sentido, la diputada nacional Victoria Villarruel criticaba recientemente en su perfil de Twitter cómo una de las políticas del consistorio ha pasado por pintar las casas de colores para tratar de "esconder la realidad". "La idea es salir de la marginalidad, no normalizarla", denunciaba la política conservadora. Este tipo de actuaciones consistentes en pintar las fachadas o ejecutar obras cosméticas no es nuevo: se llevan incentivando desde que Mauricio Macri gobernaba la ciudad, y han continuado con el actual alcalde, Horacio Rodríguez Larreta y el programa "+Color".

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Vista panorámica de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Analogía de un país decadente

La situación de Villa 31 y la actitud pobrista adoptada por las autoridades no deja de ser, al fin y al cabo, un reflejo de la sociedad y la economía de Argentina. No cabe duda de que los "villeros" desearían vivir en un lugar mejor y más seguro, pero su capacidad económica es, a menudo, muy limitada. A la par, la capacidad de las instituciones públicas para adoptar soluciones efectivas y duraderas en el tiempo tampoco es la óptima.

El panorama en Argentina es desolador. Según los datos del Observatorio de Deuda social de la UCA, la pobreza monetaria en el país superó el 43% en 2022, prácticamente el doble que hace una década, mientras que la indigencia se sitúa por encima del 8%. Todo ello, pese a que los programas públicos de distribución de rentas y de lucha contra la pobreza se han multiplicado en los últimos años.

En cuanto a la evolución de los precios, estos se han prácticamente duplicado en el último año, con una tasa de inflación del 98,8%. De nuevo, pese a los programas de controles de precios como los instaurados por Cristina Fernández de Kirchner y retomados por el actual presidente. La política económica y monetaria del país ha perdido el rumbo, los argentinos no confían ni en su moneda, ni en sus políticos, ni en sus instituciones. Argentina es la muestra de cómo un país con todo para prosperar puede sucumbir a la decadencia por la irresponsabilidad y el populismo de sus gobernantes. Villa 31 es el recordatorio de una nación cada vez más alejada del primer mundo.

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