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Cada vez más empresarios y trabajadores se van de Alemania: ¿qué está pasando?

El éxodo ya asciende a 180.000 personas cada año y alcanza a empresas como BASF o la quinta parte del sector automovilístico.

El éxodo ya asciende a 180.000 personas cada año y alcanza a empresas como BASF o la quinta parte del sector automovilístico.
La economía alemana, atenazada por la creciente salida de empresarios y trabajadores a otros países. | Alamy

Alemania tiene un problema: cada vez hay más personas que optan por irse del país y, en muchos casos, hablamos de gente muy bien posicionada en el mercado. La tasa de emigración de mi país ya es la tercera más alta de la OCDE. Tres cuartas partes de quienes hacen las maletas son licenciados universitarios altamente cualificados y, en no pocos casos, propietarios de empresas o trabajadores por cuenta propia.

La semana pasada organicé un seminario para emprendedores en Berlín. Todos los participantes provenían de diferentes ramas de la economía: uno era un comerciante de vinos, el otro un fabricante líder en la industria de juguetes, otro se dedicaba al sector energético… Les pregunté si habían considerado seriamente la posibilidad de irse del país. Lo impactante fue que prácticamente todos levantaron la mano.

Unos días después organicé otro evento llamado "Plan B: ¿Qué hacer si Alemania se va al muro?". De nuevo, la audiencia estaba compuesta, en gran parte, por empresarios. Uno de ellos, dedicado al sector agrícola, confesó que ya había tomado la decisión: "¡He tenido suficiente! ¡Me voy! Los políticos no tienen idea de agricultura y nos molestan todos los días con nuevas regulaciones que son cada vez más absurdas".

Por supuesto, no todos estos empresarios terminarán abandonando el país. De hecho, los políticos están utilizando todos los medios que tienen a su alcance para que sea cada vez más difícil abandonar el país, por ejemplo con un "impuesto de salida". Bajo esta figura, que también baraja España a raíz del traslado de Ferrovial a Holanda, el empresario que abandona el país recibe un tratamiento fiscal equivalente a vender su empresa o acciones, de modo que se grava una ganancia que, en realidad, no existe. Así, aunque Alemania solo alcanzó la libertad tras derribar el Muro de Berlín, ahora ha construido un "Muro Fiscal" para evitar que sus empresarios puedan abandonar el país.

Actualmente hay 3,8 millones de alemanes viviendo fuera de Alemania. Con una tasa de emigración del 5,1 por ciento, estamos por delante de 35 países de la OCDE y solo nos superan 2 miembros de la organización que agrupa a las principales naciones industriales del mundo. La propia OCDE ha concluido que la "cuña fiscal" alemana se sitúa entre las más altas a nivel global, de modo que, si bien la emigración conlleva costes de establecimiento y barreras culturales o idiomáticas, muchos de los que hacen las maletas ven recompensado el paso desde el minuto uno, puesto que pasan a pagar muchos menos impuestos.

A menudo, las personas que se van son parte de sus élites profesionales. Un estudio publicado en 2019 por el Instituto Federal de Investigación Demográfica (BiB) muestra que el emigrante alemán promedio tiene menos de 40 años, ocupa un empleo bien remunerado y cuenta con un título académico. A veces se habla de "fuga de cerebros" y, en el caso teutón, tres cuartas partes de quienes abandonan Alemania tienen un título de educación superior. En cambio, si se centra el tiro en las personas que emigran a Alemania, encontramos que a menudo se trata de personas con una baja cualificación educativa y, en no pocos casos, esta inmigración parece estar más volcada en aprovechar los beneficios del generoso sistema de bienestar de Alemania que en contribuir a soportar dicho modelo a través del trabajo.

Según el estudio mencionado anteriormente, un promedio de 180.000 alemanes se mudan a otro país año tras año. El "Panel de emigración alemana", que elabora el BiB en cooperación con un grupo de sociólogos de la Universidad de Duisburg-Essen, una gran proporción de emigrantes dejan mi país por motivos profesionales, y ganan mucho más dinero en sus nuevos países. De media, los empleados a tiempo completo ven elevado su salario en unos 1.200 euros mensuales.

Pero no son solo las motivaciones financieras las que juegan un papel en estas decisiones. Mucha gente está insatisfecha de forma más general con la situación política alemana y con un entorno social en el que abunda la envidia contra las personas más exitosas del país. Casi todos los días, los políticos de izquierda en Alemania piden a los "altos ingresos" que "paguen más", a pesar de que el 1% que más gana soporta el 20% de lo recaudado en el Impuesto sobre la Renta.

El único lugar donde la envidia de los "ricos" es mayor que en Alemania es Francia, como puso de manifiesto una encuesta que coordiné con Ipsos MORI y pulsó la opinión de la opinión pública de un total de 13 países. Los datos del sondeo se utilizaron para calcular un coeficiente de envidia social, que relaciona la proporción de personas envidiosas con las no envidiosas. Cuanto más alto es el coeficiente de envidia social, más frecuente es la envidia social en el país.

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La situación es aún más dramática, si cabe, cuando se analiza desde el punto de vista de la fuga de empresas. La Asociación Automovilística Alemana informó recientemente que más de la quinta parte de sus miembros están trasladando su producción al extranjero. La empresa química más grande del mundo, BASF, también apareció recientemente en los titulares, en su caso por la decisión de trasladar parte de su producción a China, alegando que en suelo teutón hay demasiada burocracia y regulación, amén de unos costes energéticos demasiado altos.

Los políticos alemanes culpan de esto último a la guerra en Ucrania. Sin embargo, antes de la invasión rusa, las fábricas alemanas ya pagaban un 50% más por la luz que sus competidores en Estados Unidos. Lo único que ha cambiado es que, en los últimos meses, la guerra ha hecho aún más evidente el fiasco de la "transición energética" que inició Angela Merkel y ahora quieren perpetuar Los Verdes y sus aliados socialdemócratas, actualmente en el poder junto al FDP.

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Rainer Zitelmann es empresario, doctor en Historia y Sociología y autor de más de 20 libros. Sus últimos lanzamientos en español son "El capitalismo no es el problema, es la solución" (Unión Editorial, 2021), "Los ricos en la opinión pública" (2022) y "En defensa del libre mercado" (Unión Editorial, publicación prevista en 2023).

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