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Domingo Soriano

Una solución 'podemita' para la España vaciada

¿Qué es "vulnerable"? Detrás de estos conceptos buenistas siempre se esconden muchas situaciones. ¿Hacemos lo posible para resolverlas de la mejor manera?

¿Qué es "vulnerable"? Detrás de estos conceptos buenistas siempre se esconden muchas situaciones. ¿Hacemos lo posible para resolverlas de la mejor manera?
Imagen de un parque eólico en Los Monegros. | Servimedia

La principal victoria del socialismo es la del lenguaje.

En las últimas semanas, por ejemplo, lo hemos vuelto a comprobar con la Ley de Vivienda. Las expropiaciones encubiertas que plantea (y son expropiaciones, al menos parciales) giran en torno a una palabra: "vulnerabilidad". Cómo no vamos a tomar medidas para ayudar a quien se encuentra en esa situación. Pensar siquiera lo contrario suena a egoísta, a mala persona.

El problema es que es falso. No el término, sino su aplicación política. La dicotomía. El blanco o negro. Éste es vulnerable y aquel no.

La RAE dice que vulnerable es aquel que "puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente". Si lo miramos desde una perspectiva económica, todos lo somos, de Amancio Ortega al último españolito de la fila. Unos más que otros, por supuesto. Pero no hay una frontera que te sitúe de forma evidente en un lado u otro de la línea. ¿Mejor tener 15.000 euros de sueldo al año y ninguna propiedad o no tener ingresos en absoluto pero poseer una vivienda? Cada uno tendrá una respuesta.

El ejemplo

Bajemos al barro, a los supuestos políticamente más delicados. Una familia de cuatro miembros (dos hijos pequeños de 2 y 4 años) en la que padre y madre trabajaban. Y digo "trabajaban" porque el padre acaba de perder su empleo. Ahora lo único que tienen es el salario de la madre: 1.600 euros al mes.

Con sus actuales ingresos, esta familia quizás podría permitirse un alquiler de unos 600-650 euros (y digo "podría", otro verbo equívoco, suponiendo que esa cifra de unos 600€ equivale al 37% de sus ingresos). Como el alquiler que pagaban hasta que el padre se quedó en el paro estaba muy por encima de ese nivel y, además, los ingresos familiares están por debajo del límite que marca el Gobierno, no se les puede desahuciar de acuerdo a las medidas extraordinarias aprobadas durante la pandemia que tendrán continuidad parcial con la Ley de Vivienda.

Nota: los límites establecidos en estos años han sido de tres veces el IPREM (537,84€) para cada unidad familiar, más 0,1 veces el IPREM por cada hijo a cargo (ver la web del Ministerio de Sanidad para los detalles de cada situación). En nuestro ejemplo, hablaríamos de unos 1.721,08€ mensuales.

En cualquier zona de España sería muy complicado mantenerse con esta renta. Pero los que vivimos en Madrid sabemos que en una gran ciudad es directamente imposible. ¿Vulnerables? Más allá de que aplicar este término a economía es muy raruno, todos diríamos que, sin ninguna duda, lo son.

¿Y entonces? ¿Dónde está la polémica? La Ley dice que son "vulnerables". Cualquier persona razonable opinaría lo mismo. Parece lógico que las leyes de vivienda, los servicios sociales, los ingresos mínimos vitales... todo entre en juego.

El problema es que nadie se pregunta qué significa esa categoría una vez que entra en el carril oficial y las implicaciones que tiene. En las tertulias se discute si las medidas de la nueva Ley de Vivienda, que les permitirá vivir dos años en su actual residencia, dañarán el mercado del alquiler porque atemorizarán a otros propietarios. Pero nadie cuestiona la situación de la otra parte o cómo ve el casero esta medida.

Las opciones

Ahí es donde entra esa definición legal de "vulnerable" y lo que en realidad implica. No el término, sino la política que hay detrás del mismo. Sólo algunas opciones:

  • Los padres del marido viven también en Madrid. En una casa no muy grande, 80m2, pero de tres habitaciones. Cuando el Gobierno dice que "no tienen alternativa habitacional", ¿tiene en cuenta esta opción?
  • Decíamos antes que sí podrían pagar, con mucho esfuerzo, hasta 600-650 €. En Madrid capital, con esta cifra, apenas hay pisos, por no decir que no hay ninguno. Pero, ¿y en Santorcaz? ¿En Pezuela de las Torres? Hablamos de dos municipios en el límite de la provincia, colindantes con Guadalajara y a menos de 60 kilómetros y 45 minutos en coche de Avenida de América.
  • La hermana de la madre tiene una pequeña casa en la sierra que sólo visita en verano. Podrían instalarse allí e incluso pagarle un pequeño alquiler de 200-300 euros, más el coste de los suministros. A la hermana no le viene mal porque le cuidan la casa y ellos tienen vivienda mientras el marido encuentra un empleo.
  • La familia no tiene casi nada. Su única propiedad es una finca rústica en el pueblo que heredó el padre hace unos años y que podría vender por unos 15.000-20.000 euros. No es mucho, pero durante un par de años, el alquiler estaría cubierto con esta venta.

Antes de que nadie diga nada, lo diré yo: como solución, cualquier punto de este listado es una m*****. Por ejemplo, las que implican un cambio de residencia suponen abandonar tu barrio para ir a un sitio que no conoces y a una casa que puede ser pequeña e incómoda para una familia, los abuelos, etc. Si me pasara a mí, no sé cómo manejaría una situación así.

Pero aquí yo no hago un juicio de valor. Estoy en lo legal. Esta familia entraría en todas las categorías de "vulnerabilidad". Y al verlo sobre el papel, ya dudamos más. Miremos desde la perspectiva del casero que piensa: "Por qué tengo que soportar yo este coste, durante 6-8-10 meses, hasta que los servicios sociales les encuentren una ‘alternativa habitacional’ si tienen tienen a sus padres viviendo en Madrid". Que sí, suena muy egoísta, hasta que nosotros nos convertimos en el casero y tenemos que pagar la hipoteca de la vivienda sin tener otros ingresos. Porque ésa es otra: si el casero necesita la renta para pagar el piso, ¿es justa la situación? Y si no la necesita: ¿castigamos a los que tienen un poco más de patrimonio?

Es cierto que en algunos casos, por ejemplo en las medidas aprobadas en la pandemia, se abría la posibilidad de compensar al casero. Pero ni esa compensación era inmediata, ni siempre cubre todos los costes ni es aplicable a todos los casos. De hecho, no está claro cómo se articulará tras la última Ley este tema. Y en cualquier caso, ese propietario siempre podrá sentir que sale perdiendo y que le toca cargar con un problema (ya sea de vulnerabilidad real o de trampa que se aprovecha de la ley) que no le compete. Los casos más dramáticos son esos propietarios que salen en los programas de televisión, llorando porque no tienen apenas para comer mientras un okupa vive en una vivienda de su propiedad. Pero no hace falta llegar a eso para intuir que detrás del "escudo social" se incluyen enormes injusticias. ¿El casero nunca puede ser "vulnerable"?

La ‘solución’

Llegados a este punto, nos encontramos con otro término que parece lógico, pero no lo es desde el momento en que entra en la norma: "Alternativa habitacional". Nos dicen que es lo que debemos solucionar, porque es lo más grave, la falta de vivienda. Pero eso lo deberías tener resuelto desde ya, porque al mismo tiempo nos aseguran que en España hay tres millones de viviendas vacías.

Desde la perspectiva de mercado, esta realidad no es contradictoria. Puede haber tres millones de viviendas sin ocupante y al mismo tiempo que sea imposible encontrar una casa de alquiler en muchas de nuestras ciudades. ¿Cómo? Sencillo: esas viviendas están donde nadie quiere vivir. En eso que ahora llaman "España vaciada".

Pero desde el ángulo político es complicado combinar las dos afirmaciones. Si la prioridad, como nos aseguran, es proporcionar "una vivienda digna" a los que lo necesiten... entonces deberíamos ser capaces de encontrar soluciones imaginativas.

Ejemplo de política pública: se garantiza al que lo solicite una casa vacía en un pueblo de Guadalajara, Ávila, Segovia, Toledo... a 30-40 minutos en coche de una estación de AVE. Una subvención de 10.000 euros para que se compre un coche de segunda. Y un bono para que pueda viajar en el AVE dirección Madrid o Zaragoza por 50€ al mes.

¿Todo solucionado? Está claro que no. Es la típica medida que suena un poco a idea de bombero podemita, de titular y campaña de publicidad, de "todo encaja sobre el papel, pero ni de coña saldrá bien". A ver a cuántas familias convences de que se muden a un pueblo a hora y media de trayecto de Madrid en transporte público, incluso aunque la vivienda les salga gratis o semi-gratis. De hecho, muchas de estas familias ya podrían hacerlo porque en esas zonas hay viviendas muy baratas. Si no lo hacen es porque no les interesa. Prefieren (preferimos, me pongo yo en primera persona) vivir en una "zona tensionada".

Pero entonces el problema no es que no existan suficientes "alternativas habitacionales", sino que no tenemos LAS alternativas habitacionales que queremos los que vivimos o trabajamos en Madrid. Lo que ocurre es que entonces la forma en la que enunciamos la solución también cambia. Como cambia la respuesta a si es justo que el coste lo soporte el casero.

Volvemos al principio, a la definición política de la ayuda de turno, que siempre implica que coges unos parámetros y otros no. Algo que es artificioso e injusto. Y que siempre incentiva que haya más personas dentro de esa definición que antes de la ley: porque les incentivas a que hagan algo que les permita encajar en la norma e incentivas que se queden allí.

Habrá más de uno que piense que no tengo corazón y que ya le gustaría verme a mí en esa situación. Lo repito: es dramática y a mí una eventualidad así me arrollaría como un camión. No sé cómo me las arreglaría. Pero igual que nos imaginamos lo que le ocurre a la familia vulnerable, pongámonos ahora también en los zapatos del otro (en este caso del casero) y ya verán si empiezan a surgir en su imaginación "alternativas habitacionales" que le permiten a él recuperar su propiedad sin que eso implique mandar a sus inquilinos a vivir debajo de un puente. Por ejemplo, la España vaciada. Cuidado, no quiero decirlo muy alto porque es el tipo de plan de ingeniero social que un día decide que es la solución y nos lleva a todos a Los Monegros. Tampoco en ese caso sería una solución. Ahí está la diferencia: frente a las respuestas únicas que tanto gustan a nuestros políticos, arbitrar mecanismos de ayuda que afecten lo menos posible a los demás que no tienen culpa y que sitúen la búsqueda de alternativas en los afectados, que son los que más saben cómo hacerlo. Y que les empujen a salir de la "vulnerabilidad": que les fortalezcan y no les debiliten; en eso sí que nos encontraríamos en un territorio completamente desconocido en la actualidad.

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