Mes y medio después de que el Ministerio de Transición Ecológica ordenara el derribo de presa de Valdecaballeros en un plazo de seis meses, el Gobierno estudia dar marcha atrás ante la respuesta que la medida ha tenido en Extremadura, donde incluso un vecino ha emprendido una huelga de hambre. La decisión, que llega en plena precampaña de las autonómicas y municipales, desató desde el primer momento indignación en el Ejecutivo del socialista Guillermo Fernández Vara, que llegó a acusar al Gobierno de Sánchez de actuar como si todavía hubiera en los territorios gobernadores civiles.
Ahora, tras la presentación formal de Extremadura de un recurso contra el decreto del departamento de Teresa Ribera, el Gobierno ha señalado que "se está evaluando técnicamente la posibilidad de estimar la demanda de mantener esta infraestructura" ante el "interés por preservarla" que ha exhibido la Junta.
La presa de Valdecaballeros se levantó en los años ochenta con el objetivo de refrigerar los circuitos de la central nuclear que iba a levantarse en el pequeño municipio y que finalmente se quedó inacabada por la moratoria de Felipe González. Los trabajos en la central estaban completados en casi un 90% cuando se produjo la decisión. En cuanto a la presa, de 400 metros de largo, no llegó a cerrarse pero sí embalsa una cantidad suficiente de agua para abastecer a tres pequeños pueblos de los alrededores.
Cuarenta años después, la resolución del Ministerio, que llegaba después de que Endesa e Iberdrola solicitaran renunciar a la concesión, soliviantó a los vecinos y al gobierno regional. Desde los municipios, alegaron la utilidad del embalse y el daño ambiental. "La demolición de la presa provocaría un perjuicio mayor que el beneficio que pretende, causando un daño ambiental al río", apuntaron en contra del criterio de los ecologistas, que reclamaban eliminar este "obstáculo" del río Guadalupejo.
Desde el Ministerio, alegaron ante las primeras protestas que la decisión contaba con el aval de la abogacía del Estado y del Consejo de Estado, que "la demolición futura de esta infraestructura, que actualmente no tiene ninguna utilidad, no repercutirá en los abastecimientos de agua de las dos poblaciones cercanas, Castilblanco y Valdecaballeros" porque se abastecerían de un pantano próximo, el de García Sola, y que "cuando se extingue una concesión hay que restituir el Dominio Público Hidráulico, lo que "conlleva la demolición de la presa".
🟠 Hay casos de mayor complejidad como la presa de Valdecaballeros, en la provincia de Badajoz
Fue diseñada para refrigerar la central nuclear que nunca estuvo en funcionamiento pic.twitter.com/757XGiFtbI
— Transición Ecológica y Reto Demográfico (@mitecogob) May 3, 2023
Tras semanas de protestas, el Ministerio admite ahora que aunque no era un embalse destinado a garantizar el abastecimiento de agua, sí cabe la posibilidad de mantenerla si "se identifica un nuevo uso y se garantiza su funcionamiento". Lo ha hecho a través de un hilo en Twitter en el que también justifica la "retirada de barreras fluviales" ante "recientes y confusas declaraciones".
Una "aberración" de Sánchez
Por su parte, el Gobierno extremeño se mostrado "seguro de que va a prosperar" el recurso contra el derribo. El Ejecutivo sostiene que se ha presentado "en tiempo y forma" para evitar una "aberración" y ha avisado de que se opondrá "con todas las herramientas" que tenga a su disposición.
Esta semana, Vara elevó el tono contra Ribera y la decisión de tirar la presa, a su juicio "una falta de respeto a la comarca -Cíjara- y a Extremadura". "No se me pasa por la cabeza y no se va a tirar. Punto y final", dijo tras una reunión con el alcalde de Valdecaballeros. Según explicó, hay tres razones para evitar la demolición: "Hay un vicio de procedimiento, pues al propietario de los terrenos -la Junta- no se nos ha consultado; las consecuencia ambientales, que son de 1º de Medioambiente, y porque necesitamos el agua".
Según la localidad, la presa es actualmente un dormidero de unas 400 grullas en invierno y acoge a la cigüeña negra y a una colonia de garzas reales. Además, el alcalde explicó la demolición supondría el tránsito de "miles de camiones cargados de escombros".