En marzo de 2020, cuando estalló la pandemia del coronavirus, Nadia Calviño afirmó que la propagación del covid-19 tendría efectos "poco significativos", "limitados" y "de carácter transitorio" sobre el crecimiento. Tres años después, resulta evidente que la vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos no pudo errar más en su diagnóstico.
Como pone de manifiesto el último informe de previsiones económicas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), España se sitúa hoy un 0,2% por debajo de los niveles de producción observados a finales de 2019. Estamos, pues, por detrás de la situación que teníamos hace tres años y medio, con el agravante de que los resultados que cosecha España son los peores del mundo desarrollado.
Hay otros países de la OCDE que también obtienen resultados mediocres, caso de Reino Unido o Alemania, donde el PIB solamente supera los niveles previos a la pandemia en un 0,5% y un 0,1%, respectivamente. Sin embargo, España es el único que sigue por debajo de los niveles de 2019. De hecho, estamos muy lejos del promedio observado en el conjunto de la OCDE, donde la producción ya supera en un 4,5% los umbrales del ejercicio anterior a la propagación del covid-19.
De hecho, aunque la menor intensidad de la recuperación favorece tasas de crecimiento más altas, lo cierto es que el primer trimestre del año tampoco arrancó con buenas noticias, puesto que la mejora de la actividad en España apenas dibuja un crecimiento del 0,5%. Por comparación, nuestra vecina Portugal más que triplica este dato, con un avance del PIB del 1,6%.
No hay que olvidar, además, que la OCDE ha presentado recientemente un estudio en el que analiza el impacto de la crisis inflacionista sobre el poder adquisitivo de los trabajadores. De acuerdo con dicho análisis, España ha sufrido una caída del 8% en la renta disponible de sus hogares. Este descenso, observado desde el último trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2022, nos sitúa muy por debajo de la media de la OCDE, que ronda el 0,2%.