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Cómo la corriente anticapitalista tomó el control de Alternativa por Alemania

Empezó con un mensaje económico liberal, su deriva es más que evidente. Curiosamente, esto le genera más apoyos, pero muy concentrados en el Este.

Empezó con un mensaje económico liberal, su deriva es más que evidente. Curiosamente, esto le genera más apoyos, pero muy concentrados en el Este.
Acto de AFD ante el Parlamento alemán. | Flickr/CC/Matthias Berg Fotograf Berlin

Según las últimas encuestas de opinión, Alternativa por Alemania, AfD, es actualmente la segunda fuerza política más fuerte en el país, después de la CDU, con alrededor del 19 al 20 por ciento de la intención de voto. Desde las elecciones federales de 2021, en las que AfD obtuvo el 10,3 por ciento de los sufragios, la popularidad de la formación se ha duplicado, de acuerdo con lo que indican los sondeos. La AfD es particularmente fuerte en el este de Alemania (es decir, la antigua RDA). En Turingia, por ejemplo, sus niveles de apoyo rondan el 30 por ciento y sitúan al partido como el más fuerte de todo el länder.

Hay muchas razones detrás del éxito de la AfD. En la actualidad, su principal caladero de votos es la insatisfacción con las políticas migratorias y con la agenda climática. Lo primero no es nuevo. Bajo gobierno de Ángela Merkel, millones de personas emigraron a Alemania, principalmente por motivos económicos. El descontento con esta circunstancia fue uno de los factores que contribuyó a apuntalar el auge del nuevo partido.

Bajo el actual gobierno de coalición, que reúne al SPD, con Los Verdes y los liberal-demócratas del FDP, la política migratoria no ha cambiado mucho. Además de la llegada al país de muchos ucranianos, que por lo general han sido aceptados de forma mucho más generalizada por la población teutona, sigue dándose un intenso flujo de traslados desde África y Medio Oriente.

También el descontento con la política climática de la coalición gobernante está contribuyendo a captar nuevos votantes. La agenda del gobierno es particularmente radical cuando se compara con las decisiones de otros gobiernos internacionales. Recientemente, el ministro de Asuntos Económicos, Robert Habeck, de Los Verdes, ha anunciado un nuevo plan que contempla la introducción de una Ley de Calefacción que, en caso de aplicarse, acabará costando miles de millones de euros a los ciudadanos. La proposición de ley ha levantado un alboroto masivo en todo el país y el FDP ha frenado su implementación, pero la sensación generalizada es que este tipo de políticas están haciendo daño a Alemania, motivo por el cual algunos votantes empiezan a buscar una salida apoyando a AfD.

Los nuevos anticapitalistas de derechas

En muchos países europeos han surgido movimientos populistas de izquierdas y de derechas que, a pesar de todas sus diferencias, están unidos por su oposición al liberalismo económico y al capitalismo. En algunos casos, los partidos populistas de derechas comenzaron promoviendo políticas económicas más o menos liberales, para después transformarse en partidos más escépticos del mercado o incluso anticapitalistas.

Esto es precisamente lo que ha ocurrido en Alemania, donde AfD se fundó inicialmente en 2013 como un partido que contaba con un programa económico más o menos liberal. Ciertamente, aún hay altos cargos de la AfD que mantienen un discurso pro-mercado. Sin embargo, en comparación con hace 10 años, cuando se fundó AfD, resulta evidente que los populistas y los anticapitalistas tienen cada vez una influencia más notable, mientras que algunas de las figuras liberales más influyentes de la formación han abandonado el partido decepcionados y frustrados.

El anticapitalismo es particularmente intenso en las filas de las agrupaciones del AfD radicadas al este de Alemania, donde el partido se alimenta de su noción de "social-patriotismo" y, de esa forma, capta a muchos votantes que anteriormente confiaban en agrupaciones de extrema izquierda como Die Linke (La Izquierda), la última encarnación del partido político comunista que gobernaba Alemania del Este.

El anticapitalismo de derechas también tiene una base teórica gracias a autores como Benedikt Kaiser y Götz Kubitschek, vinculados al Institut für Staatspolitik. Se trata de los herederos de una vieja tradición histórica anticapitalista de derechas que se remonta a la Revolución Conservadora de la República de Weimar y al Nacional-Socialismo de Adolf Hitler. En España está sucediendo un fenómeno similar donde la corriente antiglobalista de Vox está ganando cada vez más fuerza en el partido de Abascal.

La crítica de la derecha anticapitalista al mercado difiere solo ligeramente de la oposición que expresa la izquierda a tal modelo de producción. En sus escritos, Benedikt Kaiser, el autor más conocido de dicho movimiento, cita repetidamente a pensadores de izquierda, desde Karl Marx y Friedrich Engels hasta Thomas Piketty, Erich Fromm o Theodor Adorno. Sus enemigos declarados son los "fundamentalistas del mercado", los "neoliberales" y los "libertarios". Denosta a Ludwig von Mises, Milton Friedmann y Friedrich Hayek. Desde este año, Kaiser ejerce como asesor para un destacado parlamentario de AfD, Jürgen Pohl.

Una tesis central de estos anticapitalistas de derechas sostiene que los ideólogos de la izquierda multicultural están confabulados con las grandes empresas. Según esta tesis, los verdaderos beneficiarios de la inmigración masiva son los capitalistas, que se benefician del acceso a una mano de obra mucho más barata. Los ideólogos de izquierda que exigen "fronteras abiertas" estarían ayudando así al capital.

Muchos líderes empresariales alemanes reclaman repetidamente la flexibilización de los requisitos que dificultan la entrada de trabajadores cualificados. En efecto, hay innumerables obstáculos burocráticos para estos profesionales, mientras que la inmigración es comparativamente más fácil para aquellos que buscan entrar en el país alegando necesidades económicas. El problema es que el sistema de ayudas y gasto social del Estado de Bienestar alemán permite que parte de estos inmigrantes obtengan ingresos casi de inmediato y sin necesidad de estar económicamente activos. Las encuestas revelan que la mayoría de los alemanes no están a favor de este tipo de sistema.

De hecho, la inmigración masiva de personas que solo buscan explotar el sistema de bienestar hace que la inmigración necesaria de trabajadores cualificados sea aún más difícil, porque los problemas culturales resultantes reducen la aceptación de la inmigración de forma general, desprestigiando sus ventajas entre el conjunto de la población.

De igual modo, mientras los anticapitalistas alemanes de izquierdas están comprometidos con la "economía social de mercado", los anticapitalistas de derecha del país teutón dicen que se oponen al capitalismo pero no al mercado. Sin embargo, esta matización no tiene fundamento, porque todos los pronunciamientos de quienes asumen estas tesis insisten en la "primacía de lo público sobre lo privado" y solo defienden la propiedad privada de forma limitada.

Kaiser cita con aprobación a Axel Honneth, un teórico de la Escuela de Frankfurt, quien se preguntaba "por qué la mera propiedad de los medios de producción debería justificar la obtención de los beneficios que se generan de esta forma". A renglón seguido Honneth razona que distintos segmentos de la economía deben ser nacionalizados.

Götz Kubitschek, uno de los autores intelectuales de referencia en las filas de la derecha anticapitalista, considera que "el Estado debe asegurar la provisión de servicios básicos en sectores como el transporte, la banca, las telecomunicaciones, la educación, la salud, la energía, la vivienda, la cultura y la seguridad. No basta con crear un marco regulatorio para los proveedores privados, puesto que éstos se preocupan principalmente por aprovechar los sectores más rentables". La solución, según Kubitschek, pasa por "nacionalizar" y, al mismo tiempo, "reducir la burocracia".

Kaiser aboga también por considerar la nacionalización de todo tipo de sectores de la economía que considera cruciales para el desarrollo del país, caso de la industria pesada, los productos químicos o el transporte. Tampoco encuentra justificación para la operativa privada de plantas de electricidad, infraestructuras hidráulicas, etc. Al menos, concede generosamente que las industrias ligeras o el sector de bienes de consumo podrían seguir siendo "campos de actividad para la iniciativa cooperativa y capitalista privada".

Marx, Engels y Lenin, a quienes también se refieren con frecuencia los anticapitalistas de derechas, habrían tachado la ideología de estos autores como una crítica reaccionaria pequeñoburguesa que no llega a romper del todo con el capitalismo. Kaiser, en cambio, rescata encuestas que muestran que el 75 por ciento de los alemanes que residen al Este del país están a favor de la adopción de un sistema socialista, puesto que consideran que nunca se ha implementado "correctamente".

Siguiendo a Otto Strasser, el líder de los "nacional-socialistas de izquierdas", Kaiser propone el concepto del "feudo hereditario" como sistema capaz de reemplazar a la propiedad privada. En consecuencia, el Estado sería el único propietario de la tierra y de los medios de producción y la gestión de los mismos se cedería a cada individuo "según su capacidad y de acuerdo con el valor de cada activo".

La AfD concentra su auge en el Este de Alemania

En todos los demás aspectos, las propuestas de política social que emanan de AfD y sus nuevos intelectuales de cabecera están estrechamente alineadas con las de los partidos de izquierda de Alemania. Con respecto a los ricos, se insiste en que deben soportar más y más cargas, elevando el IRPF y reintroduciendo el Impuesto sobre el Patrimonio, que no se aplica en Alemania desde 1996.

La esperanza de la derecha anticapitalista es reunir a los elementos nacionalistas y socialistas en un solo movimiento, con el odio a los "ricos" como elemento común de ambas vertientes. Kaiser cita al ex secretario de Trabajo de Estados Unidos, Robert B. Reich, quien afirmó que "necesitamos crear un movimiento que reúna a la derecha y la izquierda para luchar contra las élites ricas".

Los anticapitalistas de derecha pusieron primero su mirada en la eliminación de los elementos liberales económicos del partido, para después dar paso al "social-patriotismo" pregonado por Björn Höcke, el líder de la AfD en Turingia. Es importante no subestimar el auge de estos anticapitalistas de derecha, porque están cada vez más cerca de lograr sus objetivos. La síntesis de nacionalismo y socialismo ejerce un fuerte atractivo sobre los votantes. Esto queda de manifiesto con la popularidad que han alcanzado otros movimientos políticos en Europa. En Francia, lo vemos en el caso del Frente Nacional o La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Y, si echamos la vista atrás, la historia alemana nos recuerda lo explosivo que puede ser el cóctel de nacionalismo y socialismo. Esto no quiere decir que los nuevos anticapitalistas de derecha sean nacionalsocialistas en el sentido tradicional, pero su movimiento ciertamente combina ideologías propias del nacionalismo con elementos del pensamiento socialista.

No es casualidad que esta estrategia política haya sido particularmente exitosa al este de Alemania. Después de más de medio siglo de adoctrinamiento nacional-socialista y comunista, la oposición al mercado es mucho más fuerte en los estados del este de Alemania que en las zonas occidentales del país, tal y como confirman distintas encuestas. La mezcla de anticapitalismo y nacionalismo que pregonan Björn Höcke y otros líderes de AfD en el este de Alemania garantiza la popularidad del partido en dicha región del país. Muchos votantes en el este que solían votar por los radicales de La Izquierda ahora votan por AfD.

Ambos partidos tienen otra cosa más en común: el anti-americanismo. Y este anti-americanismo es una de las principales razones por las que ambas formaciones rechazan el apoyo militar a Ucrania y minimizan la gravedad del imperialismo ruso. El ex canciller de Alemania, Gerhard Schröder (SPD), ha asistido junto con el líder de la AfD, Tino Chrupalla, a una recepción en la Embajada de Rusia en Berlín, con la excusa de conmemorar el aniversario de la victoria de los Aliados sobre la Alemania de Hitler. De nuevo, cuando revisamos las encuestas vemos que la mayoría de los alemanes del Este son escépticos con respecto a la necesidad de apoyar a Ucrania, frente a la convicción generalizada que sí tienen los alemanes occidentales. He ahí otro factor del continuo ascenso de la AfD, concentrado en lo que antaño fue la Alemania comunista.

Rainer Zitelmann es empresario, Doctor en Historia y Sociología y autor de "En defensa del libre mercado" (Unión Editorial, 2023).

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