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José María Rotellar

La economía de ciencia ficción de Sánchez con la inflación

El Gobierno de Sánchez hace mucho que ha entrado en una especie de economía de ciencia ficción, donde los menores incrementos de los precios son consideradas bajadas.

El Gobierno de Sánchez hace mucho que ha entrado en una especie de economía de ciencia ficción, donde los menores incrementos de los precios son consideradas bajadas.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. | EUROPA PRESS

La inflación sube, sí, sube. Por mucho que el Gobierno lo repita, la inflación no baja. Ya en abril, en mayo y en junio insistieron en esa bajada y lo que sucedía es que seguía subiendo mensualmente, En julio y en agosto, no sólo sube el crecimiento de la tasa interanual, sino que sube la tasa mensual. Así, la inflación interanual estimada del IPC en julio de 2023 fue del 2,3%, cuatro décimas más que la tasa interanual de junio, que no es que hubiese descendido, sino que se había moderado el crecimiento, pero subir, subía. Por su parte, el indicador adelantado de agosto –cuyo dato definitivo se conocerá mañana, pero que no distará mucho del avance, con casi toda probabilidad–, eleva en tres décimas el crecimiento interanual de la inflación, hasta el 2,6%.

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Indicador adelantado del IPC. INE.

Esto se ve claramente en términos mensuales, donde se produce un aumento de los precios del 0,2% en julio y del 0,5% –casi el triple— en agosto, que supone una importante aceleración en términos mensuales, que constata que los precios, lejos de moderarse, cogen impulso en los últimos meses, que hace difícil que el control de los mismos se encuentre cerca.

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Indicador adelantado del IPC. INE. ​

Especialmente grave es el dato de la inflación subyacente, que muestra una gran resistencia a su desaceleración en tasa interanual pese a venir de datos muy altos en los mismos meses del año pasado. Creció en julio un 6,2% interanual, de manera que aumentó tres décimas más que el mes previo, con lo que, en este caso, el incremento de precios de la subyacente es muy fuerte sobre los ya muy elevados niveles de los que viene. En agosto, ese crecimiento interanual apenas se modera, situándose en el 6,1%.

Eso hace que durante muchos meses los alimentos estén aumentando a doble dígito interanual y a que el crecimiento acumulado de la inflación es tremendamente alto:

  • El IPC ha aumentado alrededor de un 16% desde que gobierna Sánchez.

En cuanto a la subyacente, ha subido:

  • Alrededor de un 14% desde que gobierna Sánchez.

Por tanto, la inflación sigue siendo un grave problema, con fuerte resistencia a la baja en la subyacente en tasa interanual y con mantenimiento de una alta inflación en el IPC general en dicha comparación anual, pese a venir de niveles muy elevados.

El Gobierno del presidente Sánchez –ahora, en funciones— hace mucho que ha entrado en una especie de economía de ciencia ficción, donde los menores incrementos de los precios son consideradas bajadas; la deuda es considerada prosperidad; el crecimiento anestesiado por el gasto es considerado pujanza económica; el rebote lo consideran crecimiento; el reparto del empleo es considerado crecimiento del mismo; la pérdida de poder adquisitivo de las familias es considerada bonanza; la dificultad de las empresas para financiarse es considerada oportunidad; y las personas de empleo temporal son consideradas indefinidos.

Viven en una realidad paralela que está causando un daño importante a la estructura económica española por sus decisiones equivocadas, con una deuda que se acerca a los 1,6 billones de euros, un déficit estructural camino del 5% y un derroche añadido, sobre ello, de gasto público, intensificado en el pasado período electoral. Pueden atacar a quien no acate el pensamiento económico único dictado por el Gobierno, pero la realidad es la que es, les guste o no a las huestes cercanas a los socialistas: ni se crece con fuerza, sino que somos los últimos en volver al nivel previo a la pandemia; ni se crea empleo, sino que se reparte; ni se vive en la prosperidad, sino que cada día cuesta más hacer la compra y pagar la hipoteca; ni se paga holgadamente el alquiler, sino que muchas personas no saben cómo afrontarlo, al no llegar a fin de mes; ni los precios bajan, sino que suben.

El Gobierno, con esa política de gasto desmedido, además, dificulta, presionando artificialmente los precios al alza, que se transmita adecuadamente la política monetaria del BCE y hace que vaya a tener que mantenerla durante más tiempo y con mayor intensidad. Ralentización del crecimiento, reparto –que no creación— de empleo, gasto, déficit y deuda desmedidos, impuestos altos, inseguridad jurídica e incertidumbre, que ahuyentan inversiones, e inflación que sube. Esa realidad es la que Sánchez ha dejado como pésima herencia, incluso aunque al final fuese él quien lo herede si lograse la alianza con veinte partidos, de la que la subida de precios es una parte.

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