Si echamos la mirada atrás, justo cuando se dio paso la democracia en España, la tasa de dependencia de los mayores de 64 años era de algo más del 17%. Cuatro décadas después, el porcentaje ronda el 31%. El proceso de envejecimiento se está acelerando. En la última década esta misma ratio aumentó en un 20%. El futuro no es mucho mejor. De aquí a 2050 se espera que habrá 5 personas mayores de 64 años por cada 10 en edad de trabajar. O lo que es lo mismo, habrá un pensionista por cada 2 trabajadores.
El impacto del envejecimiento sobre la economía es relevante y afecta a diversos indicadores como la inversión, ahorro o productividad. El empleo también es un factor a tener en cuenta a la hora de observar la estructura de la población. Además, sus consecuencias son heterogéneas por comunidades autónomas. Las regiones más envejecidas y con menor renta per cápita son las más perjudicadas por este fenómeno demográfico.
En un reciente trabajo publicado por el Banco de España, justamente se cuantifica el impacto del cambio en el peso de la población de mayor edad sobre la tasa de actividad en España. Para ello, crean una trayectoria contrafactual a la observada entre 2012 y 2022 en la cual parten del supuesto de que no se hubiera producido un aumento de la tasa de dependencia durante estos años. También utilizan las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) para tratar de estimar el posible efecto del envejecimiento sobre la futura evolución del empleo.
En el momento en el que las cohortes de mayor edad se acercan a la jubilación, su participación en el mercado laboral cae, por lo que también se produce un descenso de la tasa de actividad agregada debido a que hay menos activos.
La tasa de actividad no es más que el cociente entre el número de personas que están
disponibles para trabajar (parados y ocupados) y el número total de habitantes. Por esta
razón, cuando las cohortes de mayor edad se acercan a la jubilación, su participación en
el mercado laboral cae y, de igual modo, también lo hace la tasa de actividad.
¿Cómo se puede medir el efecto del envejecimiento sobre el mercado laboral? Los
autores mantienen constante el peso de cada grupo de edad (en cohortes de cinco años)
desde 2012 hasta 2022. De esta manera, la estructura de la población se mantiene
constante en una España sin envejecimiento durante esta última década. Después,
observan la tasa de actividad para cada grupo de edad. De este modo, se puede observar
la evolución de la tasa global de actividad manteniendo los niveles de envejecimiento
del año 2012. Así, los resultados revelan que la participación laboral habría sido 3,4
puntos porcentuales mayor a la real (62,1% frente a 58,7%). Es decir, en ausencia de
envejecimiento durante esta última década, España contaría con 790.00
trabajadores más. Si no se considera la población extranjera, la cual es más joven y
tiene una mayor tasa de actividad, el impacto sería de 4,2 puntos porcentuales.
Por comunidades autónomas, tal y como se puede apreciar en la figura de abajo, son las del Cantábrico (Asturias, Cantabria y País Vasco) las más afectadas, ya que la tasa de actividad es hasta 5 puntos porcentuales menor que en ausencia del aumento del peso del grupo de población de más edad. Baleares, Castilla-La Mancha y Extremadura serían las que sufrirían un menor impacto, debido a que se observa un menor crecimiento de las cohortes de menor edad. Además, la inmigración contribuye a mitigar este efecto negativo, especialmente en las de mayor renta, como Madrid, Cataluña y Baleares.
El futuro no parece mucho más alentador. La tasa de actividad en 2030 sería 2,8 puntos porcentuales menor, situándose en el 55%. Todo ello a pesar del contrapeso de la inmigración. Según las estimaciones del INE, se producirá un saldo migratorio neto positivo de 446.000 personas al año, es decir, cerca de 400.000 más que entre el periodo 2012-2019. Sin la entrada de trabajadores del extranjero, la tasa de actividad caería 4,4 puntos porcentuales. Otras instituciones como la AIReF o Eurostat estiman entradas netas de población extranjera más modestas. Bajo estos supuestos, la tasa de actividad caería entre 3,1 y 3,7 puntos porcentuales.
Las comunidades autónomas más envejecidas son las que presentan una peor previsión, es decir, las del noroeste y las dos Castillas. Es decir, y dado que estas son las regiones más empobrecidas de España, el informe concluye que "el envejecimiento contribuiría a ampliar las diferencias económicas entre las regiones españolas". Estos resultados ponen de relieve la necesidad de mejorar la regulación del mercado laboral, especialmente entre los más jóvenes.