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Manuel Fernández Ordóñez

El cierre técnico de varios reactores nucleares en España evidencia el suicidio energético de España

A pesar de que si renunciamos a la nuclear hay que consumir más gas, el Gobierno se empeña en cerrar las centrales.

A pesar de que si renunciamos a la nuclear hay que consumir más gas, el Gobierno se empeña en cerrar las centrales.
Central Nuclear de Ascó I y II en Tarragona. | Europa Press

No importa cuántas veces repitamos mantras falaces. No importa cuántas veces nos engañemos a nosotros mismos. No importa cuántas veces sigamos a pies juntillas el relato elaborado por otros. Al final la realidad siempre nos pone en nuestro sitio.

Hace unos días tuvimos una oportunidad muy clara de ver lo que realmente sucederá si cerramos las centrales nucleares en nuestro país. No es que desde el punto de vista técnico hubiera alguna duda (sobrados ejemplos hemos tenido en Alemania, Japón o Estados Unidos) y, sin embargo, la doctrina oficial lleva mucho tiempo diciéndonos que las centrales nucleares que se cierren serán sustituidas por energías renovables. Y no es verdad.

Hace unos días, como digo, una subestación propiedad de Red Eléctrica tuvo un problema técnico que obligó a parar los dos reactores de la central nuclear de Ascó, en Cataluña. No se trató de un problema en la central. Al contrario, ésta respondió de acuerdo con los criterios de diseño y sus reactores se detuvieron automáticamente al detectarse el fallo en la red eléctrica. Todo funcionó según lo previsto en una nueva muestra del elevado grado de seguridad de nuestras plantas nucleares.

Casualidades de la vida, la central nuclear de Cofrentes estaba en su parada programada para recarga de combustible (algo que sucede cada dos años), por lo que teníamos tres de los siete reactores nucleares sin producir electricidad. ¿Y qué supuso esto para el sistema eléctrico? Que hemos tenido que quemar más gas para abastecer la demanda de electricidad en nuestro país.

Al mediodía, cuando más luce el sol, el miércoles pasado estábamos utilizando unos 4.000 MW de gas. Esta semana, a la misma hora y con una producción eólica similar, utilizamos 7.000 MW de gas. La cosa es mucho peor cuando el sol se oculta, entonces llegamos casi a los 13.000 MW de gas. Estos días vamos a quemar mucho más gas del que quemaríamos si tuviéramos las centrales nucleares en operación. Se trata de un hecho indiscutible que nos obliga a hacer frente a una electricidad más cara, no solo por el precio del gas, sino por el pago de derechos de emisiones de CO2.

Además, esto sucede en un periodo de baja producción eólica, lo que pone de manifiesto que el respaldo real del sistema eléctrico será el gas si queremos asegurar el suministro de electricidad en todo momento y no depender de factores meteorológicos. Por si esto fuera poco, la geopolítica internacional tampoco ayuda, al estar viviendo un aumento significativo de los precios del gas por el conflicto entre Israel y Palestina.

La energía nuclear es imprescindible para asegurar el suministro de energía fiable, barata, abundante y limpia. Durante la borrasca Filomena nuestras centrales nucleares fueron la base del sistema eléctrico. En la escalada de precios del gas de los últimos años, nuestras centrales nucleares ayudaron a contener los precios de la electricidad y estos días, por un fallo en la red (y no en las centrales) hemos visto cómo aumenta nuestra dependencia del gas extranjero.

A pesar de todo ello hay muchos que quieren cerrar las centrales nucleares en España. Dicen estar muy preocupados por la emergencia climática, dicen que quieren reducir las emisiones, dicen que quieren tener energía barata y abundante, dicen querer reducir la dependencia de los sátrapas que nos venden combustibles fósiles. Y para ello su plan es prescindir de la energía nuclear, precisamente la tecnología que más contribuye a conseguir todo eso que dicen perseguir. Un plan sin fisuras.

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