Se ha hablado mucho esta semana del vehículo privado y el transporte público. De subvenciones y de cómo no se redujo el tráfico en Madrid a pesar de las ayudas (gratuidad o semi-gratuidad de los billetes de bus- metro, cercanías, abonos transporte, etc...). La culpa la ha tenido un informe de EsadeEcPol en el que nos explicaban que: "Con la evidencia disponible no podemos afirmar que la subvención al transporte metropolitano en ferrocarril haya reducido los coches en las calles de Madrid. Tampoco hay efecto para las zonas con mayor intensidad de tráfico, menor (o mayor) nivel de renta, ni para las vías principales (M-30) de acceso a la ciudad, ni en las zonas con mejor acceso a tren de cercanías o metro".
Vamos, que nos gastamos mucho dinero (hasta 700 millones en los presupuestos de este año) para nada. Bueno, para nada no, porque a los que se hayan ahorrado un dinerito este curso gracias a esas ayudas, pues les ha venido de perlas. Yo mismo, como usuario del transporte público en Madrid, he viajado más barato gracias a las ayudas del Gobierno central y de la CAM. Y no les digo mis padres, que viajan gratis por toda la región gracias al abono transporte para mayores de 65 años.
Es lógico que estuviéramos encantados. Aunque usemos dos veces al año el transporte público y aunque ese uso no nos disuada de nuestro coche particular (que es la conclusión del estudio; y es que al final, en el día a día, lo que marca la diferencia tren-metro-bus vs coche son los tiempos, comodidad, facilidad para llegar al trabajo-colegio-casa, etc...), digo que aunque sólo nos aprovechemos de la subvención un par de veces, en nuestra cabeza queda para siempre. Esa idea de que "el Gobierno promociona el transporte público" va a estar ahí, donde debe estar, aunque los efectos prácticos sean apenas visibles. Por eso, todos los gobiernos, centrales y autonómicos, han competido en la tómbola: bonificación del 100% del importe de los billetes de tren en cercanías y media distancia (Gobierno central), subvención de todos los abonos de transporte metropolitano en Madrid de hasta el 60% (a medias entre el Gobierno central y el regional), mantenimiento del abono de tercera edad a 0€, rebaja del 50% en el Metrobus...
Cero análisis de eficacia o justicia, cero reparto por rentas, cero consideración hacia el que paga. El transporte público siempre ha sido la excusa perfecta: todos los usamos en alguna ocasión, no es fácil ver el coste real de la subvención (recordemos que esa subvención SIEMPRE ha existido; el precio de los billetes nunca ha cubierto el coste real del servicio) y el marketing es sencillo y ubicuo. También son medidas mucho más fáciles de aprobar que de eliminar: casi todas ellas siguen en vigor y ya veremos si se mantienen más allá del 31 de diciembre. Porque, tras año y medio acostumbrados a unos precios, olvidando lo que había antes, a ver quién se come el titular de "el Gobierno dobla el precio del Cercanías".
¿Para qué?
En lo que no estoy de acuerdo es en el enfoque que la mayoría de los medios le han dado a la noticia. Destacando que no había cumplido los objetivos marcados. Y no porque el estudio me parezca fallido. Estoy seguro de que los autores (Jorge Galindo, Javier Martínez, Natalia Collado) han recogido los datos de manera fiable y de que sus conclusiones son robustas: vamos, que en Madrid no hubo apenas (si es que la hubo) reducción del uso del automóvil privado a causa de este tipo de ayudas. Cualquiera que viva en la capital de España sabe que esto es así. Y no me refiero a que tengamos una certeza estadística como la que nos presenta el estudio, sino a la sensación de que el tráfico se ha mantenido en los últimos meses bastante estable. ¿Podría haberme creído un pequeño descenso del 3-5%? Sí, pero incluso así la percepción del usuario sería parecida y las conclusiones en política pública tampoco diferirían demasiado: te has gastado mucho dinero y has invertido fuerte en comunicación para conseguir resultados bastante poco espectaculares.
Digo que no estoy de acuerdo con lo de "no lograr los objetivos" porque yo creo que los ha cumplido todos y cada uno de ellos. Si alguien cree que esto iba del coche, el cambio climático, la contaminación o el ahorro en gasolina estaba muy equivocado. Recordemos que algunas de estas ayudas convivieron en el tiempo con otras medidas como el descuento en el precio de los carburantes. Si de verdad hubieran querido reducir el uso del coche particular, esto habría rozado el absurdo: subvencionar al que nada y al que guarda la ropa. Pero es que no se trataba de eso.
Este Gobierno ha decidido centrar su política económica en la compra más o menos indisimulada del voto. No tan diferente a lo que han hecho otros, pero quizás sí más descarada. La idea ha sido identificar colectivos a los que resulte fácil vender tal o cual medida, para luego apropiarse de la medalla correspondiente. Y, por supuesto, sin nada que suene a análisis coste/beneficio o a justicia redistributiva. Al final, sus políticas más publicitadas han sido:
- bloqueo y protección a ultranza de las rentas de los mayores de 65 años, el colectivo ganador de los últimos 15 años en España, incluso a expensas de disparar el coste del trabajo o poner en riesgo la sostenibilidad del conjunto de las administraciones públicas
- refuerzo de la posición legal/negociadora de las grandes centrales sindicales, a costa de los sindicatos en las empresas
- protección de las rentas de alquileres de los inquilinos de barrios de renta media-alta frente a los propietarios o a posibles nuevos inquilinos
Siempre es lo mismo. Ganador sencillo de reconocer y de fotografiar. Alguien que salga en el cartel correspondiente sonriendo, frente a un perdedor difuso que nunca queda claro quién es. Y nos dejamos fuera los ejemplos más groseros: desde el descuento del 50% por la compra del inter-rail (¿estamos ante la medida más regresiva de la historia en España?; una subvención que han usado al ¿85%? ¿90%? ¿95%? los hijos de los ricos o muy ricos) al bono-joven cultural.
Como decíamos, no es sólo Pedro Sánchez. En las ayudas al transporte, por ejemplo, las comunidades del PP han imitado, cuando no superado, la demagogia del todo gratis. Pero este Gobierno lo hace de forma especialmente burda. Los regalos pre-electorales se han convertido ya en una tradición.
Esto es la política en España y estoy seguro no es tan diferente a la de cualquier otro país. Cada vez más, compra de votos y búsqueda de rentas pura y dura. Quizás lo más molesto en nuestro caso es la distancia del discurso del Gobierno, académicos, periodistas, etc... y la realidad. Todo el día con los ejemplos de los países del norte de Europa en la boca (muy sofisticados, con "medidas basadas en la evidencia", retórica sobre "identificar colectivos necesitados" o la etiqueta de la "socialdemocracia" y el "escudo social"), pero en la práctica, aplicando una política que está mucho más cerca del peronismo más cutre ("si quieres esto, vótame"). Todos los estudios e informes, de institutos públicos y privados, coinciden en que nuestro estado del bienestar es uno de los menos eficaces de Europa tanto en la forma en la que cobramos impuestos como, sobre todo, por cómo los gastamos: nuestras subvenciones no llegan a los que más lo necesitan, son complejas y no logran aquello para lo que en teoría se diseñaron . Si dicen que van a ser socioaldemócratas, al menos que sean de los buenos (o de los menos malos).
¿Y dicen que la subvención al transporte no sirvió de nada? Esperen a la próxima sesión de investidura... y verán si sirvió o no.